Homilía Domingo de la Infraoctava de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo



Lecturas:
I de San Pedro 4:7-11;  San Juan 15:26-27, 16:1-4



Muy queridos hermanos en Cristo Nuestro Señor:

El Jueves recién pasado celebramos la Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor a los Cielos, a la diestra del Padre.  ¿Qué sentimiento hemos de tener ahora nosotros?  ¿De tristeza, o de angustia, por sentirnos solos y/o abandonados?  Por supuesto que no, ya que el Señor, aunque ciertamente subió a los cielos, también es cierto que permanece realmente con nosotros…  ¿Cómo?  Ya lo decíamos e insistíamos en días anteriores:  por su Presencia Oblativa, real, en el Misterio de la Eucaristía.

Y voy a insistir fortísimamente en ello por varios motivos, no sólo porque se acerca la celebración de la gran Solemnidad del “Corpus Christi”, sino porque, siendo un Misterio tan sublime, tan central, tan importante para toda la Iglesia, para todos y cada uno de los que somos católicos, es uno de los primeros  objetivos de los ataques del enemigo de Dios, no sólo del que está fuera de la Iglesia, sino muy lastimosa y precisamente del enemigo infiltrado dentro de la misma Iglesia, y muy especialmente del enemigo infiltrado en el Clero y en la Jerarquía misma, tanto a niveles locales como a niveles de la más alta Jerarquía Eclesiástica.

Y ello yo lo vengo constatando desde hace años, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, cada día con mayor claridad.  Y convencido por mi propia experiencia sacerdotal de que Jesús está realmente Presente, realmente ofreciendo perennemente su Santo Sacrificio, entregándose constantemente como Víctima Perfecta Sustitutiva en lugar de cada uno de los muchos que creemos realmente en ÉL y en su Misterio Eucarístico, compruebo con gran preocupación ese rechazo, ese abandono, en las consecuencias que ha producido y sigue produciendo en la vida de la inmensa mayoría de los Fieles Católicos, tanto Sacerdotes como Consagrados, Consagradas, así como en las familias, en los ancianos, en los adultos, en los jóvenes, en los adolescentes, en los niños, en la pastoral de la Iglesia, en la vida social, en la educación privada y pública, en la política, en el comercio, en la industria, en el deporte, porque en todos esos campos el Misterio Eucarístico de Nuestro Señor debiera tener su lugar importante, tanto en el respeto que se le debe como en el fruto diario y constante que debe poder dar en todos los ámbitos de la vida humana.

Y para comprobar lo anterior apelo a la sinceridad y humildad de conciencia de cada uno de Ustedes y de todos aquellos que en algún momento y por diversos medios puedan leer el texto de la presente homilía: pregúntense por ejemplo:

1.- ¿Con qué disposición acude a la Santa Misa de cada Domingo y Fiesta de Guardar? ¿Es su intención la de sólo pedirle al Señor favores, o por sus necesidades personales, familiares, o de trabajo, o por las necesidades de la sociedad, o asiste a la Santa Misa cumpliendo con los cuatro fines de la misma o incluso mejor todavía con la disposición real, viva, actual de participar verdadera y plenamente en el Santo Sacrificio de Nuestro Señor para llegar a presentarse en Cristo al Padre Celestial por el Poder del Espíritu Santo como una hostia agradable?

2.-  ¿Asiste normalmente a la Santa Misa dominical sólo con el propósito de cumplir con el precepto, o trata de perfeccionar su actitud transformando su participación en el Sagrado Sacrificio en su acto de fidelidad y amor a Jesús Sacramentado?

3.- ¿Al participar en la Santa Misa se une a la Santísima Virgen María, a los Santos Apóstoles, a los Santos Ángeles, a sus Santos Patronos, a las Almas del Santo Purgatorio, a todo el Cuerpo Místico de Cristo la Iglesia Católica?

4.- ¿Con qué frecuencia procura acudir a la Santa Misa entre semana?

5.-  Cuando llega a la Iglesia para participar en la Santa Misa, ¿qué es lo primero que procura hacer?... ¿Saludar a cualquier persona o ir a postrarse ante Jesús en el Sagrario para adorarle y para prepararse lo mejor posible a participar en su Santo Sacrificio, o permanece indiferente a que comience la Santa Misa?

6.-   ¿Al terminar cada día la Santa Misa, permanece algunos minutos ante Jesús en el Sagrario para dar gracias, consciente de la grandeza infinita del Santo Sacrificio, de lo sublime de su Presencia Real y constante así como del Alimento de Vida Eterna que es, o bien sale a la carrera, con la indiferencia del materialismo que domina en el mundo?

7.-   Conservándose en Estado de Gracia, ¿con qué frecuencia y disposición recibe al Señor en la Sagrada Comunión?

8.-  ¿Es su vestimenta cristianamente digna y decente, propia de un “Alma
Eucarística”, siempre y en todo lugar conforme a la realidad femenina o masculina que Dios le concedió desde que fue concebido en el seno materno y no debe ni puede cambiar nunca, tanto en su forma de ser como en su forma de presentarse ante los demás para reflejar siempre a Jesús?

9.-  ¿Es su lenguaje el de un auténtico Sagrario viviente que imita a la Santísima Virgen María, o es el lenguaje vulgar del mundo que no cree?

10.- ¿Asiste con frecuente y piadosamente a la Hora Santa, para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo en su soledad de la Agonía en el huerto de Los Olivos, al menos una hora a la semana, con la intención y en el mismo espíritu de adoración y de reparación, de desagravio que el mismo Jesús nos pidió a través de Santa Margarita María de Alacoque?

11.- ¿Con qué frecuencia visita a Jesús Sacramentado y con qué objeto y disposiciones lo hace?

12.-  ¿Durante su vida diaria, en el hogar, en la calle, en la escuela o colegio, en el trabajo, en el descanso, procura recordar y dirigirse aunque sea espiritualmente a Jesús Hostia para adorarle, para desagraviarle, para amarle, para llenarse cada ves más de su vida oblativa y de santidad?

13.-  ¿Se considera capaz de renunciar a los criterios y las costumbres del mundo con tal de ser fiel a Jesús Hostia?  ¿Capaz incluso de dar su vida por ÉL?

14.- ¿Podría Usted catalogarse como un auténtico apóstol de Jesús Eucaristía, capaz de dar testimonio de una auténtica y profunda vida cristiana eucarística, capaz de hablar de ÉL, capaz de llevarle almas a ÉL?

15.-  ¿Colabora con su oración y su aporte económico en la promoción de las verdaderas vocaciones sacerdotales oblativas, tan necesarias siempre en la vida de la Iglesia, Sacerdotes amantes de Jesús Hostia?


Muy queridos hermanos, posiblemente después de este rápido “Cuestionario Eucarístico” pensarán que exagero, o que pretendo obligarles a vivir una radicalidad exclusivamente eucarística.  Pues bien, ni exagero ni pretendo obligar a nadie.  Sólo estoy aplicando a la realidad de la verdadera vida católica de siempre que tiene su origen totalmente divino en la “Oblación Eucarística de Nuestro Señor”, lo que Jesús mismo dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día… El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él.”  (San Juan 6:54 y 56).  La Iglesia, y todos y cada uno de sus Miembros sin Jesús Hostia no tendría vida, no tendría la sabiduría, la fortaleza, la perseverancia necesarias para vivir conforme a la Voluntad Santísima de Dios Uno y Trino, no podría establecer el Reino de Cristo en el mundo, como debe ser. 

Por ello, no dudo ni lo más mínimo de que es urgente y absolutamente necesario que emprendamos una fortísima cruzada cristológica en y a partir de este mes de Junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús, su Sagrado Corazón Eucarístico,  Cristológica, porque precisamente la finalidad de Jesús al instituir la Sagrada Eucaristía fue el de establecer su Reino en el corazón del ser humano para el tiempo y la eternidad.

Propongámonos, por tanto, muy queridos hermanos todos en el Señor Jesús, realizar esa Cruzada Eucarística primero en nosotros mismos, transformándonos en verdaderas “Almas Eucarísticas”, y luego en hacer el esfuerzo por “eucaristizar” todos los ambientes en los que vivimos y actuamos, tanto personalmente como familiarmente, educativamente, socialmente, profesionalmente, políticamente.  Pero que no sea un propósito que se olvide al terminar esta Santa Misa, sino que seria y realmente se realice y extienda a todas nuestras vidas en el espacio y el tiempo, aunque tengamos que enfrentar la oposición del mundo materialista, modernista tanto de la sociedad en general como el infiltrado en la misma Iglesia.  Seamos verdadera, humilde, gozosa, valiente y constantemente “Almas Eucarísticas”.

Que Jesús Hostia reine ahora y siempre, aquí y en todo lugar.