SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
MISA DE MEDIA NOCHE
24 de Diciembre de 2013
Tito 2: 11-15; Ps. 109: 3 y 1;
San Lucas 2: 1-14
Muy
queridos hermanos en Cristo:
¿Es
la Navidad una fiesta de la sociedad para la sociedad? ¿Es la Navidad una fiesta de la Navidad para
los necesitados de cosas materiales y temporales? Jesús mismo responde esas preguntas cuando,
por el salmista dice: “El oprobio me
destroza el corazón y desfallezco; esperé que alguien se compadeciese, y no
hubo nadie; alguien que me consolase, y no lo hallé” (Salmo 68: 21), y luego ÉL mismo
personalmente le reprocha a Judas Iscariote:
“Porque pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no me tenéis
siempre.” (San Juan 12: 8). Por lo cual,
Navidad es Fiesta de la Fe de la Iglesia que celebra a su Salvador y
Señor. Así pues, como “Pueblo
consagrado”:
En
el gozo de estas celebraciones de la Navidad, viviéndolas como hemos dicho en
los días anteriores: “Navidad de
Adoración”, “Navidad de contemplación”, “Navidad de Transformación”, hemos de
ser capaces de vivir la realidad: Jesús
Nuestro Señor ya nació hace dos mil años.
Lo que ahora celebramos no es un inicio.
Es la continuidad del hecho salvífico que, desde Belén hasta el Gólgota,
se perpetua en el tiempo de la historia de la salvación para todos y cada uno
de los que gozosa, humilde y valientemente creemos en el Jesús verdadero, Dios
que haciéndose Hombre, está presente y actúa en nuestras vidas, para que
viviendo sobria, justa y religiosamente, peregrinemos hacia la eternidad como
pueblo consagrado, con los pies bien puestos en el espacio y el tiempo, pero
con el corazón y la mirada dirigidos al Reino Eterno.
Por
eso no podemos contentarnos con vivir según la doctrina católica, sino que
debemos dar fruto de esa adoración, de
esa contemplación, de esa transformación, demostrando con toda nuestra vida que
realmente no vivimos egoístamente para nosotros, sino que vivimos “per ipsum”,
vivimos “cum ipso”, vivimos “in ipso”.
Expresando lo anterior de otra forma, desde la vivencia litúrgica de la
auténtica Navidad, la Navidad Eucarística, que sea Jesús en el ser integral de
todos los hombres que dicen ser católicos, que sea Jesús en el ser integral de
todas las mujeres que dicen ser católicas, que sea Jesús en el ser integral de
niños y niñas, que sea Jesús en el ser integral de todos los jóvenes varones
que se comportan con pureza como San José, que sea Jesús en el ser integral de
todas las señoritas que muestran su pureza como María Santísima.
Que
sea Jesús, que por la Eucaristía sigue naciendo y entregándose en el pesebre de
la Iglesia, que es el Altar del Sacrificio, quien sea entonces adorado,
contemplado, servido, amado por los “pobres de espíritu…hombres de buena
voluntad”, únicos que tendrán la capacidad de cambiar este mundo de oscuridad
en el mundo luminoso de la Gracia, de la Verdad y del Amor, que será capaz de
unirse al Sacerdote para exclamar en el poder del Espíritu Santo:
“Por Cristo, con ÉL, y en ÉL,
A Ti, oh Padre Omnipotente,
En la Unidad del Espíritu Santo,
Todo Honor y Gloria.”
Pbro Jose Pablo de Jesús Tamayo R.