FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
13 de Enero 2013
Los hijos de Dios hemos de cristificar el mundo,
Muy queridos
hermanos y hermanas en el Señor:
En esta Palabra del Señor que hoy
se nos manifiesta podemos ver dos aspectos muy importantes: El primero el hecho en sí, hoy la Iglesia
celebra el Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, y con esta fiesta culmina el tiempo litúrgico
de Navidad, ya mañana comenzaremos la etapa del año, antes de iniciar la etapa
importante de Septuagésima, Septuagésima, Quincuagésima, Cuaresma, Semana
Santa, Pascua.
¿Qué sucedió en el momento del
Bautismo del Señor, el hecho en sí?: Jesús es Bautizado, y ÉL es el Hijo de Dios, e
Hijo del Hombre, ÉL es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, pero en el
momento del Bautismo se manifiesta también la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad, el Espíritu Santo en forma de Paloma que desciende sobre el Señor, y
se manifiesta también la Primera Persona de la Santísima Trinidad, el Padre,
que habla y deja escuchar su voz, que dice:
“Este es mi Hijo amado en quien me complazco” (Cf. Mt. 3: 17; Mc. 1: 11; Lc. 3: 22). Queridos hermanos, si nosotros llegamos a
penetrar, verdaderamente, profundamente en el don inestimable que Dios le ha
dado a la Iglesia, que es la fuente, el centro, la cumbre de toda la vida de la
Iglesia, me refiero a la Liturgia, nos daremos cuenta de que la Liturgia es la
manifestación y la acción continua en la Iglesia y con la Iglesia del Dios Uno
y Trino, ese Dios que es Verdad, ese Dios que es Amor, ese Dios que es el
objeto de la Fe, y providencialmente estamos en el Año de la Fe, ese Dios Uno y
Trino, meta esencial de nuestra fe, motivo de nuestra fe, se manifiesta en la
Liturgia, así como es ÉL, Uno y Trino, una sola sustancia Divina en Tres
Personas, y se manifiestan como Ellos son:
Verdad y Amor, Santidad plena, total, única, Belleza infinita, Poder
infinito, Sabiduría infinita, Presencia infinita, Ser Eterno, se manifiestan
continuamente y actúan como son en la Liturgia, no podemos vivir la Liturgia
como una fiesta humana, sino como Acto de Dios Uno y Trino, acto del Dios que
es Amor, acto del Dios que es Verdad, acto del Dios que se entrega, acto del
Dios que nos lleva hacía Sí Mismo, para hacernos vivir eternamente en Sí Mismo,
podríamos decir que la Liturgia es un Bautismo continuo sobre aquellos que la
viven de verdad… Dios quiera que seamos capaces de tener esa experiencia diaria
cada vez que vivimos la Liturgia, sea el Breviario, o Liturgia de las Horas,
sea cualquiera de los Sacramentos y muy especialmente cada vez que vivimos la Eucaristía, cada vez
que vivimos ese hacerse presente, realmente con su Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad, Cristo en el Altar, cada vez que lo recibimos en la Sagrada
Comunión, vivir esa Liturgia del Dios que es Uno y Trino, de ese Dios que
manifiesta a Su Hijo, que hace que Su Hijo se manifieste, de ese Dios que
santifica, de ese Dios que salva, de ese Dios Uno y Trino que plenifica.
El segundo aspecto: ¿Quién es el que se bautiza?: es aquel que es
Dios y Hombre, Jesucristo. La Persona de
Cristo, el Ser de Cristo… ¿Quién es Jesús, qué significa el Nombre de Jesús, y
por tanto quién es Jesús?: en primer
lugar por supuesto es Dios, es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
pero también es el Hijo del Hombre, es Aquel que siendo Dios desde toda
Eternidad fue engendrado por obra del Espíritu Santo en el seno de María
Santísima, y ahí se hace Hombre, toma de María la Carne para hacerse Hombre, y
ese Dios - Hombre, tomando el nombre de Jesús, se presenta para ser Bautizado…
Y en la vida de Jesús, ¿qué es el Bautismo?: es el inicio público de su misión
salvadora, porque eso es lo que significa el nombre de Jesús, Salvador. Cristo es nuestro Salvador, Cristo es el
Salvador de cada ser humano, y ese Jesús que es el Salvador, es la Fuente, es
el Centro, es la Cumbre de nuestra vida, de la vida de toda la Iglesia. Si la Iglesia hace a Jesús a un lado por
ocuparse de la vida social del ser humano, la Iglesia misma además de que
está desviando su verdadera misión está
deshumanizando y descristianizando al ser humano, porque la misión de la
Iglesia no es primordialmente alimentar al hambriento, vestir al desnudo por un
día, y al día siguiente sigue igual, hambriento y desnudo. Si la Iglesia lleva a la humanidad a Jesús,
está cumpliendo su misión, la salvación del ser humano, aplicando la
transcendencia de la salvación en Cristo.
Recordemos que Salvación significa dar plenitud de vida, y eso sólo
Jesús puede hacerlo, ningún médico lo puede hacer, ni siquiera papá y mamá,
muchos menos en una probeta, pobrecitos los que se dejan engañar por el crimen
abortivo de la “fecundación in vitro”, sólo Jesús puede dar plenitud de vida. Para
dar la vida del cuerpo, Jesús mismo se
vale del papá y de la mamá dentro del
matrimonio, pero para dar la vida espiritual, la vida plena, la vida eterna,
eso sólo lo hace Jesús, y eso Jesús lo quiere hacer en y con la Iglesia, por el
Sacerdocio que Cristo le confirió a su Cuerpo Místico que es la Iglesia. Es
Cristo el Salvador, y es a ÉL a quien
tenemos que acudir, a Jesús. ÉL es el
objeto inmediato de la fe, por eso tenemos que darle gracias a Dios porque en
este momento histórico de la Iglesia, puso al frente de la misma a Su Santidad Benedicto XVI, quien nos está
permitiendo vivir este Año de la Fe, para que la Iglesia y cada miembro de la
Iglesia, sin distingo de ninguna clase, ni de edades, ni de estado civil, ni de situación económica, nos acerquemos a
tener la experiencia viva de Jesús, es a Jesús a quien tenemos que buscar, es a
Jesús a quien tenemos que encontrar, es a Jesús a quien tenemos que vivir, es a
Jesús en quien tenemos que vivir, es con Jesús con quien tenemos que vivir, a
ÉL vivirlo, en ÉL vivir y con ÉL vivir, porque sólo en Jesús se tiene vida,
sólo en Jesús se tiene salvación, sólo en Jesús se experimenta lo bello, lo
fuerte, lo profundo, lo sublime de la transcendencia de la vida en Dios.
Otro aspecto importante. Hace un momento dijimos que el Bautismo para
Jesús fue el inicio público de su misión
salvadora, ahora preguntémonos nosotros lo que también insinué anteriormente: La misión de la Iglesia, es llevar al ser
humano a Jesús. Queridos hermanos, todos
y cada uno somos bautizados, ¿para qué fuimos bautizados?: para que tengamos
esa experiencia de Jesús, para que podamos creer vivencialmente en Jesús y
entonces lo busquemos todos los días en la Sagrada Comunión cuando participemos
en la Santa Misa, y podamos realmente vivir a Jesús, vivir con Jesús, vivir en
Jesús, y vivir por Jesús, pero también el Bautismo nos hace además de creyentes
en Cristo, miembros vivos de la Iglesia, y quien es miembro vivo de la Iglesia
no puede ocultar su vida en Cristo, quien es miembro vivo de la Iglesia tiene
que manifestar públicamente su vida en Cristo por el testimonio de una vida
verdaderamente cristiana en el hogar, en la calle, en la Iglesia, en el
ejercicio de una profesión, en la escuela, en el colegio, en la universidad, en
lo social, en lo público, en el deporte, en la política, en la enfermedad, en
la salud, en las dificultades, en el triunfo, en la muerte, y aún también una
vida cristiana en la persecución, y una vida cristiana en la posibilidad del
martirio. Hermanos, ¿estamos dispuestos
a eso?. Si estamos dispuestos estamos
viviendo hoy con alegría, la del espíritu
de la Fiesta del Bautismo del Señor, porque sólo quien vive en Cristo es complacencia
del Padre Celestial, sólo quien vive en Cristo, es en Cristo Jesús apóstol de
Cristo en el mundo para que el mundo llegue a ser miembro de la Iglesia no solo
temporal, sino sobre todo de la Iglesia Celestial. Así sea.
v.v.q.c.
Pbro.
José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.
“¡ADORATUS ET SATISFACTUS
IESUS OBLATUS SIT!”
“¡NUNC ET
SEMPER, HIC ET OMNIUM LOCUM IN AETERNUM!”