27 Junio 2011 XIII Aniversario Ordenación Padre Arturo de Jesús


XIII  ANIVERSARIO 
ORDENACIÓN SACERDOTAL

27 DE JUNIO 2011


Dice la carta a los Hebreos, que Cristo es el mediador de la nueva Alianza, es uno de los atributos que el Señor posee y El como Sumo y Eterno Sacerdote, de qué forma realiza esta mediación, entregándose a sí mismo, intercede ante el Padre por el hombre,  entregándose en la Cruz, y luego El mismo ha querido seguir perpetuando esta mediación de la nueva Alianza a través del Sacramento como dice la Sacrosantum Concilium, es la Fuente y la Cumbre de la vida en Dios. 

En la lectura de hoy,  Abraham parte de dos cosas con la gracia que Dios le concede, conoce la realidad del Dios que ha seguido,  al que le ha obedecido y conoce la realidad del hombre y del pecado en el que ha caído, la intercesión de Abraham, ese diálogo, esa intimidad entre Dios y Abraham, encierra la conciencia que tiene Abraham de que Dios es misericordioso y compasivo, pero no puede negar la realidad del pecado de los hombres por los que intercedía y que iba a permitirle a Dios facilitar su justicia, sin embargo conociendo esa realidad Abraham por la misma intimidad, por la misma confianza, por la misma relación  que tiene con Dios, se atreve y comienza a mediar.  Hay tantas virtudes que podemos encontrar en Abraham, varias cosas que practica Abraham junto con la confianza:  santo temor, humildad, se conoce a sí mismo, en cuanto a que el Señor le permitió interceder y hablarle así como le habla.  El seguimiento de Cristo, queridos hermanos, como Jesús lo hace notar en el Evangelio, es un seguimiento radical, que no da seguridad humana alguna, quizá mínima, pero es un seguimiento que implica una imitación y una configuración con Cristo, el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, quienes lo seguimos, muchas veces experimentamos eso, ya sabemos que hay muchas formas de no poder reclinar la cabeza, es el riesgo que se corre, exige junto con el riesgo desprendimiento, porque no es a cualquiera a quien se le sigue, no es a cualquiera a quien se le entrega, es a Cristo mismo, y es en Cristo mismo; para hablar de estas cosas, en primer lugar hoy, quien debe imitar todo esto es el Sacerdote, porque Cristo ha querido que el Sacerdote actúe en su Nombre y en  nombre de la Iglesia que Cristo fundó.

El Sacerdote lo normal es que sea un hombre de oración, de intimidad, arriesgado, que conoce la realidad de Dios por su relación con El, y también conoce la realidad del hombre y la realidad del pecado con la que trabaja, porque el Señor nos permite a los Sacerdotes conocer esa  realidad del pecado muy cerca, que hasta un psicólogo se queda atrás, comparado hasta dónde el Señor le permite a un Sacerdote llegar al corazón humano.  Y por eso hace unos años, escuchábamos del Padre José Pablo cómo en primer lugar el Sacerdote siendo un puente entre Dios y los hombres, no es un puente en el que una persona pasa y se detiene en el puente, sino que pasa de un lado a otro, pasa hasta Dios no se queda en el Sacerdote. 

Realmente predicar en el aniversario de uno, no sólo me permite conocer lo que ha pasado en trece años, sino lo que Dios pide también de mí, y de cualquier Sacerdote, ser aquel que viviendo en intimidad, enseña intimidad a los hombres,  viviendo en intimidad con Cristo enseña la intimidad que los seres humanos deben tener con Cristo,  para que conozca como transmite Cristo su Alianza, y cómo vivir en esa Alianza, el Sacerdote definitivamente por naturaleza es un Sacerdote para la Eucaristía, no importa dónde esté, no importa con quién se relacione, el Sacerdote es para la Eucaristía.  Recuerdo una vez que estaba en el Seminario, me decía un seminarista es que usted como pertenece a una Obra Eucarística, claro, habla de la Eucaristía, y le decía, estás equivocado, porque la Eucaristía no es exclusiva de una Obra, la Eucaristía es el Centro, es el Corazón de la Iglesia y por tanto todo Sacerdote y todo laico, debe vivir la Eucaristía, y debe tomar entonces cada uno de ustedes el mismo papel de Abraham, por qué Abraham se atreve a interceder ante Dios, por todos esos hombres que iban a ser destruidos , porque Abraham ya vivía la intimidad con el Señor, así debemos ser cada uno de nosotros, comenzando por mí, si queremos enseñarle a los seres humanos lo que es vivir la intimidad con Cristo, lo que es vivir la entrega a Cristo, primero debemos comenzar nosotros a vivirla, si nosotros no la vivimos, mentira que la enseñamos a los demás.
 
Nos dice el salmista:  "El Señor nos rescata de la fosa", Cristo nos sacó por sus méritos redentores de la fosa, y Cristo quiere continuar sacando al ser humano de la fosa, pongámosle nombre a esa fosa, de lo que queramos, todo lo que es muerte en este mundo, todo lo que implica muerte, corrupción y cualquier forma de pecado,  a nosotros Dios nos llama para que colaboremos con el ser humano para que los saquemos de la fosa fatal, pero para sacar a alguien de la fosa, tiene que haber  uno salido de la fosa primero, qué sucede cuando el ser humano es rescatado de la fosa, el Señor nos llena de gracia y de ternura.  Por eso hermanos debemos sentirnos identificados con Abraham, pero también debemos sentirnos identificados con el Evangelio.  No esperes vivir una vida cristiana sin riesgos, sin desprendimientos.  Me gustaría decir esto ante muchos Sacerdotes que somos los primeros en aprender esto. 

Agradezcamos al Señor que nos concede a algunos hombres y quiere hacerlo con muchos más, esa gracia de configurarnos con El, pero pidamóselo  oblacionándonos con Cristo en el Altar, adorando a Cristo en la Eucaristía, adorando a Cristo en todo momento, porque será con nuestra vida que Cristo quiere sacar al ser humano de la fosa.  Bendigamos al Señor por esta gracia que me ha concedido de pasar trece años, que ha sido muy intensos y están pasando rápido; cuando contemplo los años que me va concediendo el Señor siempre me acuerdo de un Obispo muy querido por la Obra, Mons. Bernardino  a quien un día le decía  yo:  Cómo se pasa el tiempo de rápido -  Se vuelve con los ojos chispeantes, sonrie y me dice es cierto a mí se me han pasado 80 años y no me he dado cuenta.  Mejor no le comenté más porque mis pocos años ante sus ochenta me quedaban apagados.  Vivamos lo que debemos vivir, hagamos lo que debamos hacer pero sepamos siempre que la Obra es del Señor, es Dios el que guía, es Dios el que mueve, y el que implanta su Reino.   Amén.   

Pbro. Edgar Arturo de Jesús, o.c.e.

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