Solemnidad de la Ascensión del Señor 12 de Mayo 2013


SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO




Hechos de los Apóstoles 1: 1-11; Sal. 46: 2-9;
Efesios 1: 17-23;  S. Lucas 24: 46-53
Domingo 12 de Mayo del 2013

.

Muy queridos hermanos en el Señor, celebramos esta Eucaristía, sirviendo a Dios y a ustedes en lo que se refiere a Dios, porque esa es la misión que tenemos los Sacerdotes.

Queridos hermanos estamos hoy celebrando la Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los Cielos, centrémonos por tanto en la persona de Jesucristo y hagamos esto no de cualquier manera, no solo en el ámbito mental, hagámoslo vivencial con todo nuestro ser, aceptando la ayuda que Dios nuestro Señor nos da a través de los signos:  El punto de referencia en esta acción que estamos realizando no es el Sacerdote, es Cristo, y por eso las normas litúrgicas de la Iglesia nos recuerdan que es conveniente que el crucifijo, signo de Cristo, ocupe el lugar central en el  Altar, no sólo para los fieles sino también para el Sacerdote, por eso lo he puesto en el Altar. 
La Liturgia es la acción sagrada, es el acto de Dios que en la Iglesia y con la Iglesia realiza el acto más importante que puede haber en el mundo entero, la adoración a Dios, y a comprender y vivir esto, queridos hermanos, nos ayuda inmensamente la Solemnidad que estamos celebrando.

Queridos hermanos, ¿qué es en realidad la Ascensión al Cielo de Nuestro Señor?:   Siempre que se menciona la Ascensión de Jesucristo a los Cielos como que inmediatamente aún sin quererlo nos referimos al cielo, a la atmósfera, y eso no es el Cielo, el Cielo es Dios mismo;  para nosotros los católicos que vivimos la fe y precisamente estamos en el año de la fe, además de que también estamos en el año eucarístico, la fe es vivir en el tiempo, es vivir en Dios, por tanto, la Ascensión del Señor al Cielo no fue un acto físico de subir, sino que fue más bien un acto de orden teológico que yo lo defino con el verbo ocultar, Cristo ascendió, Cristo se ocultó a nuestra vista humana, pero permanece con nosotros; El mismo lo dijo en otro lugar del Evangelio, Yo permanezco con vosotros hasta el final del mundo  y permanece no sólo de una manera mística, permanece no sólo de una forma espiritual, permanece de una manera real como Fuente, Centro y Cumbre de toda la vida de la Iglesia, de toda la vida de cada miembro de la Iglesia, permanece como Fuente, Centro y Cumbre en la Sagrada Eucaristía, pero ahí está oculto, y muchas veces queridos hermanos, nos hemos olvidado de su Presencia Viva, Real, Central en la Eucaristía, Cristo Ascendió a lo que lo hace más real todavía que si lo pudiéramos ver con nuestros ojos, porque si a Cristo lo pudiéramos ver con nuestro ojos, de pronto nos olvidariamos de que El, al mismo tiempo que es Hombre es Dios, y como Hombre y como Dios que se oculta en su Presencia Divina nos envía el Espíritu Santo.

 ¿Y para qué nos envía el Espíritu Santo?:  para que no seamos los tristes católicos que se dejan vencer por cualquier situación humana y temporal, problemas ecónomicos, problemas morales, problemas sociales, problemas políticos, corrupción en la sociedad, corrupción en el Gobierno, sentimientos de soledad, sentimientos de fracaso, etc.  eso nos rodea, no lo vamos a negar, pero queridos hermanos, eso vence al que no vive la fe, en cambio el que vive la fe, quien se une a Cristo Dios verdadero en la Eucaristía, quien se une a Cristo Vivo verdaderamente presente y actuante en la Liturgia tiene el gozo del Espíritu Santo y no se deja vencer por nada y antes que convertirse en un parásito de la sociedad, antes que convertirse en un parásito aún de la misma Iglesia se convierte en testigo de Cristo ante el mundo. 

Queridos hermanos, debemos ser discípulos de Cristo, debemos vivir en Cristo por una profunda vivencia de la Liturgia, por una profunda vivencia de la Eucaristía y sin ningún miedo a nada ni a nadie lanzarse a ser testigo de Cristo en el mundo que nos rodea.  El mundo tiene todos esos problemas que sinteticé hace un momento, y saben una cosa, el mundo nos espera a todos los católicos para que le demos una razón de vivir, porque la única razón válida de vivir es:  Cristo.  y nosotros tenemos ese compromiso de darles ese  testimonio al mundo. 

Por tanto les invito hermanos a que no tengan miedo, por la Eucaristía vivan en Cristo, y si lo perdieron recupérenlo por la confesión, y no lo vuelvan a perder y díganle al mundo con sus actitudes, con sus gestos, con sus palabras, con sus actos, con sus sentimientos, con su forma de vivir, con su forma de vestir, con su forma de hablar, manifestando en sus gestos el gozo de vivir en Cristo, díganle al mundo que vale la pena vivir en Cristo, porque sólo el que vive en Cristo, se prepara para aquello que tampoco podemos olvidar, la trascendencia del Reino de Dios, al cual Cristo ya nos llevó siempre y cuando estemos unidos a ÉL, siempre y cuando vivamos la Eucaristía.  Consecuentemente hermanos, en Cristo, por Cristo y para Cristo, hoy y siempre en la alegría y en la tristeza, en la enfermedad y en la salud, en el fracaso y en el triunfo…

Por eso el Señor Dios nos dejó a Cristo como Cabeza para que ÉL sea todo en todo y en todos y así reinaremos eternamente. Queridos hermanos, ni siquiera la muerte puede vencernos, la muerte es sólo un paso, es el paso que todos nosotros como seres humanos hemos de dar para imitar a Cristo en su Ascensión, o sea en nuestro sumergimiento en la realidad eterna, trascendente, gloriosa del Reino de Dios.  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡ADORATUS ET SATISFACTUS
IESUS OBLATUS SIT!”

“¡NUNC ET SEMPER, HIC ET OMNIUM
LOCUM IN AETERNUM!”