Instaurar el Reino de Cristo

OCTAVA DE NAVIDAD
CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR
1° de Enero 2015
Tito 2: 11-15; Salmo 97: 2-4
San Lucas 2:21

Muy Queridos Hermanos en Cristo Nuestro Señor:

Muy breve pero muy profunda y clara la Palabra de Dios en este momento.   Con todo lo que esta Palabra del Señor nos puede comunicar, iniciamos ciertamente un nuevo año, litúrgicamente sabemos que el año inicia con el tiempo de Adviento, pero es muy curiosa la actitud del ser humano, que no le da tanta importancia al año litúrgico, mientras sí le da a una supuesta importancia más que nada afectiva al año civil, y entonces se producen todas esas manifestaciones afectivas más que nada, sentimentales y lastimosamente a veces pecaminosas del cambio de año civil.

Pero hermanos, ¿cómo enfrentar esta realidad cristianamente?: haciendo lo que hace la Liturgia, que como sabemos es la principal actividad del cristiano, no hay ninguna otra actividad que el cristiano pueda realizar en esta tierra, más grande que el culto que se le debe a Dios en la Liturgia, y es precisamente con la Liturgia como debemos nosotros entonces iniciar cada etapa de la vida y es con la Liturgia con la que debemos continuar cada etapa y con la que debemos culminar cada etapa y especialmente con aquello que es prácticamente la Fuente, el Centro y la Cumbre de toda la Liturgia y de toda la vida y misión de la Iglesia, la Eucaristía, la Santa Misa o sea El Perpetuo Sacrificio de Cristo sobre el Altar, no hay mejor manera de iniciar cada etapa, no hay mejor manera de iniciar un nuevo año civil, con la Liturgia, ¿por qué? Porque en la Liturgia se vive y se realiza aquello que se proclama en la Palabra de Dios. 

Ciertamente la Palabra de Dios que se proclama en la Liturgia es uno de esos centros litúrgicos, la lectura y proclamación de la Palabra de Dios, es uno de los centros litúrgicos, pero todavía más fuerte que éste es precisamente el Sacrificio de Cristo, es el centro más importante de toda la acción litúrgica de toda la Iglesia, porque el hecho de que se pueda realizar el Sacrificio, implica otro hecho importante, la Presencia, si no hubiera Presencia Eucarística de Cristo, no podría realizarse el Sacrificio de Cristo, porque no es el Sacrificio de cualquier ser humano el que se le ofrece a Dios, es el Sacrificio de Cristo, por eso queridos hermanos, tenemos que vivir profundamente esta Liturgia de este día, que gracias al Señor tendrá una continuidad el próximo domingo con la fiesta que se va a celebrar, que realmente profundicemos en lo que realmente es la Persona de Jesucristo, así como lo hicimos el 25 de Diciembre y el domingo infraoctava de Navidad, así debemos continuar hoy y el próximo domingo, profundizando en el conocimiento, en esa relación íntima con la Persona de Cristo, que culmina su entrega en el Sacrificio, que culmina su acción salvífica en el Sacrificio, único Sacrificio meritorio ante Dios.

Queridos hermanos, porque Jesús pudo ofrecer su Sacrificio a Dios Padre en lugar nuestro, porque se hizo Hombre sin dejar de ser Dios, una sola Persona Divina, la Persona del Hijo, que tiene las dos naturalezas, la Divina y la Humana, para salvar a toda la raza humana del pecado y sus consecuencias, ese es Jesús, Jesús no es sólo Dios, el Nombre de Jesús significa el Dios – Hombre, el Nombre de Jesús nos hace presente al Dios Hombre, el Dios Hombre que salvándonos nos da plenitud de vida.   Por eso queridos hermanos, es importantísimo que  tratemos de centrarnos verdaderamente en Cristo, hoy lastimosamente el ser humano en general está muy disperso en muchas cosas, y esa dispersión le ha debilitado de tal manera que está lejos de Dios, el ser humano con su mente dispersa en tantas cosas, el ser humano con su mente ocupada en tantas cosas, preocupada de tantas cosas, se debilita y al debilitarse la mente del ser humano, se debilita también la voluntad del ser humano y por eso queridos hermanos  con qué facilidad es debilitado por las atracciones, por los ofrecimientos del mundo, y se aparta de la Verdad que es Jesús; necesitamos volver a centrarnos de una manera radical en Cristo, aunque no podamos apartarnos radicalmente de otras realidades de la vida temporal, aunque no podamos apartarnos de otras obligaciones que se tienen normalmente en la vida humana, temporal, nuestro corazón, nuestra mente, nuestra voluntad, deben estar centradas radicalmente en Cristo, Él es el único Salvador; y en este momento tenemos que añadir algo más, además de que Cristo es el único Salvador, Él es el único que verdaderamente merece el título de Señor, Jesús es el Salvador, pero Jesús es el Señor, y si Jesús es Salvador y Señor, merece también ser el Rey, el Rey del Universo.

Queridos hermanos, en estas últimas semanas lo he venido poniendo en oración, y he llegado a una determinación muy clara:  Si queremos progresar en este año que comienza, si queremos que el 2015 sea mejor que el 2014, si queremos tener una vida plena en el 2015, no nos enfoquemos sólo en cosas materiales, no nos enfoquemos sólo en cosas temporales, responsablemente hagámosle frente a lo material, a lo temporal, a lo económico, a lo físico, en cuanto sea necesario para vivir con dignidad y sencillez al mismo tiempo, y para compartir con el prójimo lo que sea necesario compartir, tanto en el orden material y económico, con en el orden moral y espiritual, pero centrados radicalmente en Cristo.  Todo lo que hagamos que sea para que Jesús reine de verdad no sólo en nosotros, sino que Jesús reine de verdad a nuestro alrededor, que los que se relacionen con nosotros experimenten que tienen que abrirse a Jesús, o apartarse de nosotros;  así de fuerte y claro tiene que ser nuestra vida en el 2015, de lo contrario no tenemos derecho a llamarnos cristianos católicos; que precisamente en y desde la Liturgia, vivida como tiene que ser, como Dios la manda, centrada en el Sacrificio de Cristo, vivida en y desde el Sacrificio de Cristo, a partir de esa Liturgia, implantemos el Reino de Cristo, más fuertemente que antes, en nosotros, a nuestro alrededor, en toda la Iglesia, en todo el mundo.

Al inicio de su Pontificado San Pio X, dio un mensaje donde explicó lo que era su Lema:  “Instaurare Omnia in Christo”, “Instaurar todo en Cristo”.  Pues bien, nosotros debemos seguir ese lema durante el 2015,  reinstaurar  todo en Cristo.  El mundo se ha alejado de Jesús, reinstauremos el Reino de Cristo en el mundo, el mundo, la sociedad, la Iglesia misma, se está centrando casi exclusivamente en el ser humano, y eso no es malo, es necesario, pero no es lo más importante; ¿y por qué no es lo más importante el ser humano?, sencillamente porque un ser humano sin Cristo nunca alcanzará la plenitud de la humanidad, de la dignidad que merece, solamente el ser humano centrado en Cristo, que vive en Cristo alcanzará la plenitud de su misma dignidad humana.  Por eso queridos hermanos, si queremos vivir en la verdad, que es Cristo, si  queremos tener plenitud, y si queremos compartir plenitud con el prójimo, que ciertamente Cristo sea Fuente, Centro y Cumbre de nuestra vida y logremos con nuestro pequeño pero importante esfuerzo que Cristo sea Fuente, Centro y Cumbre de toda la vida y misión de la Iglesia, y para que no se nos olvide que todo esto lo encerremos en ese Lema tan claro que tuvo San Pio X: 

“Reinstauraré todo en Cristo”
“Instaurare Omnia in Christo”
                                                                                                                                              Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.