Experiencia Eucarística de fe

FIESTA DEL APÓSTOL SANTO TOMÁS

                                                                                            21 de Diciembre de 2015
       
                                                     Efesios 2:19-22; 
 Salmo 138:17-18
             Salmo 32:1;  San Juan 20:19-31

Muy Queridos Hermanos en el Señor,

Celebra la Iglesia, en estos días previos a la Natividad del Señor, esta fiesta del Apóstol Santo Tomás.  Como todo lo que hace el Señor en la vida de la Iglesia es providencial que en este momento, en esto días previos a la Navidad, en estas circunstancias históricas que estamos viviendo, estemos celebrando esta Fiesta del Apóstol Santo Tomás. 

¿Por qué?  Porque el mundo actual, incluso muchos sectores de la misma Iglesia han perdido la Fe.  Están viviendo a oscuras, y sólo Cristo, el Hijo de Dios que nace como Hombre sin dejar de ser Dios, es Luz en medio de esta oscuridad.  En estos inicios del siglo 21, el mundo está  a oscuras y sólo tienen luz aquellos que vivimos   verdaderamente la fe.  Pero debemos recordar:  ¿qué es la fe?  

Y para eso me voy a servir de una frase muy clara del Papa Benedicto XVI, en su  exhortación convocatoria al Año de la Fe , Exhortación Porta Fide, decía él en  los primeros párrafos:  “La fe es la Experiencia viva en Cristo”, eso fue lo que le sucedió al Apóstol Tomás, tuvo la experiencia viva de Cristo, vio a Cristo, tocó a Cristo, esa es la experiencia viva de la fe, la experiencia viva de Jesús, y yo lo vengo diciendo desde hace años, pero ahora lo digo con mucha mayor fuerza y hasta me atrevería a decirlo con coraje:

Sí, hermanos, la única manera de que la Iglesia renueve la fe es vivir esa experiencia de tocar a Cristo, tocarlo, exactamente como lo tocó Tomás, físicamente, no es un contacto simplemente espiritual como dicen los sociólogos de la liberación o  dirán algunos masones infiltrados en la vida de la Iglesia, dicen que la experiencia de Cristo tiene que ser sólo espiritual porque a Cristo no se le ve, dicen ellos, o como lo que dicen los gnósticos, que Jesús no es más que una célula que anda flotando por los aires, Cristo no es una célula que ande flotando, Cristo no es solamente Espíritu, el Padre Celestial es sólo Espíritu, el Espíritu Santo es sólo Espíritu, pero Jesús además de ser Espíritu, tiene Cuerpo Humano, físico, y se le puede tocar, pero para eso tenemos que hacer lo mismo que tuvo que hacer el Apóstol Tomás, ejercitar la fe. 

¿Cómo podemos llegar a tocar a Jesús, físicamente en este momento histórico que estamos viviendo?, solamente hay una manera:  tocándole  en la Eucaristía, ahí está El vivo, ahí se le puede, se le debe tocar, pero no con la mano, porque Cristo en la Eucaristía no es un pan cualquiera, Cristo en la Eucaristía es Hombre y Dios, y se le debe tocar con esa misma actitud de humildad y de adoración, consiguientemente de rodillas y  en la lengua, no en la mano, pero es un contacto físico, se recibe físicamente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad.  

La experiencia de la Fe es una experiencia Eucarística,  y esto es lo que hay que renovar en la vida de la Iglesia, pero hay que renovarlo como debe ser, comprendiendo exactamente en su verdadero sentido el verbo renovar, y eso fue lo que no hicieron durante el Concilio Vaticano II, y no lo hicieron después en la época pos-conciliar; no renovaron, innovaron, y la Iglesia no debe ser innovada, la Iglesia está por encima del tiempo y no necesita ser innovada, la Iglesia debe permanecer tal y como la fundó Cristo sobre el fundamento de los Apóstoles, no necesita innovaciones, no necesita cambios, pero sí debe renovarse…

Y ¿qué significa renovar?, significa volver a la fuente siempre nueva y siempre eterna, y la única fuente siempre nueva y siempre eterna es Dios mismo, lo que Dios dio desde un principio, lo que Dios dio desde el Antiguo Testamento, y plenificó en el Nuevo Testamento y culminó en Cristo, eso es lo que se debe conservar, y esto es lo que nos enseña hoy esta fiesta del Apóstol Santo Tomás, en estos días previos al Nacimiento de Jesús, que podríamos también decir, que es un renacer nuestro en Jesús.

La Navidad no es una fiesta familiar, la Navidad no es una fiesta social, la Navidad no es mucho menos una fiesta de comercio, no debiera estar dándose regalos al prójimo, a la familia, el único que merece recibir regalos en estos días es Jesús mismo, y Jesús no necesita regalos materiales, el único regalo que necesita y merece Jesús es que le correspondamos, ¿cómo?, viviendo en El, y la única manera de vivir en Cristo, la única manera de vivir la fe en plenitud es viviendo su Misterio Eucarístico, Misterio que es eterno, pero que se inserta en el tiempo, para llevarnos a nosotros también a la Eternidad.

Queridos hermanos, tenemos que vivir íntegramente la Eucaristía, vuelvo a repetirlo, como ha sido siempre, no como han pretendido cambiarla en estos últimos 50 años.

Con Santo  Tomás tratemos de vivir nuestra fe, viviendo esta Eucaristía con el propósito de continuar viviendo la Eucaristía, exclusivamente de la única manera que es plenamente válida, plenamente fructífera.

Hermanos, démosle gracias al Señor, porque ha querido darnos la gracia especialísima de poder descubrir  la Verdad Eterna y siempre nueva aún en medio de la mentira y el engaño en que lastimosamente vive la inmensa mayoría no sólo de la humanidad, sino de la misma Iglesia.  No nos dejemos envolver más de esos engaños, vivamos en la Verdad que no cambia, vivamos en la Liturgia que no cambia, vivamos en la Eucaristía que no cambia, vivamos en la Eucaristía que no es banquete de ningún tipo, vivamos la Eucaristía que es Sacrificio, que es Oblación, que es entrega, que es Victimación de Cristo y nuestra en Cristo para que así, cuando el Señor nos llame a su Reino Eterno podamos decirle:  “Señor hemos vivido la fe conforme a tu Voluntad, hemos vivido la esperanza conforme a tu Voluntad, hemos vivido la Caridad conforme a tu Voluntad”, lo demás viene por añadidura.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.




Antífona “O” para hoy 21 de Diciembre
Fiesta del Apóstol Santo Tomás:

“O Oriens, splendor lucis aeternae, et sol iustitiae:  
veni, et illumina sedentes in tenebris, et umbra mortis”.


“¡Oh Oriente, esplendor de la luz eterna y sol de justicia! 
¡Ven y alumbra a los sumidos en tinieblas y en sombras de muerte!