NAVIDAD ES EL AMOR DE DIOS |
SOLEMNIDAD DE NAVIDAD
Misa del día
Hebreos
1:1-12; Salmo 97: 3 y 2;
Evang.
San Juan 1:1-14
Esta Navidad, debe ser una
Navidad de contemplación, de adoración, de transformación, en Cristo. Ahora bien ¿qué
significa transformación? Llegar al encuentro auténtico con el Hijo de Dios que se hace Hombre, con el Hijo de
Dios que sin dejar de ser Dios, se hace Hombre, asume en sí mismo toda la
realidad humana, por eso nace como Niño,
El como Dios que es podría haber podido tomado la naturaleza humana ya como un
hombre maduro, sin necesidad de tener una mamá, sin necesidad de tener un papá
adoptivo. ÉL asumió toda la naturaleza humana, por eso nace verdaderamente y
nace del seno de una Mujer, y para todavía darnos a entender mejor esa
realidad, quiere tener un papá, aunque adoptivo, quiere tener un papá ante la
ley del mundo.
Encontrémonos con ese Dios-Hombre y hagamos lo que nos dice
la Palabra, esa Palabra que nos dice: Adórenle,
porque solamente quien adora a Jesús es capaz de llegar a ser verdaderamente
ser humano redimido por el Amor Misericordiosísimo de Dios; pero hermanos ¿qué
significa entonces ahora ser redimido por el Amor Misericordiosísimo de Dios? Significa vivir todo el Misterio del Dios
hecho Hombre, y me voy a permitir resumir, sintetizar todo ese Misterio del
Dios hecho Hombre en cuatro momentos, cuatro momentos con cuatro lugares que se han dado
verdaderamente en toda la historia de la salvación.
Un
primer lugar: Belén.
En Belén nace el Dios – Hombre.
Segundo
lugar: La última Cena, en el Cenáculo, Jesús
instituye aquellos Sacramentos, a través de los cuales ÉL va a
perpetuar su Misterio Salvífico hasta el
final de los siglos: Eucaristía y Sacerdocio.
Tercer
lugar: Su Pasión y
su Muerte en el Gólgota, para eso
se hace Hombre, sin dejar de ser Dios, para dar su Vida como Dios y como Hombre para rescatarnos y permitirnos
sumergirnos en su Misterio Salvífico y plenificante.
Cuarto
lugar: Es el momento que se
perpetuará hasta el final de los siglos:
El Altar del Sacrificio.
Belén, Cenáculo, Gólgota y Altar del Sacrificio. Cuatro momentos, cuatro lugares, que nos
sintetizan todo el Misterio del Dios hecho Hombre, de ese Dios que Ama, de ese
Dios que siendo la Verdad, se comunica como la Verdad y que sin embargo sigue
siendo despreciado y ultrajado.
Entonces ¿qué significa dejarse transformar por Cristo, qué
significa amar a Cristo, qué significa servir a Cristo? Significa que nuestro
corazón es de Cristo, significa que nuestros sentimientos son de Cristo,
significa que nuestros deseos son de Cristo, significa que nuestros ojos son
los de Cristo, significa que nuestro olfato es el de Cristo, significa que
nuestra lengua es la de Cristo, tanto para hablar, como para alimentarnos, significa
que nuestros oídos son los de Cristo, significa que nuestros pulmones son los
de Cristo, significa que nuestras manos, nuestros brazos son brazos y
manos de Cristo, significa que nuestras
piernas y pies, son piernas y pies de Cristo, significa que todo nuestro cuerpo
es de Cristo, significa que todo nuestro ser material, espiritual y moral es de
Cristo, significa que nuestro interés es de Cristo, significa que en todo vamos
a hacer lo de Cristo, significa que en todo vamos a ver la Mano providente de
Dios, en la que por Cristo perseveramos, para que también nosotros en Cristo
nos unamos a Dios, porque sólo en Dios está la Verdad, porque sólo en Dios está
la plenitud, porque sólo en Dios está la Eternidad, porque sólo en Dios somos y
seremos eternamente.
Vivamos
el Misterio de la Navidad, proyectemos
el Misterio de la Navidad a toda nuestra vida, nos toque vivir un día más, nos
toque vivir una semana más, nos toque vivir un mes más, nos toque vivir un año
más, nos toque vivir cinco años más, nos toque vivir diez años más, nos toque
vivir lo que nos toque vivir aquí en la tierra, para continuar luego viviendo
como Dios quiere en su Gloria por toda
la eternidad, habiendo sido constructores del Misterio y del Reino de Cristo en
el tiempo, porque el tiempo es para eso, el tiempo que Dios nos permita en la
tierra es para construir el Reino de Dios, es para implantar el Misterio de
Cristo, porque solamente en el Misterio de Cristo hay vida, sólo en el Misterio
de Cristo hay plenitud, sólo en el Misterio de Cristo hay gozo, sólo en el Misterio
de esos cuatro momentos, esos cuatro lugares, hay vida, plenitud en Dios.
Que
nunca desaparezca de nuestra vida el Belén, el Cenáculo, el Gólgota, el Altar del
Sacrificio, para que un día lleguemos al quinto y definitivo momento: El Reino Eterno y Glorioso de Dios. Así sea.
Pbro. José Pablo
de Jesús Tamayo Rodríguez. o.c.e.