REALIDAD EUCARISTICA



¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!


Hermanos, en el trasfondo del ambiente de la Iglesia se experimenta actualmente un ataque muy astuto contra Jesús en la Sagrada Eucaristía, por ejemplo cuando se dice o insinúa el error de que es sólo un recuerdo o memoria del Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, que supuestamente ÉL realizó en el pasado y no lo continúa actualmente, o cuando se dice que su presencia en la Eucaristía es sólo mientras se celebra la Santa Misa, o que no es Presencia física sino sólo espiritual aunque real (lo cual es una contradicción: si no es física no es real), y otros errores que se relacionan fuertemente con las herejías de Lutero. Por eso me permito remitirles la siguiente aclaración, que no es  parecer mío personal, sino que lo fundamento en el Dogma de siempre de la Iglesia Católica, no de ideologías materialistas o paganas actuales. Busquemos y vivamos siempre la Verdad, antes que una falsa y/o aparente unidad que nada lograría para la salvación eterna del ser humano.



 Mensaje aclaratorio sobre el Misterio de la Eucaristía:

Santo Tomás de Aquino, en su gran obra de la Suma Teológica, Parte Tercera, en el Tratado sobre los Sacramentos, especialmente Cuestiones 75 y 76, enseña clarísima y profundamente que lo que sucede en la Consagración:  no es  figura, no es símbolo, sino que por el poder de Cristo que actúa en el Sacerdote el pan y el vino se “transubstancian” (o sea “la sustancia se convierte”) en el Cuerpo y la Sangre, Alma y Divinidad dej Nuestro Señor, no se da una “transfiguración”        (aparente figura, símbolo, foto) de Jesús. Ese concepto de transfiguración precisamente lo utilizó el gran hereje Martín Lutero en una de sus herejías contra la Eucaristía.

Además, la realidad de la Transubstanciación está clara y definitivamente definida como Dogma por el Concilio de Trento (Denzinger, 355, 876, 884, 885) como Presencia “Real” del Cuerpo y Sangre del Señor: si es real necesariamente es física... Así se debe entender tanto con conceptos científicos como filosóficos y teológicos, además de dogmáticos. Si no fuera física tampoco sería real, sería sólo simbólica, en forma de imágen.

Por otro lado, sabemos que la Sta. Misa es Sacrificio también real y actual... Ahora bien, para que se dé el Sacrificio debe estar la materia del mismo, no una idea o recuerdo de dicha materia y acto, sino la materia real, física:  Cristo no ofrece a la Justicia del Padre un recuerdo ó una foto suya, sino que se ofrece real y perpetuamente ÉL EN PERSONA, por el ministerio del Sacerdote, con su Cuerpo y Sangre realmente, verdaderamente, por tanto físicamente presentes en la Sagrada Eucaristía, aunque todo esto sigue siendo un auténtico Misterio que ningún ser humano en ningún tiempo ni pasado, ni presente ni futuro podrá llegar a entender plenamente, y por tanto hay que aceptarlo así como está definido en el Dogma incambiable del Magisterio de siempre, desde la visión y la vivencia de la Fe.
Y para reforzar esta Verdad de Fe podemos citar a los Santos Padres de la Iglesia primitiva, por ejemplo a San Ignacio de Antioquia (año 107), San Justino (año 155), San Ireneo (año 200).

Y también debemos recordar la gran diferencia que existe entre esa Presencia Real, física, Oblativa de Nuestro Señor en la Eucaristía y una presencia simplemente espiritual que puede darse en el ser humano como fruto de su fidelidad a los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, no como fruto sólo de buenos actos que el ser humano, indiferentemente de si cree o no cree, o de su pertenencia o no pertenencia a la Iglesia Católica, pueda realizar en procura de un bien temporal del prójimo y/o de la sociedad. Jesús no está presente en alguien que le rechaza sea por vive en cualquier situación de pecado grave, o por profesar cualquier otra religión fuera de la única verdadera, la Católica.

Recordemos que el diablo especialmente en estos tiempos de tanta confusión Doctrinal, Litúrgica, Moral y Pastoral trata y seguirá tratando de engañar si le fuera posible incluso a los elegidos para apartarnos de Jesús,  así como para lograr que la Iglesia caiga en apostasía y en cisma.

Debemos mantenernos muy unidos, siempre y cuando esa unidad tenga como fundamento la Verdad total del Depósito de la Fe que el Señor le confió a su Iglesia Católica (no “iglesias nacionales o locales”), muy especialmente en lo referente directa y principalmente a Dios Uno y Trino, así como lo referente a la “Iglesia esencialmente Jerárquica y Liturga”, responsable entre otras cosas de defender y promover la verdadera relación del ser humano con Dios Creador, Salvador y Santificador, hasta que al fin, no sólo con bondad y devoción, sino en una auténtica vivencia eclesial mente sacramental lleguemos todos al Reino Eterno de Dios.

Y para terminar, es Jesús mismo quien no nos dice:  “Yo les daré una figura mía, un retrato mío”, sino que él nos dice sin ambigüedades, sin simbolismos, con toda claridad y firmesa:  “El pan que yo daré es mi carne, vida del mundo... El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día” (San Juan 6:51 y  54).


Con mi bendición, 

Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez,
o.c.e.