Dom. V después de Pascua, 5 de Mayo 2013


 DOMINGO 5to. DESPUÉS DE PASCUA
Santiago 1: 22-27;  Juan 16: 23-30

5 de Mayo de 2013



Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:

Nos dice el Apóstol Santiago:  “Sed ejecutores de la palabra y no oyentes tan sólo, engañándoos lastimosamente a vosotros mismos”.   Al mirarnos en el espejo de la propia conciencia, en el necesario ejercicio del examen de conciencia cada noche, ¿cómo se reconoce cada uno?  ¿Cómo un católico tibio, mediocre, del montón?  ¿O puede cada uno reconocer el rostro de un bautizado, insertado por así decirlo en Cristo y en su Cuerpo Místico y vivo que es la Iglesia?  ¿Estamos por ello dispuestos incluso a morir antes que perder un solo instante a Jesús?

¿Estamos también dispuestos todos los días a orar, no sólo para pedirle al Señor lo que nosotros queremos, o lo que consideramos que necesitamos tanto en lo personal como en lo eclesial, sino también muy especialmente estaremos dispuestos a pedirle que nos descubra realmente su Santísima Voluntad para con cada uno, no lo que pensamos humana y temporalmente, sino lo que ÉL anhela darnos a cada uno para la santificación personal, lo que el anhela dar a cada uno para la santidad de la Iglesia, así como para la salvación de toda la humanidad, de toda la sociedad?

Considero que con todo esto viene muy al caso precisamente lo expresado tan sabia y oportunamente por Su Santidad el Papa Francisco, en sus homilías de los días anteriores, lo cual me permito transcribir  hoy.  Dice:
 "…Cuando la Iglesia pierde el coraje, entra en la Iglesia la atmósfera de la tibieza. Los tibios, los cristianos tibios, sin coraje… eso hace tanto mal a la Iglesia, porque el temor te lleva adentro y comienzan los problemas entre nosotros: no tenemos horizonte, no tenemos coraje, ni el coraje de la oración hacia el cielo ni el coraje de anunciar el Evangelio. Somos tibios".
"Y debemos tener el coraje de meternos con nuestras pequeñas cosas, con nuestros celos, nuestras envidias, con el arribismo, con el avanzar egoístamente… En todas estas cosas porque esto no hace bien a la Iglesia: ¡La Iglesia debe ser corajuda! ¡Todos nosotros debemos ser corajudos en la oración, confiando en Jesús!"
El Papa dijo que todos los cristianos, los que han recibido la fe "debemos transmitirla, debemos proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra" para que más personas conozcan la "fe en Jesús Resucitado, en Jesús que ha perdonado los pecados con su muerte y nos ha reconciliado con el Padre".
"Y transmitir esto nos pide a nosotros ser corajudos: el coraje de transmitir la fe. Un coraje, algunas veces, simple. Recuerdo –discúlpenme– una historia personal: de niño mi abuela cada Viernes Santo nos llevaba a la procesión de las velas y al final de la procesión llegaba el Cristo yacente y la abuela nos hacía arrodillar y nos decía a los niños: ‘Vean que está muerto, ¡pero mañana estará resucitado! La fe entra así: la fe en Cristo muerto y resucitado. En la historia de la Iglesia han sido tantos que han querido esfumar esta certeza fuerte y hablan de una resurrección espiritual. ¡No, Cristo está vivo!
"Cristo está vivo y está vivo entre nosotros", dijo luego el Papa que reiteró su exhortación a tener el coraje de anunciar su Resurrección, la Buena Noticia.
"Jesús –por decirlo un poco fuertemente– nos desafía en la oración y nos dice así. ‘Cualquier cosa que pidan en mi nombre lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo’. Si me piden cualquier cosa en mi nombre, yo la haré… ¡Qué fuerte es esto! (…) ¿Tenemos este coraje en la oración?”  (Estas citas de S.S. Francisco han sido tomadas directamente de AciPrensa del sábado 4 de Mayo 2013).
Muy queridos hermanos y hermanas, tengamos por tanto el coraje de ser santos. No dialoguemos con el diablo a través de las costumbres y principios anticristianos, inmorales, alcahuetas, del mundo materialista y relativista en el que vivimos pero del cual no debemos ser parte, y ante el cual debemos por lo contrario dar testimonio de Cristo muerto y resucitado, aunque sea hasta la muerte… incluso en el martirio.
No nos contentemos con “no pecar gravemente”… No seamos tibios,  seamos como exhorta Su Santidad Francisco, cristianos de coraje evangélico.  Si nos gozamos en la Liturgia bien celebrada, demos testimonio de que la misma nos sumerge en Dios Uno y Trino, y por tanto nos conduce cada día más fuertemente por los senderos de la santidad, por los caminos del testimonio fuerte, valiente,  sincero, constante.
Vivamos amando a Jesús, vivamos amando en la Verdad al prójimo cercano y al prójimo lejano.  Vivamos orando, vivamos desgastándonos por el Señor y por la Iglesia.
Viviendo en Dios seamos testigos de su Verdad, seamos testigos creibles de su Amor.  Seamos testigos creibles de su Reino presente pero trascendente, hacia el cual peregrina la Iglesia.
Vivamos en santidad, vivamos en la Cruz de Cristo, y gocémonos en la santidad de la Iglesia que llevará multitudes apocalípticas a la Gloria de Dios Uno y Trino.  Así sea
Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.
"¡ADORATUS ET SATISFACTUS IESUS OBLATUS!"
"¡NUNC ET SEMPER, HIC ET OMNIUM LOCUM IN AETERNUM!"