SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA
La Familia semillero de Sacerdotes santos y fuertes
Muy queridos hermanos en el
Señor, hoy en esta memoria de San Joaquín y Santa Ana, podríamos continuar
analizando una realidad muy importante en todos los tiempos, muy especial en
nuestro tiempo, la realidad del matrimonio, San Joaquín y Santa Ana fueron un
matrimonio, y un matrimonio que evidentemente vivió en santidad, porque para
merecer tener la Hija que tuvieron, nada menos que la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Madre del Hijo de Dios
e Hijo del Hombre, tuvieron que ser un verdadero matrimonio Santo, y la palabra
Matrimonio implica muchas cosas, entre otras la unión bendecida por Dios, entre
un hombre y una mujer, es la primera gran realidad que el mundo materialista de
hoy, pretende negar. Pero además, un
matrimonio, una unión, que Joaquín, hombre y Ana, mujer, vivieron en santidad,
respetándose mutuamente entre ellos, amándose mutuamente entre ellos, como
fruto del Amor de Dios en quien ellos tenían puesta toda su esperanza; los
verdaderos judíos de aquel tiempo seguían poniendo su esperanza en las promesas
de Dios y sabían que siendo promesa de Dios, en el momento que Dios sabe, se
cumplirían, y a través de ellos comenzó a cumplirse la gran promesa de Dios, la
Promesa del Redentor, que vendría a través de la Hija de ellos dos, a través
del fruto del amor santo y puro que ellos vivieron en su matrimonio.
Hoy el mundo
pagano, materialista, pretende desacralizar la vida de la Iglesia, y para eso
pretende lograrlo, entre otras cosas, destruyendo la célula básica de la Iglesia, que es precisamente la familia unida
fundamentada en un matrimonio santo, un matrimonio santo que debe ser semillero
de vocaciones santas, semillero de vocaciones a la santidad, porque la santidad
es propia, es una de las características esenciales de la Iglesia, siempre lo
hemos aprendido en el catecismo y así seguirá siendo hasta la eternidad, la
Iglesia es Una, es Santa, es Católica, es Apostólica, y podríamos decir que es
Jerárquica y Eucarística. Voy a tomar
tres de estas características, en donde tiene que ver la Familia. La Iglesia es Santa pero si no tenemos
familias santas, la santidad de la Iglesia se debilita; la familia es semillero
de vocaciones para la Jerarquía, en la familia santa surgen las vocaciones
sacerdotales, si no hay familias santas muy difícilmente vamos a tener
sacerdotes santos que la Iglesia necesita, y si no hay sacerdotes santos ¿quién
va a celebrar la Liturgia?; la otra característica, La Eucaristía, porque
ciertamente, aunque el Sacerdote sea pecador, si está válidamente ordenado,
celebra válidamente la Eucaristía, pero no puede dar el fruto que debiera dar,
en cambio si el Sacerdote es santo al celebrar la Eucaristía da el fruto que
debe dar para toda la Iglesia, para todos los fieles, para la Gloria de Dios,
necesitamos sacerdotes santos, y por tanto necesitamos familias santas porque
la Iglesia tiene que ser santa y si la
Iglesia no celebra la Eucaristía como debe ser, la Iglesia no sería santa, los miembros de la Iglesia no
seríamos santos. La Iglesia es Santa
porque su fundador Jesucristo es Santo, pero además la Iglesia está llamada a
ser Santa en sus miembros como fruto de la participación de la Eucaristía
celebrada como debe ser, no de cualquier manera, para que algún día queridos
hermanos, se dé lo que debe darse en la vida de la Iglesia, aquella santidad
que hace capaz a todos sus miembros en unión con los Sacerdotes de glorificar y de adorar correctamente,
perfectamente a Dios y a Dios la Iglesia no le adora recibiéndole como si fuera
una comida cualquiera, a Dios la Iglesia no le adora recibiéndole de pie y en
la mano, esa no es una actitud de adoración, y la adoración que se le tributa
al Señor debe ser ciertamente muy personal, desde lo íntimo del corazón de cada
uno, pero queridos hermanos, no somos individuos aislados, somos miembros del
Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia, y la Iglesia como comunión de
fieles, adora al Señor privada y públicamente, por eso estoy fomentando y
seguiré fomentando la comunión de rodillas y en la boca, en mis Misas yo daré
la Comunión de rodillas y en la boca, yo como Ministro de Dios asumo la
responsabilidad que me corresponde, de
darles yo directamente, in persona Christi, la Comunión a todos de rodillas y
en la boca, solamente aquellos que por enfermedad no puedan arrodillarse, con
toda confianza acérquense, y se la doy de pie y en la boca, no en la mano,
porque la Iglesia ante todo, es el pueblo santo de Dios que adora al Señor.
Una familia que es Santa promueve su propia
santidad y promueve la santidad de toda la Iglesia, Dios quiera que tengamos
hoy día y para el futuro también muchos matrimonios como Joaquín y Ana, capaces
de amar al Señor y capaces de hacerse merecedores de vocaciones sacerdotales,
de sacerdotes santos y fuertes que no se dejen envolver ni engañar por la
masonería, sacerdotes santos y fuertes que no se dejen engañar por la
sociología de la liberación que tanto daño sigue haciendo en el seno de la
Iglesia, llevando a los fieles a que se llenen de soberbia, creyendo que pueden
recibir al Señor de pie y en la mano.
Queridos hermanos si queremos la solución a todos los problemas que
tiene la sociedad humana, seamos Iglesia, seamos la Iglesia que de rodillas y
en la boca, en actitud personal y eclesial de adoración, recibe al Señor,
hagámoslo no sólo hoy, hagámoslo siempre y muy pronto veremos que la Iglesia en
el Poder del Espíritu será capaz de
implantar la Verdad y el Amor del Dios Uno y Trino en esta sociedad, esta
sociedad, que así, y solamente así tendrá progreso, paz y santidad.
Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.