La Gracia: Camino para santificarse

Domingo 4 de Octubre del 2015
XIX Domingo Después de Pentecostés

Lecturas:  Efesios 4:23-28; Salmo 140:2
Salmo 104:1;  San Mateo 22:1.14


Muy queridos hermanos en el Señor.

Hoy en este mes de Octubre, además de celebrarse el mes de las Misiones, tenemos también otro acontecimiento importante a nivel de Iglesia: “El Sínodo de los Obispos sobre la familia.  Queridos hermanos, un aspecto importante de la esencia de la Iglesia, es que ésta es misionera; todo miembro de la Iglesia se encuentre en el estado que se encuentre debe ser misionero; pero qué significa ser misionero?  Cuál es la labor del misionero?, ciertamente la labor del misionero es:  Cristificar al mundo, es implantar el Reino de Cristo en el mundo, por eso muy sabiamente en el calendario tradicional de la Iglesia se tiene que el último domingo de Octubre se celebra la Solemnidad de Jesucristo Rey Universal. 

Pero, ¿qué condiciones se requieren para ser misionero?  ¿Quiénes pueden ser misioneros?  Cada uno en su estado propio de vida, qué condición debe cumplir para poder ser misionero?  Evidentemente hermanos, si la misión consiste en implantar el Reino de Cristo, es llevar la vida en Cristo a los demás, pero aquí surge la pregunta que siempre hemos hecho, ¿cómo darle al mundo aquello que no se tiene?, si cada católico no tiene en sí mismo la vida en Cristo, no puede darle al mundo el Reino de Cristo.  Por eso descubramos hoy el mensaje profundísimo, clarísimo, fortísimo y urgente que nos da la Palabra que se acaba de proclamar tanto en la carta de  Efesios como el Evangelio de Mateo.  ¿A qué se refiere  en realidad estas lecturas en el fondo de las mismas? Se  refieren precisamente a la Gracia, la Gracia de Dios.  Queridos hermanos, tratemos de recordar y tratemos de ser conscientes de la importancia de la Gracia de Dios en el alma del ser humano, en el ser humano, en el ser integral del ser humano, no sólo en el alma sino en el espíritu, en el cuerpo, en la mente, en el corazón, en la persona humana debe reinar la Gracia de Dios, y que nos revistamos del hombre nuevo, o sea convertirse, es dejarse transformarse en Cristo, y esa es la acción de la Gracia, transformarnos en Cristo, eso es lo que tenemos que vivir.

Ahora bien, queridos hermanos, según lo que nos enseña  el Señor en el Evangelio de hoy, en este Evangelio de la parábola de las bodas del hijo del rey; podemos descubrir una enseñanza importantísima, es una verdadera catequesis sobre la Gracia. He de referirme a dos tipos de Gracia, y que son absolutamente necesarias, primero la Gracia Santificante:  Es aquella gracia que se recibe en el Sacramento del Bautismo, la Gracia que nos hace hijos de Dios en Cristo, herederos del Reino, coherederos con Cristo del Reino de Dios, y que nos permite precisamente vivir en Cristo, es la Gracia Santificante.   El segundo tipo de Gracia Actual:  Aquella gracia que Dios derrama sobre los bautizados en cada momento, en cada circunstancia, en cada minuto, en cada segundo de la vida, es la Gracia Actual, es la Gracia que Dios nos dá para vivir en santidad, para vivir en Cristo, cada momento y cada circunstancia de nuestra vida, y lastimosamente porque no se tiene esto en cuenta, porque no se está abierto a esto, porque no se está dispuesto a vivir la Gracia Santificante, porque no se está dispuesto a recibir la gracia actual de cada momento, de cada circunstancia por eso se ha perdido la vivencia de la fe... Tenemos que recuperarla, hermanos.  Démonos cuenta de que esto es mucho más serio de lo que muchos pueden pensar, fijémonos bien en algunos detalles de la parábola de las bodas del hijo del rey; porque en realidad queridos hermanos, lo profundo de una celebración como ésta a la que se refiere  el Señor en esta parábola es la semejanza de vivir la Gracia;  el Señor nos invita a todos a vivir ese convite, esa constante experiencia de vivir en Gracia Santificante, pero qué sucede?  Muchos por no cumplir otras condiciones, pierden la Gracia Santificante, y entonces viven esclavos del pecado y cuando pretenden vivir o participar en los Sacramentos de la Iglesia, medios a través de los cuales Dios continua dando su Gracia, se acercan sin las debidas condiciones, como aquel que invitado a las bodas del hijo del rey, llegó sin el vestido nupcial, qué le sucedió?  Fue echado fuera a las tinieblas exteriores, donde será el llanto y el crujir de dientes, o sea el infierno.  

Queridos hermanos, es necesario vivir en Gracia, es necesario rechazar todas las ocasiones que podrían hacernos perder la Gracia Santificante, y es necesario recibir las Gracias Actuales, pero para eso están los dos medios, absolutamente necesarios:  Primeramente, los Sacramentos: el Bautismo viviendo la filiación divina, vivir intensamente el Sacramento de la Confirmación, estar constantemente movidos por el Espíritu Santo, impulsados por el Espíritu Santo a ser fieles a Cristo por encima de todo, a ser fieles a Cristo hasta el riesgo precioso y glorioso del martirio, antes morir que perder a Cristo, gracia especial del Sacramento de la Confirmación, que muchos no valoran; y luego el Sacramento de la Confesión para recuperar la Gracia Santificante si se ha perdido por el pecado grave, o si se ha debilitado por el pecado venial.  Es necesario vivir el Sacramento importantísimo del Santo Sacrificio de la Misa, el Sacrificio de la Eucaristía, vivir la Misa, participar en la Misa, comulgar en la Misa, recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor, unirnos al Sacrificio de Cristo, unirnos a Cristo Crucificado, unirnos a Cristo Victimado al recibirle en la Sagrada Comunión durante la Santa Misa, porque solamente así podemos entonces vivir en el Reino de Dios, solamente así, podemos no solamente aumentar sino fortalecer esa vida en Gracia.  

Y luego el otro medio que también lo hemos mencionado muchas veces, pero que últimamente en la relación continúa con los fieles, así como también en la dirección espiritual que doy, en las confesiones que administro, me doy cuenta de que a pesar de haber insistido una  y otra, y otra … y otra vez en este segundo medio que voy a mencionar, no llega a practicarse como debe ser, es la vida de oración, cuántas veces he dicho que todo católico por la  enseñanza de Jesús debe orar todos los días, pero orar no sólo para recibir el perdón de Dios, orar no sólo para dar gracias, orar no sólo para alabar, orar no sólo para cantar, sino que hay que orar contemplando, hay que orar adorando, hay que orar más escuchando al Señor que hablándole al Señor, y hay que orar muy especialmente en las horas de la madrugada, no en la noche cuando se está agotado por el trabajo del día y tiene en la mente todo lo que le sucedió durante el día, sino en aquellas primeras horas de la madrugada cuando uno está fresco y abierto  a la Gracia del Señor, oración en la madrugada, es absolutamente necesaria para poder vivir las veinticuatro horas del día abiertos a esa Gracia Santificante, abiertos a esa Gracia Actual que nos llega cada minuto, cada segundo de nuestra vida, no sea que, cuando lleguemos a participar de los Sacramentos, el Señor nos diga: "¿por qué vienes sin el traje nupcial?", y ¿cuál es ese traje nupcial?  Las virtudes cristianas: La Fe, la Esperanza, la Caridad, la Prudencia, la Sabiduría, la Fortaleza, la Templanza, la Comprensión, la Pureza, la Castidad propia de cada estado de vida, la Ecuanimidad de Espíritu, la Paciencia...  Virtudes Cristianas que solamente se practican como fruto de la acción de la Gracia en el  alma, en la voluntad, en la mente, en el corazón de cada bautizado.

Muchos me dicen,  Padre:   ¡Qué difícil ser puro!  Queridos hermanos, si se viviera la Gracia como fruto de esa vida continua de Sacramentos y de oración la pureza no sería difícil, quien viviendo en la Gracia continúa como fruto de los Sacramentos y de la Oración, más bien, además de tener la pureza, además de vivir la pureza tendría también la fortaleza para dar testimonio de Cristo ante el mundo, aún hasta el martirio. 

Todos estos meses que han pasado, pero muy especialmente en estas semanas, yo me hago una pregunta:  ¿Por qué tiene la Iglesia que realizar un Sínodo sobre la Familia?... Porque los cristianos en general no están viviendo la Gracia, porque los cristianos en general no viven los Sacramentos, porque los cristianos en general no viven la oración como debe vivirse, y por eso no viven la pureza, virtud importantísima en el Matrimonio, el Matrimonio tiene que ser vivido en pureza, hay  una pureza propia de los casados, como también hay una pureza propia de los solteros, como hay una pureza propia de los niños,  como hay una pureza propia de los consagrados, como hay una pureza propia del Sacerdote.  La pureza es una de las virtudes que debe sobresalir en el seno de la Familia, pero no se vive, como no se vive la Fortaleza, porque las Familias no viven los Sacramentos, porque las Familias no viven la oración. 

Propongámonos vivir en Gracia, que nada en el mundo nos haga perder la Gracia, quien realmente ama a Dios no pierde la Gracia, por nada, quien verdaderamente ama a Dios, prefiere tener que apartarse incluso de la familia y amistades, antes que perder a Dios, antes que perder la Gracia.

 Que esta Santa Eucaristía al meternos en el Misterio de Dios, al sumergirnos, al ahogarnos en el Misterio del Hijo de Dios que hecho Hombre se Sacrifica por nosotros en la Cruz, nos dispongamos a vivir en la Gracia, a vivir los Sacramentos, a vivir la Oración, cueste lo que cueste, para que seamos capaces de construir una sociedad verdaderamente cristiana en la cual al finalizar este mes de Octubre y por el resto de la vida, se viva el Reino de Cristo.  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.