Algunos aspectos de Sacramentos de Muertos y Sacramentos de Vivos

ALGUNOS ASPECTOS LITÚRGICOS IMPORTANTES

Ciertamente el momento cumbre de toda la Liturgia es la Celebración Eucarística (Santa Misa).  Pero para poder vivirla plenamente también debe tenerse una vivencia plena y consciente de los demás actos sagrados que forman parte de toda la vida litúrgica de la Iglesia: Bautismo, Reconciliación, Confirmación, Orden Sacerdotal, Matrimonio, Unción de los Enfermos, y la misma Eucaristía en cada una de sus manifestaciones.

Y a este respecto es muy necesario que todos los Fieles conozcamos que los Siete Sacramentos la Iglesia los da a conocer en dos grupos:  Sacramentos de Muertos y Sacramentos de Vivos:

Se llaman "Sacramentos de Muertos" aquellos que se reciben cuando se está en situación de pecado grave, para "nacer" en el estado de Gracia, o sea el Bautismo; o bien para "renacer" al mismo estado de Gracia cuando se ha caído en la muerte del pecado grave, o sea la Reconciliación, también conocida como "Confesión" aludiendo a uno de los pasos necesarios para su validez, la confesión de viva voz de todos y cada uno de los pecados de los que se tiene conciencia, por supuesto especialmente los graves, si se ha tenido la desgracia de cometerlos y/o de vivir en esa horrible situación.


Y son "Sacramentos de Vivos" los demás, para los cuales se necesita vivir en estado de gracia, a ser posible permanente, o al menos ya recuperada por la Reconciliación con el próposito firme de mantenerla y fortalecerla.  Son por lo tanto "Sacramentos de Vivos" la Confirmación, la Eucaristía, el Orden Sacerdotal, el Matrimonio y la Unción de los Enfermos.


Además es muy necesario que quienes reciben los Sacramentos tengan al menos un conocimiento inicial de cada uno de los Sacramentos:  momentos en que se han de recibir, condiciones para recibir cada uno de ellos además del estado de Gracia, grado y motivo de la necesidad de cada uno, ritos y forma de celebración y participación en cada uno, fruto propio de cada uno de ellos.


Hay Sacramentos que imprimen carácter eterno, y por lo tanto sólo pueden recibirse una sola vez en toda la vida, y son:  el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacerdotal.  Los demás no imprimen ducho carácter y por lo tanto pueden recibirse cuantas veces sea necesario:

La Reconciliación cuantas veces se tenga la desgracia de caer en pecado grave, y aun sin caer en eso con cierta periodicidad aunque sólo sean pecados veniales para ir creciendo en verdadera vida cristiana con la ayuda del Confesor.  Y ha de tenerse en cuenta la diferencia que existe entre tres circunstancias que pueden darse en la vida humana:  1.- La orientación, que se necesita para la solución de problemas morales que se pueden presentar; 2.- La dirección espiritual, que todo cristiano necesita para poder adelantar en el camino de la santidad con la ayuda y orientación del Director Espiritual, preferiblemente un Sacerdote; y 3.- La Reconciliación, que es Sacramento para el perdón de los pecados, cumpliendo sus cinco pasos: examen de conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda, confesión de viva voz y cumplimiento de la penitencia.

La Eucaristía, el más sublime de todos los Sacramentos, ya que no sólo concede la Gracia, sino que es el mismo Autor de la Gracia quien en la Eucaristía se entrega, es conveniente por supuesto viviendo permanentemente en gracia recibirlo por lo menos todos los Domingos, "Dies Domini", pero si fuera posible lo mejor sería todos los días para aquellos que quieren responder plenamente a la invitación del Señor:  "Sed, pues,  perfectos como perfecto es vuestro Padre Celestial" (Mt. 5:48).

El Matrimonio, que es uno sólo para toda la vida mientras viven los dos cónyuges, sin embargo cuando uno queda viudo, puede volver a contraer Matrimonio.

Y la Unción de los Enfermos, sobre la cual, presuponiendo el estado de Gracia, la norma canónica dice:
"1. Se puede administrar la Unción de los Enfermos al fiel que, habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez.
2. Puede reiterarse este sacramento si el enfermo, una vez recobrada la salud, contrae de nuevo una enfermedad grave, o si, durante la misma enfermedad, el peligro se hace más grave."  (C.I.C. (Código de Derecho Canónico), canon 1004).  Y a este respecto debemos aclarar que la legislación, de fuerte carácter pastoral procurando el verdadero bien de los Fieles, no se refiere a cualquier malestar pasajero, sino a una auténtica enfermedadpor la que "se comienza a estar en peligro".  Y en cuanto al estado de vejez, se requiere que "sus fuerzas estén muy deterioradas."  Por tanto en relación con este precioso sacramento podemos indicar dos conclusiones:  primeramente no se debe abusar del mismo; y en segundo lugar, tampoco se puede negar debuenas a primeras, sino que se debe actuar con espíritu verdaderamente pastoral con todas las personas que lo necesiten.  Y esto debemos tenerlo muy en cuenta tanto los Sacerdotes que lo administramos como los familiares y personas cercanas a quienes comiencen a vivir las circunstancias en que es necesario el auxilio del Señor en la enfermedad y debilidad del ser humano que vive la fe, la esperanza y la caridad, que nos vienen de Dios y nos llevan a ÉL.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

"¡TE ADORO Y TE DESAGRAVIO, OH JESUS HOSTIA!"
"¡AHORA Y SIEMPRE, AQUÍ Y EN TODO LUGAR!"