FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Sábado
2 de Julio 2011
Al celebrar hoy con la Iglesia esta Fiesta de María
Santísima, bajo la advocación de su Inmaculado Corazón, ante todo debemos
contemplar esa gracia inmensa que el Señor le concedió a María Santísima de ser
Inmaculada, como en otras ocaciones lo hemos dicho también en relación con el
Sagrado Corazón de Jesús, debemos decirlo hoy con relación al Corazón
Inmaculado de María:
Cuando hay referencia al Corazón
de una persona, no nos referimos al órgano físico, sino que nos referimos ante
todo a los sentimientos y actitudes de la persona y, también a la
voluntad: Sentimientos, actitudes y
voluntad. O sea lo que tiene una máxima importancia en la vida de una
persona, porque una persona sin sentimientos no sería persona, una persona sin
actitudes no tendría impulso para la vida sería como un autómata, como un
robot, y una persona sin voluntad se convertiría en un esclavo. Para ser persona hay que tener sentimientos,
actitudes, voluntad; sentimientos puros como el cuerpo, las actitudes puras, la voluntad pura, en la
libertad de estar sometida a la Voluntad de Dios, el que está sometido a Dios
es libre, el que se somete al pecado es esclavo.
Esto es lo que podemos contemplar
en María Santísima, sus sentimientos, sus actitudes, su voluntad; sus
sentimientos eran purísimos, tan puros que no era ni siquiera esclava de sí
misma, sino que todos sus sentimientos estaban dirigidos continuamente a Jesús,
por eso su profunda preocupación pues por tres días no lo encontró, sentimientos
de amor, interés, de ocupación; las actitudes igual, la voluntad reflejada en
aquella frase preciosa, sublime, decisiva para toda la historia humana: "Fiat mihi voluntas tua" "Hágase en mí según tu Voluntad",
esa frase de María que refleja su disposición, sus sentimientos, su actitud, su
voluntad, sometida a la Voluntad Divina, es la Voluntad pura que solamente
busca la Gloria de Dios, la Voluntad de Dios.
Pero más allá, porque María como buena judía, conocía perfectamente las
profecías sobre el Mesías, y cuando se le dice que su Hijo es el Mesías, sabe
perfectamente todo lo que tiene que vivir el Mesías y Ella en su Corazón
purísimo ya podía presentir todo lo que la Madre del Mesías tenía que sufrir y
aún así María dice: "Fiat mihi voluntas tua". María
acepta ser la Madre del Salvador y ese Fiat, María no sólo lo dice en ese
momento sino que lo mantiene durante toda su vida, y por eso la Iglesia
inspirada por el Espíritu Santo la declara Corredentora del género humano: María
acepta participar en la salvación del género humano.
Dos conclusiones. Primera:
María como Corredentora es Intercesora, aplicando las palabras de Pablo
que nos enseña a interceder los unos por los otros.
Algunos creen que sólo Jesús es
intercesor ante el Padre, María también lo es, como cada uno es intercesor ante Jesús para que Jesús sea el intercesor
único ante el Padre, por eso es necesario que acudamos a la intercesión de
María.
La segunda: Siendo María nuestro modelo, debemos imitarla,
estar dispuestos a participar en la salvación de la humanidad, y esa es la
misión de la Iglesia y de cada cristiano, vivir en la salvación de Cristo y
compartir esa salvación de Cristo con toda la humanidad; nosotros en unión con
María debemos ser responsables de la salvación de los demás, y si vivimos en
realidad la Eucaristía, vamos a darnos cuenta de que quien vive la Eucaristía
no puede interesarse sólo por su propia salvación y por la de sus familiares o
amiguitos, sino que debe ocuparse en la salvación de toda la humanidad, y por
eso quien llega a vivir la Eucaristía descubre una faseta importantísima de la
cual muy poco se enseña, si nosotros nos unimos en la Eucaristía con Cristo
Víctima, nosotros también debemos llegar a ser víctimas eucarísticas por la
salvación de toda la humanidad, es lo que nos enseña el Corazón de María,
especialmente en este momento histórico que vive la humanidad, porque hoy se
necesitan almas santas, que lleguen a ser víctimas eucarísticas para la Gloria de Dios y
para la salvación de la humanidad.
vvqc
Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.
"¡TE ADORO Y TE DESAGRAVIO, OH JESÚS HOSTIA!"
"¡AHORA Y SIEMPRE, AQUÍ Y EN TODO LUGAR!"