LA ADORACION, SENDERO A LA OBLACION

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI
                                                              
Jueves 19 de Junio de 2014
                                                
                                  1 Corintios 11: 23-29; Salmo 144: 15-16;
                                                                                     San Juan 6: 56-59               


Muy queridos hermanos en Cristo Jesús:

Hoy la alegría de la verdadera Iglesia Católica es grande, pero al mismo tiempo debe ser una alegría totalmente diferente a la alegría pasajera y falsa del mundo.  La alegría de la Iglesia, y consecuentemente de cada uno de los Fieles, ha de ser una alegría sumamente profunda… y comprometedora en el sentido del camino de la santidad.   Y ustedes pueden comprenderme por qué lo digo.  Lo digo porque hoy, Jueves después de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia Católica celebra la grandiosa e importantísima Solemnidad del Corpus Christi,  Solemnidad de la Eucaristía, Solemnidad de Jesús Hostia…  Solemnidad en la que se nos permite darle a Jesús lo que ÉL merece, adoración, contemplación, apertura a su real acción desde este insondable misterio, para que luego podamos ser y vivir aquello que es más conforme con la Santísima Voluntad del Padre Celestial.
Ahora bien, por la constante relación con los fieles, especialmente en la Confesión y en la dirección espiritual he venido comprobando que en realidad no todos comprenden lo que realmente es la adoración, ya que muchos confunden adoración con oración de petición, petición de perdón, petición de favores divinos en las diversas necesidades temporales como son las familiares, las económicas, las de salud, las de trabajo, y también la confunden fácilmente con la acción de gracias por muchas cosas y situaciones de la vida personal, social, nacional, internacional, comprobando así que el ser humano está encerrado en sí mismo y en lo puramente temporal y social.  Y eso es una de las causas por las que la Iglesia se conceptúa y se ve equivocadamente como “una simple O.N.G.”, triste realidad que S.S. el Papa Francisco volvió a denunciar hace unos tres días, cuando decía:  
 “Los planes pastorales son necesarios, pero no son lo esencial, señaló el lunes el Papa Francisco, al recordar a sacerdotes y  catequistas que los fieles necesitan ver en la Iglesia a una Madre que los acoge con la mirada y la compasión de Jesús y no una ONG”…  “¡Madre! No una ONG bien organizada, con tantos planes pastorales...Tenemos necesidad de ellos, pero no son lo esencial” -dijo el Papa- “son una ‘ayuda’ a la maternidad de la Iglesia”. “Si la Iglesia no es madre, es feo decir que se vuelve solterona, pero, ¡se vuelve solterona! ¡Es así!: no es fecunda”…  “Una nueva mirada que nace del encuentro con Él en este camino de conversión, camino que no es fácil – observó Francisco – porque se trata de “cambiar la vida, cambiar el método y cambiar muchas cosas, también el alma”. “Es este el camino que nos dará la identidad cristiana de un pueblo que ‘sabe generar los hijos’ que es el gran desafío de la Iglesia hoy: ‘ser Madre”.
Debemos entonces llegar a comprender que la verdadera adoración no es nada de eso, ni siquiera planes pastorales que muchas veces se han convertido en simples planes de ayuda social.   La verdadera adoración cristiana, católica es algo mucho más profundo y comprometedor:  es llegar a la Presencia Real,  no sólo espiritual, de Nuestro Señor Jesucristo, ante todo con una actitud de profunda humildad, en reconocimiento de su realidad como Dios y Hombre verdadero, realmente presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad bajo las Especies Eucarísticas, como Salvador y Señor;  y consecuentemente con el sentimiento de la más absoluta  ,dependencia del ser humano en relación con ÉL, Único y Verdadero Rey del Universo desde este Misterio de la Eucaristía.  Por tanto, no ha de ser pensando en nosotros ni en las demás personas humanas como hemos de postrarnos ante ÉL, sea en el Sagrario, sea en el Altar del Sacrificio durante la Santa Misa, sea en la Custodia durante las Horas Santas.  Hemos de postrarnos ante ÉL radicalmente, absolutamente centrados con corazón, mente, voluntad, cuerpo y espíritu en ÉL como Nuestro Dios, como nuestro Salvador, como nuestro Señor, y además verdaderamente dispuestos, abiertos no sólo a lo que ÉL nos quiere dar, sino también a lo que ÉL merece de parte nuestra, lo que ÉL tiene derecho de pedirnos, lo que hemos de darle, no sólo de aquello que tenemos, sino sobre todo muy especialmente de lo que somos, o sea una verdadera y constante conversión de corazón, de mente, de voluntad, conversión, cambio de vida. 
Y ello ha de fructificar ampliamente en nuestra vida, pero primeramente en nuestra misma relación con Cristo, “Camino, Verdad y Vida”.   Así podremos descubrir y experimentar, aunque sea un poquito, lo que Jesús vive realmente en su Misterio Eucarístico, que ha de ser la meta inmediata de una auténtica vida eucarística, que no puede ser considerada jamás como una simple devoción, sino como algo verdaderamente esencial en la vida de todo verdadero cristiano:  vida eucarística, vida eucarística, vida eucarística…
Entonces, ¿qué vive Jesús en la Eucaristía?.  Ya en muchas ocasiones me he referido a esto en dos direcciones:  Jesús en la Eucaristía se entrega a la Gloria del Padre… y Jesús en la Eucaristía se nos entrega a nosotros para darnos vida en plenitud.  Pero ahora debemos continuar profundizando en la comprensión de ello.  Y dicha profundización me permite sintetizar ambas direcciones en una sola realidad que Jesús vive en la Eucaristía:  Jesús es Hostia, y siendo Hostia se oblaciona.  Y quien esto descubre se sentirá impulsado por el Espíritu Santo a vivir exactamente esa oblación que Jesús vive en y desde el Sagrario, en y desde el Altar.  En Jesús, con Jesús, por Jesús, hemos de esforzarnos por llegar a ser también nosotros Oblación para la Gloria del Padre, Oblación para alcanzar las gracias de salvación y santificación para toda la Iglesia, para toda la humanidad.
Tendría que ampliar sobre este asunto de la Oblación que Jesús vive, que nosotros hemos de vivir en y desde el Misterio Eucarístico…  Pero siendo ello demasiado amplio y profundo, continuemos viviendo el esfuerzo por lograrlo progresivamente, con el gozo de conocer la guía preciosa que Jesús mismo nos ha dado en tantas páginas del Evangelio.  Y por ello quiero culminar hoy afirmando que quien vive realmente esta hostificación de su persona, de su vida, de su actividad,  estará viviendo eucarísticamente la preciosa página de las Bienaventuranzas.  Jesús Hostia “es pobre de espíritu”, Jesús Hostia “es manso”, Jesús Hostia “llora” sobre nuestros pecados, Jesús Hostia es “Justo”,  Jesús Hostia “es Misericordioso”, Jesús Hostia “oblaciona su Sagrado y Purísimo Corazón”,  Jesús Hostia “es y entrega Paz”, Jesús Hostia “es perseguido” especialmente por gobiernos materialistas y relativistas, manipulado, mal interpretado directamente tanto en este Augustísimo Sacramento como en sus Miembros los Fieles.  Nosotros hemos de ser también “Almas Hostia pobres de espíritu”, “Almas Hostia en Mansedumbre”, “Almas Hostia capaces de desagraviar por los propios y ajenos pecados”, “Almas Hostia Justos” con Dios y con el prójimo,  “Almas Hostia misericordiosos”,  “Almas Hostia Puros”, “Almas Hostia constructores de paz”,  “Almas Hostia dispuestos a ser perseguidos por causa de Jesús Hostia”.
Por tanto, si adoramos realmente, si adoramos y desagraviamos, así, olvidados de nosotros mismos y de lo puramente material y temporal, sincera, amorosa y valientemente centrados en Jesús Hostia, lograremos establecer su Presencia y Reinado en nosotros y a nuestro alrededor, para llegar a ser “imitadores de Dios, como hijos amados, y caminemos en el amor, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio de fragante y suave olor.”  (Cf. Efesios 5: 1-2)
Adoremos, desagraviemos a Jesús Hostia, seamos oblación en Jesús Hostia Oblativa.


Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.