Domingo in Albis 3013, El Señor entrega su Misericordia por los Sacramentos

DOMINGO
 IN ALBIS
FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA




I Epístola de San Juan 5: 4-10;
Evangelio según San Juan 20: 19-31






Muy queridos hermanos y hermanas:

 Celebramos hoy la Octava de Pascua, que coincide providencialmente con la Fiesta de la Divina Misericordia.  Hermanos, ¿dónde recibimos nosotros esa Divina Misericordia en el momento actual de la vida de la Iglesia y de la vida de cada uno?  Por supuesto que habiéndola recibido en un primer momento en el Bautismo, sin embargo, hemos de restaurarla y fortalecerla frecuentemente en aquel Sacramento del cual nos habla hoy el Señor en el Evangelio:  el Sacramento de la Reconciliación, el precioso Sacramento en el cual el Señor Jesús actúa directamente aunque a través del sacerdote, no sólo para perdonar, sino también para transformar, iluminar, fortalecer nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras voluntades, y de esa manera podamos cumplir la Voluntad Santísima del Señor, que seamos uno en ÉL como ÉL es uno en el Padre y el Espíritu Santo.

Ahora bien, el cumplimiento de ese anhelo del Corazón Misericordioso de Nuestro Señor no llegaría a su plenitud si realmente no nos sumergimos en Cristo, viviendo realmente todo el Misterio de la Eucaristía, que ciertamente tiene su culmen en la celebración del Sacrificio de la Santa Misa.  Y ésta no es un espectáculo para ver ni para sentir simples y pasajeros gustos.  Es la celebración pública y orante de nuestra Fe, que en la Liturgia Eucarística, en la Reconciliación, en el Breviario, nos da esa Vida en Dios.  Y esa es precisamente la Intención General del Apostolado de la Oración indicada para toda la Iglesia por Su Santidad el Papa Francisco, para este mes de Abril. 

Y así estaremos viviendo de verdad el “Año de la Eucaristía” que en este momento se vive en Costa Rica, y que tendrá un momento culminante en el IV Congreso Eucarístico Nacional que tendrá lugar la próxima semana en Cartago, por el cual hemos de orar, y participar si nos es posible.

Pero también estaremos así viviendo intensamente el Año de la Fe, que sigue realizándose a nivel de toda la Iglesia, y que debe dar realmente un fuerte fruto de renovación de todos y cada uno tanto en lo personal como en lo eclesial, renovación que debe traducirse en un sincero volver  a las fuentes de nuestra Fe en el Evangelio, en el Magisterio Eclesiástico especialmente de los Sumos Pontífices de los dos últimos siglos, así como en la Tradición siempre viva de la Iglesia comprendida en la sana hermenéutica de la historia de la Salvación en Cristo Nuestro Señor.

Por tanto sumergidos en el Corazón Misericordioso de Cristo seamos santos y promotores de santidad en el mundo.  Discípulos y Testigos auténticos, vivos, activos de Cristo, Único Salvador y Señor.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.


“¡ADORATUS ET SATIFCTUS IESUS OBLATUS SIT!”
“¡NUNCET SEMPER, HIC ET OMNIUM LOCUM IN AETERNUM!”