EXALTACION
DE LA SANTA CRUZ
FIESTA
DE LA VERA CRUZ
14 de septiembre de 2011
¡Qué difícil se hace profundizar con un pueblo mal formado
por los malos pastores!
Digo esto porque hay
tantos errores que han ido fomentando los pastores del pasado, a cierto Obispo
le escuché decir que como Cristo había muerto en la Cruz todos los hombres ya
están salvos, no es así, Cristo mismo lo dice:
“Tanto amó Dios al mundo que entregó su
Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El” (cf. Jn. 3:16) , pero si no
todos los hombres creen en Cristo, la salvación en Cruz realizada en Cristo no
se aplica a todos, y ¿quiénes creen hoy en Cristo con aquella fe viva?: si yo
creo en la bondad de una persona, me acerco a esa persona, si una persona me
dice una verdad y yo la creo, vivo esa verdad, si una persona pone en mi mano
un tesoro yo creo en ese tesoro, porque lo estoy viendo en mi mano, pero no
dejo ese tesoro en mi mano, lo invierto para que produzca más, la fe es vivir aquello
en lo que creo, y si creo en Cristo, vivo en Cristo, y soy salvo en Cristo.
Ahora bien, ¿cómo nos
salvó Cristo, siendo Dios y Hombre?; démonos cuenta de algo muy importante, si
el Hijo de Dios se hubiera contentado que con sólo un acto de su Voluntad
nos salvaba, no se hubiera hecho Hombre, ¿pero qué sucedió?,:
que el hombre ofende a Dios no sólo con
la mente, no solo con su espíritu, sino que lo ofende con su integridad,
cuerpo, alma y espíritu, no sólo mental, sino que corporal y espiritualmente, y
Dios que es infinitamente sabio y que entiende nuestra realidad humana millones
de veces mejor de lo que nosotros mismos la entendemos, Dios entendió que
siendo El Dios, Espíritu, si no reparaba la ofensa que se le hacia a El, no
sólo mentalmente, sino físicamente también, y por eso el Hijo se hace Hombre,
toma cuerpo como nosotros para redimirnos integralmente, pero ¿qué sucedió,
como consecuencia de que nosotros con nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro
cuerpo, ofendimos a Dios…y atrajimos sobre nosotros mismos las consecuencias de
esa ofensa que nos hacen sufrir hambre, cansancio, sueño, dolores,
enfermedades, odios, resentimientos, violencias, corrupción, muerte, todo esto
son consecuencias de nuestro pecado; entonces el Hijo de Dios que se hace
Hombre para redimirnos en nuestra realidad integral, asume nuestra realidad
humana con las consecuencias del pecado, no con el pecado, Cristo no peca, pero
sí asume las consecuencias de nuestro pecado, y por eso Jesús manifiesta que
tiene sueño, hambre, cansado, por eso duerme mientras van en la barca, padece
frío, las inclemencias del tiempo, y muere para redimir nuestra naturaleza
humana.
¿Cómo muere y asume
nuestra redención? Sufriendo más que
cualquier hombre, ¿cómo llega Jesucristo
a sufrir más que toda la humanidad junta? Aceptando la muerte más atroz que puede haber
sobre la tierra, la muerte en Cruz, que era ignominiosa, no sólo ofensiva, sino
que era tremendamente ofensiva, era el total despojo de todo.
En el Minuto de Dios,
un barrio de Bogotá, existe una
comunidad al frente de la cual hay un buen Sacerdote muy fiel, éste quiso que
en el jardín de la Obra , levantaron un gran Crucifijo que refleja la
realidad de la ignominia inmensa que significaba en aquel momento la crucifixión
de los peores maleantes, de los
peores asesinos que eran crucificados, y
cómo los crucificaban los romanos, los judíos
no crucificaban, era tan ignominiosa, que para los judíos estaba
prohibida, solamente la autoridad romana podía, y lo hacia despojando al ser
humano de todo, de toda su dignidad, incluso de su ropa, dejando al crucificado
desnudo, es la ignominia, es la bajeza más grande que puede vivir un ser
humano, después del pecado original, verse totalmente desnudo de todo, qué era
eso para el Señor, era verse despojado de todo, era verse como el más bajo,
como el más miserable de todos, y así fue crucificado Cristo Nuestro Señor.
Cristo al hacerse Hombre, se rebaja a lo más
miserable, a lo más indigno, para siendo elevado en la Cruz, salvarnos a
nosotros, y recordemos que la Salvación de Cristo en la Cruz, no es una simple
salvación, es plenitud en Dios, Cristo se deja levantar sobre la Cruz, en el
suplicio más doloroso, para elevarnos a
la mayor dignidad de hijos de Dios, salvados, no liberados, salvados en
Cristo Jesús, por eso ¡Oh Gloriosa Cruz de Cristo!, ¡Oh Preciosa Cruz de Cristo!,
Cristo elevado en la Cruz, eleva el ser humano, el espíritu, el alma, el cuerpo
humano, lo eleva en El a la filiación Divina, ¡Oh Vera Cruz de Cristo Jesús!
Es lo primero que
debemos revivir y no perder nunca, la Glorificación de Cristo en la Cruz, desde
la Cruz de Cristo, la Cruz dejó de ser ignominiosa para ser el instrumento
glorioso de nuestra salvación, por la cual nuestro Glorioso Salvador nos salva
y nos eleva a la mayor categoría que podrá haber en la tierra, hijos de Dios en
Cristo. Por eso adoramos la Cruz de
Cristo.
Si queremos participar en esa Salvación en
Cristo, no sólo durante esta vida, sino según la Voluntad de Cristo para toda
la eternidad, tenemos que unirnos a la Cruz de Cristo, o sea debemos vivir la
Cruz de Cristo, por eso en otro lugar del Evangelio, dirá: Quien no lleve su
cruz no se salva; y “si quieres seguirme toma tu cruz y sígueme”. ¿Y cuál es la Cruz que debemos tomar?... la Cruz de Cristo, la cruz del ser humano no
salva sino va unida a la Cruz de Cristo,
las cruces que el ser humano puede llevar separadas de la Cruz de Cristo más
bien le condenan, en cambio las cruces del ser humano unidas a la Cruz de
Cristo salvan. Pero no podemos contentarnos con decir que mis sufrimientos los
uno a la Cruz de Cristo y me salvo, uno mi enfermedad, uno mi pobreza a la Cruz
de Cristo y me salvo, uno las incomprensiones y me salvo, estas son verdades
relativas, porque si yo vivo únicamente mi cruz para salvarme yo, me convierto
en un egoísta, Cristo vivió la Cruz
porque quería salvar a muchos que creyeran en El, pero entonces yo tengo
que procurar que todos los que creen en Cristo se salven, y por eso debo tomar
también la Cruz de la salvación, para que
los que creen en Cristo lleguen a
la salvación, y es por ese motivo que podemos tomar como uno de nuestros
lemas: “Cuanto
a mi jamás me gloriaré a no ser en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.” (Gal. 6: 14)
Hermanos vivamos el
misterio del sufrimiento que tengamos que vivir sumergiéndolo en la Cruz redentora de Cristo, y empeñémonos
en implantar el hecho salvífico de Cristo crucificado, recordemos que Cristo
mismo unió el misterio de su Cruz, cuando habiendo dicho estas Palabras: "Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de
los que creen el El, sino que tengan
Vida Eterna" (Jn. 3:16),
subrayo: que
crean en El, la unió a aquella otra Palabra por la
cual instituyó la perpetuidad de su Cruz en la Eucaristía cuando dijo: “Este
es el Cáliz de mi Sangre que será entregado por vosotros y por muchos"
(cf. Mt. 26:28), ahí no dijo por todos, sino por
muchos, y ese muchos se une a esta otra:
No perezca
ninguno de los que creen en El. En la Eucaristía y desde la Eucaristía vivamos
la Cruz de Cristo en la vida concreta de cada momento y de cada día y de cada
circunstancia, para que los que creen en Cristo se salven. Debemos hacer lo posible para que los que
están cerca de nosotros estén dentro de los que creen en Cristo., sólo así se
construirá el Reino de Dios, ese Reino que ha de perdurar por toda la eternidad
V+
Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.
"¡EGO ADORO TE ET SATISFACTIO TE, IESUS OBLATIO!"
"¡NUNC ET SEMPER, HIC ET OMNIUM LOCUM IN AETERNUM!"