San José, Custodio de Jesús Víctima Eucarística


SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ


Esposo de la Santísima Virgen María,Custodio de Jesús Víctima EucarísticaPadre Putativo de Jesús el Señor




Descubramos qué quiso el Señor Dios que se cumpliera a través de San José: Dios nuestro Señor le había prometido a Abrahán una descendencia abundantísima, es decir todos aquellos que vivieran como fruto de esta promesa serían esa descendencia, esta descendencia tendría un punto culminante. Esta promesa Dios vuelve a hacérsela nuevamente al Rey David, es decir va concretando esta promesa a lo largo de toda la historia de la Salvación. 

Y es San José,  descendiente de David,  quien por ser el padre putativo de Jesús continúa y permite que esa descendencia llegue a este punto culminante que es Cristo Nuestro Señor.  

De aquí la importancia de la respuesta que   San José dio a Dios al aceptar ser el esposo de María Santísima, superando las dudas y las sospechas que pudo tener en un primer momento, pero que Dios nuestro Señor le aclaró. 

 José, al ser hombre de fe y de oración estaba atento a las mociones del Espíritu Divino, se le aclararon todas las dudas y sospechas, y con toda la paz y la fidelidad pudo aceptar ser el esposo de María Santísima y padre putativo de su Hijo. 

Fidelidad por tanto a la voluntad de Dios por encima de todas las circunstancias, criterios humanos y apariencias,   San José acepta la Voluntad de Dios y sabe discernir la Verdad y lo hace bajo la luz del Espíritu Santo.   

También en San José descubrimos la responsabilidad al hacer lo que tiene que hacer, no se trata solamente de aceptar la voluntad de Dios o no ofenderlo, se trata de cumplir lo que Dios quiere y como Él quiere con perfección, tanto en las circunstancias ordinarias de cada día como en las situaciones extraordinarias que se presentan en la vida… 

En este momento histórico que nos toca vivir son más frecuentes las situaciones extraordinarias que en lustros anteriores, el cristiano de hoy tiene que hacerle frente al materialismo y relativismo, que hacen de su vida algo fuera de lo que el mundo pretende, siendo responsable de lo que tiene que hacer; como San José que fue responsable no sólo de lo que hacía en su trabajo como carpintero, sino también responsable de lo que es, y San José es el Esposo de María Santísima, el protector, de su virginidad y de la pureza, de su integridad.  

Siendo Esposo de María Santísima es el Padre adoptivo de Jesús, y más que esto, es el Padre putativo de Jesús, o sea es el Padre de Poder, el que legalmente le da a Jesús el derecho de ser el descendiente, el culmen de la descendencia de David y de la descendencia de Abrahán, Jesús gracias a  San José es israelita, es el gran realizador del misterio salvífico.   San José cumple su misión de ser el Padre Putativo, legal de Jesús.  

Además en cada una de las situaciones extraordinarias que se van presentando,   San José es el que lleva adelante la “Sagrada Familia”.  Él como descendiente de David tiene que ir con su esposa a empadronarse a Belén, donde debía nacer el Mesías. 

San José como responsable de aquella familia, tiene que abandonar su seguridad personal para huir a Egipto, establecerse y trabajar en ese lugar, y también debe tomar la decisión de abandonar este lugar donde se ha establecido para regresar a Israel y buscar dónde establecerse en un lugar que le de seguridad a su familia, porque el criminal Herodes, lo persigue para matarlo.  

San José escoge el lugar más seguro para su familia, por eso se cumple otra profecía: 
“Le llamaran Nazareno”.   

Gracias a la responsabilidad de San José las profecías sobre Jesús se van cumpliendo.   San José junto con María Santísima lleva a Jesús al Templo, no solo en el momento de la circuncisión, también a los doce años de edad. San José regresa a Jerusalén con la Virgen Santísima en busca de Jesús, y cuando lo encuentran y Jesús les dice “¿Por qué me buscáis? ¿No sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”  San  José como María Santísima guarda todo aquello en su corazón, él como María Santísima sabe que hay todo un misterio que envuelve a la persona de Jesús y van asimilando todo este misterio, y al asimilarlo   San José con María Santísima y como Ella va viviendo todo el misterio de ese Hijo, van participando del misterio salvífico del Hijo de Dios que bajo su responsabilidad va creciendo como Hombre.

Ciertamente hay que admirar a San José, se debe reconocer que por toda la fidelidad que   San José vivió obtuvo un lugar muy especial en el Cielo, después de María Santísima que tiene un lugar  especialísimo.  ¿Qué otro título se le podría dar a  San José si no fuera el de “Custodio de Jesús”? Porque José fue el custodio de Jesús tiene un lugar importantísimo en el Cielo, y allí junto con María Santísima, todos los Santos, Arcángeles y Angeles, José está glorificando a Dios, está sumergido en la Gloria de Dios y, como fruto de eso es Patrono de la Iglesia, por tanto un fiel intercesor nuestro; por ello no debemos dudar en pedirle a San José que interceda ante el Señor para lograr aquello que el Señor sabe que necesitamos, sin poner condiciones ni limitaciones al Poder Infinito de Dios.

San José nos enseña a ser sus imitadores en todas las virtudes que El vivió y sigue viviendo: tenemos que imitarlo como Hombre de fe y de oración, como Persona atenta a las mociones del Espíritu, en su responsabilidad y como Custodio de Jesús, imitarlo en esa profunda e íntima unión que tenía con María Santísima, San  José vivió unido a María Santísima en  pureza, castidad y servicio, de la misma forma debemos hacerlo nosotros, experimentar con  San José y como El esa presencia maternal de María Santísima en la vida de la Iglesia y de cada uno de nosotros. 

Se le debe de imitar también en el ser custodio de Jesús,  El tuvo en sus manos a Jesús,  muchas veces El lo llevo de la mano, le enseñó a Jesús el oficio de carpintero, le alimentó y protegió, fue su Custodio, nosotros podemos y debemos ser custodios de Jesús, no sólo en la mente y el corazón, también podemos abrazar a Jesús al consumirlo en la Eucaristía y protegerlo de tantas profanaciones sacrílegas que desgraciadamente continúan cometiéndose en tantos lugares. 

Si San José lo protegió con constancia, humildad, paz, fortaleza, serenidad, escondido en el misterio de Dios, sin necesidad de ninguna acción violenta, nosotros también debemos custodiar a Jesús Víctima Eucarística.

Que San José “Custodio de Jesús Víctima Eucarística” alcance para nosotros las gracias que necesitamos para imitarlo a El y nos alcance los bienes materiales que se necesitan para ser fuertemente esos custodios de Jesús Eucaristía.

                                                                                                    Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.