Experiencia de la Fe, frente al mundo


DOMINGO 2do.  DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
22 de Junio de 2014
I San Juan 3: 13-18;  Salmo 119: 1-2;
 Salmo 7: 2; San Lucas 14: 16-24



Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

Hoy la Palabra del Señor nos permite profundizar en dos temas realmente importantes, el primero de los cuales debo mencionarlo, pero por las circunstancias que nos rodean no me centraré en él, para pasar de inmediato al segundo, que considero urgente.

El primer tema sin duda es el amor a todas las personas, especialmente a los hermanos en la fe, lo cual lastimosamente falta mucho hoy día entre los católicos, entre los cuales por lo contrario se ve una gran indiferencia de unos para con otros.  Concretamente aquí en Costa Rica se ve mucho esa indiferencia, solamente aflora el interés por el bien temporal de otros cuando se presentan ciertas calamidades de orden público, y entonces incluso en los medios de comunicación social ensalzan la “solidaridad del pueblo”. 

Pero ante las necesidades comunes de hermanos en la fe, y no hablo sólo de las necesidades temporales sino muy especialmente me refiero a las necesidades morales y espirituales, no se da lo que es realmente cristiano, más allá de una simple solidaridad filantrópica.  Puedo mencionar como ejemplo muy grave la indiferencia tan fuerte en la mayoría de los católicos por las situaciones de pecado en que vive una gran porción del pueblo, muchas veces promovidas por los mismos gobiernos.  Y a esa indiferencia se une la cobardía y el consiguiente silencio para vivir, anunciar y promover una auténtica vida de santidad, la cobardía y el silencio para vivir, anunciar y promover una gozosa y valiente actitud contra las corrientes mundanas del materialismo y el relativismo.  Y esto sólo se superará cuando realmente se renueve la verdadera experiencia de la Fe, la verdadera experiencia de Jesús en todo su Misterio Eucarístico.

Y en cuanto al segundo tema, ya lo hemos mencionado en variadas ocasiones desde hace algún tiempo, pero que va adquiriendo cada día más actualidad en la vida no sólo de la Iglesia en general, sino en la vida de los verdaderos cristianos, aquellos que sí procuramos vivir esa experiencia necesaria, urgente, de Jesús Hostia.  Me refiero a lo que expresa el Apóstol San Juan:  “No os maravilléis si el mundo os aborrece.  Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos”  (I San Juan 3: 13).  O sea, el Apóstol hace una relación muy clara entre el primer tema que acabo de señalar, el amor a los hermanos en la fe y lo segundo, a lo que ahora me refiero. 

Quienes en el verdadero discipulado de Jesús Hostia nos interesamos por la salvación y santificación de los hermanos, somos aborrecidos por el mundo.   Sí, hermanos, vivimos en una Iglesia infiltrada por el enemigo del Señor, una Iglesia que, como lo decía S.S. el Papa Francisco el pasado lunes, no es Madre, y “Si la Iglesia no es madre, es feo decir que se vuelve solterona, pero, ¡se vuelve solterona! ¡Es así!: no es fecunda”…  ¿Y qué significará que la Iglesia es solterona?  Pues que es un conjunto de indiferentes, de egoístas, de encerrados en sus comodidades, en sus seguridades, en sus placeres.  Y estos, a los que no somos como ellos, nos aborrecen y ya nos están persiguiendo, en algunos países de manera incluso violenta y sangrienta, y en otros como Costa Rica, de una manera diferente, sutil, engañosa, pero igual de fuerte y dañina para el pueblo en general, que nace, crece, se desarrolla sin una verdadera fe, sin experiencia cierta de Jesús.

No se realiza una verdadera evangelización en Jesús, desde Jesús, hacia Jesús, sino que se realiza una simple pastoral social, de beneficencia social, de justicia social, y cuando se denuncia alguna situación de injusticia, de inmoralidad, se hace en un plano puramente humano, con el mismo ser humano como centro y meta de todo esfuerzo.  No se enseña quién es verdaderamente Jesús, se le presenta como un líder político y social, como un guerrillero, o como un simple servidor/esclavo del ser humano.  No se enseña ni comunica la práctica de una verdadera vida de oración, como tampoco se enseña ni comunica la práctica de las virtudes cristianas, antes al contrario, se rechazan y hacen objeto de burla, por ejemplo la virtud de la pureza.  Se prohíbe el uso público de signos religiosos, incluyendo el rechazo y la burla en relación con la Sotana Eclesiástica y los Hábitos de los y las Consagrados (as), y culminando este breve cuadro, se ha tergiversado y adulterado gravemente la Liturgia con la práctica de abusos graves, profanos y sacrílegos en su celebración hasta el hecho de que en muchas ocasiones se engaña a los fieles especialmente en la Santa Misa por la consagración no válida al cambiar las palabras que han sido decretadas por S.S. el Papa Emérito Benedicto XVI, y se pretende obligar a todos a participar de Liturgias inválidas, así como también a ser tolerantes con el materialismo y el relativismo imperante en los gobiernos y sociedades, así como con la ambigüedad en la presentación de la Doctrina, que lleva a confusiones teológicas y morales, que tienen como una de sus consecuencias el que más de un católico ignorante y débil en la Fe permanezcan en una actitud de quemeimportismo cómodo, egoísta y cobarde, o bien busque otras agrupaciones fuera de la Iglesia Católica.  A este respecto decía precisamente hace dos días S.S. el Papa Francisco:  “La libertad religiosa no es sólo aquella de un pensamiento o de un culto privado –explicó el Papa-. Es libertad de vivir según los principios éticos consecuentes a la verdad encontrada, ya sea privadamente o públicamente. Éste es un gran desafío en el mundo globalizado, donde el pensamiento débil –que es como una enfermedad– disminuye también el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia se termina por perseguir a los que defienden la verdad sobre el hombre y sus consecuencias éticas”.  (Vaticano, 20 de Junio, discurso al Congreso Internacional sobre ''La libertad religiosa según el derecho internacional y el conflicto global de los valores'', AciPrensa, 21 de Junio).

Se ocultan las verdaderas directrices de la Santa Sede, o se publican tergiversadas, se permite la llegada al país de líderes lobos con piel de oveja, incluso sacerdotes que han traicionado la Fe, para que impartan sus enseñanzas equívocas y engañosas, mientras a quienes deben y desean comunicar la verdad revelada, incambiable, y la verdadera moral, así como celebrar la Liturgia según lo merece realmente Dios Uno y Trino conforme a los cánones establecidos por la Autoridad Suprema se les obliga a guardar silencio y se les impide toda actividad litúrgica y pastoral públicas.

Y ¿cómo responder, cómo actuar ante esto?:  Por supuesto que de ninguna manera podemos adoptar medidas violentas, ofensivas, engañosas, imprudentes, contrarias al espíritu del Evangelio y a la obediencia debida a la Autoridad Suprema de la Iglesia.  Lo primero que hemos de hacer es vivir la Fe con integridad, con humildad,  testimoniando valientemente la fidelidad a Jesús antes que a la familia, antes que a la Patria, prefiriendo perder los favores del mundo antes que perder a Jesús, prefiriendo incluso la muerte antes que perder el Estado de Gracia, esforzándose por lograr una auténtica vida eucarística con la vivencia diaria de la Santa Misa y la Sagrada Comunión, llegando a la práctica diaria, constante, de la Adoración y el Desagravio, que podría culminar  en la hostificación y oblación de la propia persona y vida de cada uno, así como en unión con lo anterior la necesaria vida de oración, incluyendo la oración por aquellos que estén motivando de una u otra forma toda la persecución contra Jesús y los cristianos para que se conviertan,  como también se hace urgente la autoformación permanente para estar necesaria y correctamente informado sobre la vida de la Iglesia en el mundo sin ser del mundo, aprendiendo lo que es la verdadera obediencia cristiana, que puede traer consigo el tener que desobedecer pacíficamente pero valientemente a cualquiera que pretenda obligar cosas que vayan contra Jesús, contra la Fe, la Esperanza y la Caridad.  Culminando todo lo anterior con la implantación del verdadero espíritu cristiano en todos los ámbitos de la sociedad.  No vivamos según los criterios del mundo, vivamos según los criterios de Jesús, que ÉL sintetizo en su Sermón de las Bienaventuranzas junto con la práctica de las obras de caridad materiales y las espirituales.  Así seremos capaces de imitar a nuestros primeros hermanos en la Fe, con la conciencia y la disposición de que ello podría traernos la gracia inmerecida e inesperada, pero muy posible hoy día, del martirio por Jesús y el establecimiento de su Reino en el universo.

¡Adoremos a Jesús privada y públicamente!  ¡Desagraviemos a Jesús privada y públicamente!  ¡Anunciemos a Jesús con la vida, con la palabra, con los actos, con el paso a la eternidad, en una vida corta o larga, conforme a la Voluntad de Dios, suceda lo que suceda, digan lo que digan.  Jesús ayer, hoy y siempre.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.