Solemnidad de Cristo Rey 28 Oct. 2012 Kerygma Litúrgico - Eucarístico, XXX Aniversario OCE


SOLEMNIDAD  DE  CRISTO  REY


XXX  Aniversario  de
Opus  Cordis  Eucharistici

Colosenses 1:12-20;  Ps. 71:8,11;  Dn. 7:14
Evang. San Juan  18:33-37

28  de  Octubre  2012

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Muy queridos hermanos en el Señor, al celebrar hoy este trigésimo aniversario de Opus Cordis Eucharistici, coincidiendo providencialmente en este año con la Solemnidad de Cristo Rey por un lado y por otro lado coincidiendo también en que estamos celebrando y viviendo el Año de la Fe, debemos ponernos en presencia de nuestro Rey, debemos permitir que la Palabra de Dios penetre hasta lo más profundo de nuestro ser y nos ilumine con el Poder del Espíritu Santo para que comprendiendo lo que Dios quiere darnos a entender hoy lo hagamos vida.   Habría tantas cosas que decir que debieran llenarnos de gozo, sí de gozo, pero también debiera llenarnos de coraje, del coraje del Espíritu que es equivalente a la valentía cristiana para vivir verdaderamente como cristianos, para vivir como bautizados que desde la pila bautismal vivimos el compromiso de amor y por tanto de fidelidad para con el Señor, pero también compromiso de amor y de fidelidad para con el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. 

Muy queridos hermanos, Jesús nos dice categóricamente, taxativamente:  "Yo soy Rey".  Y esta afirmación categórica del Señor que le cayó mal a las autoridades tanto eclesiásticas como políticas de aquel tiempo y que le sigue cayendo mal a los esbirros del mal infiltrados en la Iglesia  y en los gobernantes corruptos del mundo actual, esta afirmación categórica del Señor:  "Yo soy Rey";  queridos hermanos, vamos a analizarla en dos aspectos, dos enseñanzas muy clara que el Señor quiere darnos:  "Yo soy Rey".  La primera enseñanza:  ¿Cómo adquirió Cristo el derecho a ser llamado Rey?,  ¿lo adquirió acaso emprendiendo guerra contra otros reyes o reyezuelos?, ciertamente que no, ¿lo adquirió comprándolo con dinero?,  por supuesto que no, ¿lo adquirió con mentiras?, por supuesto que no,   ¿lo adquirió complaciendo la mentira del mundo?,   por supuesto que no,  ¿lo adquirió acaso escondiéndose para no sufrir nada?,  por supuesto que no, lo adquirió derramando su Sangre en la Cruz, ahí adquirió Cristo el derecho a ser Rey, porque Cristo murió clavado en la Cruz, y luego Resucitó, por eso adquirió el título bien merecido, de Rey.

Pasemos al segundo aspecto:   ¿Por qué mereció Cristo el título de Rey mediante la Cruz?, por Amor, por puro Amor.   ¿Y por Amor a quién?, por Amor a la Verdad.  Unas horas antes de tener ese dialogo con Pilato, reunido en la intimidad con los Apóstoles en el Cenáculo, en su Oración Sacerdotal, Jesús decía también:  “Por ellos me consagro en la Verdad para que también ellos sean consagrados en la Verdad”  (Jn. 17: 19), pero ahora tendríamos nosotros que hacer la misma pregunta que luego le hizo Pilato a Jesús, “¿qué es la Verdad?”  (Jn. 18: 38), y acudiendo queridos hermanos a otros lugares de la Sagrada Escritura, acudiendo a otros momentos de la vida de Cristo, en boca del mismo Cristo, podemos encontrar la respuesta a esa pregunta crucial, pregunta que en ese momento hizo Pilato y no dio oportunidad a que la respondiera el Señor,  posiblemente el Señor no se la hubiera respondido porque Pilato mismo  no estaba preparado, esa misma pregunta debemos hacérnosla nosotros hoy:  ¿qué es la Verdad?, y debemos estar despiertos de espíritu, de corazón y de voluntad para saber escuchar la respuesta que el Señor nos da, hermanos, la Verdad es Dios Padre, Dios Padre que se nos revela en Cristo, Él es la Verdad, y Jesús  vino a ser Rey para dar testimonio de la Verdad, para dar testimonio del Padre, y ¿qué es dar testimonio del Padre?,  Jesús lo responde en otros lugares del Evangelio:  “He venido a la tierra para cumplir la Voluntad del Padre” (Cf. Mt. 6: 10; 7: 21; 12: 50; Mc. 14: 36; Jn. 17: 4)), y ¿cuál es la Voluntad del Padre?,  “¡que lo conozcamos a El y a su enviado Jesucristo!” (Cf. Jn. 17: 2-3)… Hermanos tenemos que empaparnos del Evangelio, porque sólo quien está empapado del Evangelio es capaz de vivir el Evangelio, sólo quien está empapado del Evangelio, es capaz de llegar a vivir ese conocimiento del Padre y de su enviado Jesucristo;  ahora, qué es conocer al Padre y a su enviado Jesucristo?  Recordemos lo que ya hemos dicho en otras oportunidades y lo continuaremos diciendo cuantas veces se presente la circunstancia para decirlo, ¿qué es conocer al Padre y a su enviado Jesucristo?:   Vayamos a la carta de los Colosenses, que fue proclamada en la primera lectura de esta Eucaristía y que se lee más abundantemente en el Oficio Divino, en los Maitines del día de hoy, nos da a conocer al Padre y a su Hijo Jesucristo, es, para decirlo de una sola vez, vivir en Ellos, el verdadero cristiano que asume la Palabra de Dios revelada, no sólo en la Sagrada Escritura, revelada también en el Magisterio de la Iglesia, revelada también en la Tradición viva de la Iglesia, queridos hermanos,  vive en el Padre y en el Hijo, y por supuesto en el Poder del Espíritu Santo, vive en la Trinidad Santísima, y quien vive así queridos hermanos, vive la plenitud de vida, que Dios ha querido para aquellos que El acoge como hijos suyos en su Hijo Divino, Jesucristo.

Pero entonces surgirá una pregunta:  ¿Cómo lograr esto?, es una pregunta que ya hemos respondido y la tendremos que continuar respondiendo cuantas veces sea necesario, solamente hay una manera:  Viviendo la Liturgia Eucarística, pero qué fue lo que sucedió en el seno de la Iglesia  desde hace ya varios siglos que comenzó a haber tantas desviaciones, tantas desorientaciones, incluso mentiras, y tantos errores en torno al Misterio Eucarístico de Cristo Nuestro Señor, se fue abandonando la vivencia del Misterio Eucarístico, se abandonó la visita al Santísimo, se abandonó la vivencia diaria del Sacrificio de Cristo sobre el Altar, se presentó el Sacrificio de Cristo sobre el Altar como que si no fuera Sacrificio, sino como un simple banquete social, o una comida de familia, se comenzó a profanar la Presencia de Cristo en la Eucaristía, y tantas otras cosas que ya sabemos; queridos hermanos y sobre todo, también se comenzó a manipular la Presencia de Jesús en la Eucaristía, como si Cristo en la Eucaristía no fuera más que un simple servidor de seres humanos interesados egoístamente  sólo por su propio bien, sin ni siquiera pensar en la trascendencia de la vida humana, pensando solamente en las necesidades temporales, por ese motivo queridos hermanos por todo esto que acabo de señalar, sin mérito alguno de mi parte, hace treinta años, el Señor me dio la fuerza para iniciar esta Obra, una Obra que ciertamente es de adoración, adoración eucarística, de reparación, de desagravio eucarístico, pero es una Obra que también es de vivencia y de promoción eucarísticas, es una Obra que tiene dentro de todo su carisma, el carisma, el compromiso gozoso de renovarse a sí misma, y de colaborar en la renovación de toda la Iglesia en la vivencia profunda, auténtica, plena, integral de todo el Misterio Eucarístico del Señor, y esto, queridos hermanos, implica una verdadera vivencia Litúrgica.   Por eso a lo largo de estos treinta años no hemos cambiado el carisma de esta Obra, pero sí lo hemos ido fortaleciendo y lo hemos ido aclarando en nuestros corazones, en nuestra mente y en nuestra voluntad, para no vivirlo a medias, sino vivirlo integralmente según los anhelos del Corazón Eucarístico de Cristo.  

Por eso, aunque el carisma está integro desde el principio de la Obra, en nuestro pobre entendimiento, al principio, hace treinta años decíamos simplemente que era un carisma de reparación eucarística, hoy podemos decir con pleno gozo y con mejor entendimiento y en una plena vivencia eclesial, porque la Eucaristía no es mía, ni mucho menos, la Eucaristía no es de un grupito pequeño, la Eucaristía es de toda la Iglesia, por eso, hermanos, en una plena vivencia de Iglesia, podemos decir que nuestro carisma es Litúrgico - Eucarístico, porque si no es por la Liturgia la Iglesia no tendría vida.  

Hermanos, solamente viviendo la Liturgia Eucarística puede el ser humano llegar a vivir en la Santísima Trinidad, solamente llenándose de Cristo, empapándose de Cristo, dejándose transformar por Cristo en Cristo mismo, el ser humano puede llegar a vivir en Dios, y sólo quien vive en Dios tiene vida, por eso debemos sentirnos tremendamente agraciados por Dios que nos permite participar de esta Obra, sea como consagrados, sea como asociados, porque estamos entonces en capacidad de vivir la Liturgia Eucarística según el Corazón de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, en el Corazón de Cristo Rey del mundo, Cristo vino a ser Rey para dar testimonio de la Verdad, para dar testimonio del Padre, para dar testimonio de la Plenitud de Dios que se quiere derramar en el ser humano, para dar testimonio del Amor de Dios, que quiere al ser humano participando de El y en El del Reino  Eterno.  

Nuestra espiritualidad queridos hermanos, totalmente Litúrgico  - Eucarística, no es por tanto para nadie que quiera encerrarse en un egoísmo espiritualista, nuestro carisma y espiritualidad es para cristianos de verdad, cristianos de verdad que viviendo en Cristo Jesús, que viviendo en el mundo sin ser del mundo,  sepan utilizar los bienes materiales tanto cuanto los bienes materiales sirvan para el Reino de Dios, cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan vivir con gozo, con alegría la castidad, sea el estado de vida en que se encuentren, sea  en la soltería consagrada o en la soltería en el mundo, o el matrimonio, o la viudez, o en cualquier estado de vida, viviendo esa castidad, esa pureza, imitando con gozo, con humildad a aquella que supo decir Sí, Fiat a la Voluntad de Dios, la Virgen Santísima, la Purísima Inmaculada, Nuestra Señora del Fiat.  Cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan anteponer en todo la Voluntad de Dios antes que su propia voluntad, sepan anteponer la Voluntad de Dios, aunque signifique Cruz, antes que su comodidad o su seguridad, o su tranquilidad, cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan ser perpetuamente fieles al  carisma, fieles a la espiritualidad, fieles al cuerpo del Instituto, que quiere llegar a ser Opus Cordis Eucharistici, fieles a la Iglesia, fieles al Papa, como cabeza visible de la Iglesia, cristianos que en el mundo sin ser del mundo estén dispuestos a vivir todo lo que sea Voluntad de Dios, incluso, la propia victimación vicarial con tal de lograr la santidad no solo para sí mismos sino para toda la Iglesia, y la salvación para toda la humanidad, cristianos que estén dispuestos como parte de esa victimación vicarial al martirio con tal de confesar a Cristo  tanto con la Palabra como con la vida y la sangre, como lo hizo el Rey de Reyes Cristo Jesús que siendo El, y continuando siendo la Victima Sustitutiva Perfecta en la Eucaristía, también no solamente derramó sino que sigue entregando su Sangre.  

Queridos hermanos, vivamos entonces nuestro carisma, vivamos nuestra espiritualidad y no nos encerremos en nuestras casas y si fuera necesario no nos encerremos en las respectivas parroquias en las que participemos, sino que como miembros y como asociados del Instituto, estemos dispuestos a colaborar no sólo con la parroquia, sino con la Diócesis y con toda la Iglesia Universal, si en algún momento nos lo pide el Señor, con tal de ayudar a todos los seres humanos a llegar a descubrir lo precioso que Dios le ha dado a la Iglesia y especialmente en la Liturgia Eucarística, que toda la humanidad llegue a vivir la Liturgia Eucarística como debe ser, esa es nuestra Misión,  nuestra misión no es darle de comer al hambriento en lo material nada más, nuestra misión es darle de comer al hambriento en lo moral, al hambriento en lo espiritual, al hambriento de Cristo, pero resulta que el hambriento de Cristo hoy día es toda la humanidad y por tanto nuestro corazón, nuestra alma, nuestra disposición, nuestra voluntad debe estar abierta a colaborar en la eucaristización de toda la humanidad, eucaristizando primero a toda la  Iglesia, habiéndonos eucaristizado primero nosotros mismos.

Queridos hermanos, démosle gracias al Señor por la forma en que nos ha permitido vivir estos treinta años dispuestos a vivir lo que viene adelante, en el futuro inmediato, en el futuro próximo, en el futuro a mediano plazo, en el futuro a largo plazo igual que sigue viviendo la Santísima Virgen María en el riesgo de la Fe, en el riesgo de la oscura luminosidad de la Fe, y ¡qué precioso vivir esto a imitación de María en compañía de María!, precisamente en este precioso e importantísimo año de la Fe, que está viviendo la Iglesia, que importante vivir este carisma y esta espiritualidad en el año eucarístico que está viviendo la Iglesia que peregrina en Costa Rica. 

Hace varias semanas conversando con cierto Sacerdote que tiene cierto cargo de responsabilidad muy grande en la Arquidiócesis de San José, y comentando con este Sacerdote precisamente de nuestra Obra Eucarística, nos decía:  ¡Qué oportuno sería que ustedes puedan colaborar con su carisma en el año eucarístico de Costa Rica!, es un compromiso al cual no podemos quitarle el hombro, queridos hermanos, agradezcámosle al Señor la forma en que hemos vivido, con alegrías, con dificultades,  con persecuciones, con calumnias, no importa, todo eso nos ha servido para unirnos más a la Victimación de Cristo sobre el Altar, bendito sea El, y vuelvo a repetirlo agradezcámosle al Señor ya desde ahora lo que nos permita vivir en el futuro, porque todo será para Gloria de Dios y para la santificación de la Iglesia y salvación de la humanidad para que algún día podamos unirnos con todos los Santos, podamos unirnos con los Ángeles, podamos unirnos con la Santísima Virgen María y proclamar y decir:  Santo, Santo, Santo es el Señor, bendito el que viene en el Nombre del Señor, bendito el que viene continuamente en este momento sobre los Altares, bendito Aquel que nos lleva a participar del Reino de Dios y que con El nos pondrá para toda la Eternidad a los pies del Padre Celestial, a los pies de Aquel que es la Verdad, para glorificarle y con El gozar eternamente.  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡Ego adoro Te et satisfactio Te, Iesus Oblatio!”
“¡Nunc et Semper, hic et omnium locum in aeternum!”

Dom. XXVII del Tiempo Ordinario, El Matrimonio Místico, preparación para el año de la Fe


DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

7 de Octubre de 2012
Génesis 2: 18-24;  Salmo 127: 1-6;
Hebreos 2: 9-11;  Marcos 10: 2-16
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Muy queridos hermanos en el Señor, el tema que hoy nos propone la Palabra de Dios en el momento actual de la historia humana es un tema muy importante y muy necesario, manipulado y tergiversado por el mundo materialista y relativista que nos rodea, en el cual vive la Iglesia, pero del cual la Iglesia no es parte.  Por eso yo creo que es conveniente que penetremos una vez más en la santidad del Evangelio, la santidad de la familia fundamentada ciertamente en el matrimonio entre un hombre y una mujer, por más que digan los materialistas, esa es la única realidad del matrimonio, unión entre un hombre y una mujer, eso es lo establecido por Dios, no solamente a nivel de la Iglesia Católica, sino a nivel de la humanidad, lo que se salga de ahí es contra naturaleza, además de ser contra Dios.

Pero queridos hermanos, yo creo que sobre este tema del Matrimonio y la Familia se habla mucho, pero muy poco en otro sentido que también se refiere al matrimonio, pero que es mucho más actual todavía y poco se toma en cuenta.  Queridos hermanos todo católico, todo bautizado, tenga la edad que tenga, sea ignorante o inteligente, rico o pobre, obrero o profesional, soltero, viudo, consagrado, sacerdote, todos debemos vivir un matrimonio al que pronto me voy a referir. 

Precisamente en esta semana, Su Santidad Benedicto XVI, con un grupo de Obispos de todo el mundo está iniciando en Roma el "Sínodo Ordinario sobre la Nueva Evangelización", y el próximo jueves 11 de Octubre será la apertura del “Año de la Fe”,  que tan sabia y oportunamente ha convocado el Papa.  Queridos hermanos preguntémonos en este domingo qué es la Fe, creo que si recordamos la definición del Catecismo antiguo vamos a decir que la fe es creer en aquello que no se comprende, y es cierto,  pero hermanos yo he llegado a la convicción  de que la fe no es solo creer teóricamente, intelectualmente lo que no se comprende, va mucho más allá la fe, la fe es vivir una relación de esperanza y amor con el Dios Creador, Salvador y Santificador, esa es la fe, vivir una relación de esperanza y de amor y quien vive esa relación de esperanza, de fe y de amor con el Dios Uno y Trino, queridos hermanos, vive en paz perpetua el matrimonio místico;  y a ese matrimonio místico estamos llamados todos los católicos porque queridos hermanos quien no vive este matrimonio místico está en pecado, quien no vive la unión con Cristo es un cadáver ambulante y lastimosamente hoy se habla mucho de relaciones humanas, se habla mucho del amor, pero de un amor humano y temporal, y no se habla del Amor verdadero, del Amor Eterno, del Amor que tiene la fuente y la cumbre en el Dios que es Uno y Trino porque es Amor, ese Dios que se nos ha revelado, se nos ha comunicado, se nos ha entregado en Cristo Jesús.   Y qué es lo que nos dice el Apóstol, en la carta a los Hebreos  sobre el matrimonio de este Cristo con la Iglesia, por poco se ha entregado, no ha dudado en entregarse a la muerte Jesús porque nos ha amado, no ha dudado en entregarse a la muerte de Cruz, porque quería sumergirnos en la verdad y el Amor Divino del Dios Uno y Trino, porque quería hacernos uno, porque quería hacernos  parte de ese matrimonio místico, ese matrimonio místico que a diferencia del matrimonio humano, no termina, el matrimonio humano termina con la muerte, el matrimonio místico trasciende a la Eternidad, y por eso Cristo Nuestro Señor, quiso darnos ejemplo porque El conoce muy bien la debilidad de la vida humana, El sabe perfectamente que en la vida del ser humano como consecuencia del pecado original, ¡como consecuencia del pecado original!, es inherente el dolor y el sufrimiento, no hay un ser humano que pueda escaparse del dolor y el sufrimiento como consecuencia del pecado original, excepto  la Santísima Virgen María. 

Queridos hermanos, por eso Cristo escogió el camino del dolor y el sufrimiento de la Cruz y la Pasión para redimirnos precisamente a través de aquella realidad que todos tenemos que vivir, quien pretende escaparse del dolor y el sufrimiento es un iluso, y aquel dolor y aquel sufrimiento se le va a poner insoportable; en cambio quien acepta, sin buscarlo, el dolor y el sufrimiento y lo une a la Cruz de Cristo, ese dolor y ese sufrimiento adquieren el mismo valor que adquirió el sufrimiento de la Santísima Virgen María cuando acompañó a Cristo en su Pasión y su Cruz, un valor corredentor, corredentor para nosotros mismos que nos redime del pecado y corredentor para toda la especie humana, porque quien ofrece su dolor y sus sufrimientos unidos a la Cruz de Cristo colabora en la salvación de toda la humanidad, unido a Cristo único Redentor, único Señor, único Salvador.  Nadie es salvador de nadie, pero unidos a Cristo somos capaces de colaborar en la conversión y salvación del mundo entero.

 Por eso queridos hermanos, yo quiero insistir:  unidos a nuestros Obispos, y uniéndonos especialmente a Su Santidad el Papa, vivamos intensísimamente el Año de la Fe que inicia el próximo jueves, vivámoslo intensísimamente para renovar esa Fe, esa Esperanza, ese Amor… ¿Cómo?:  viviendo el Matrimonio Místico con Cristo Nuestro Señor, y no sólo como individuos, no como personas aisladas, sino como miembros de la Iglesia,  porque nadie puede vivir ese matrimonio Místico separado de la Iglesia, nadie puede vivir ese matrimonio místico con Cristo si es indiferente para con la Iglesia; como es imposible vivir un matrimonio humano, si no es en un hogar correctamente constituido, nadie puede vivir el matrimonio místico fuera de  la Iglesia Católica, porque sólo la Iglesia Católica tiene la plenitud no sólo de la Revelación,  no solo de la Palabra, sino la plenitud de los Sacramentos a través de los cuales la Iglesia continua distribuyendo la Verdad y el Amor de Dios a aquellos que quieren vivir la Fe, la Esperanza y el Amor, y por eso la insistencia también de Su Santidad el Papa para que nos renovemos en la verdadera vivencia de la Liturgia,  la Liturgia a través de la Liturgia de la Horas, el Oficio Divino, La Liturgia a través del Sacramento del Bautismo, de la Confirmación, de la Penitencia o Reconciliación, (renovando la práctica frecuente de la Confesión), del Matrimonio santamente vivido, por la frecuencia de la Unción de los Enfermos cuando se da una enfermedad grave, no necesariamente en peligro de muerte, y especialísimamente por la recepción frecuente preferiblemente diaria de la Eucaristía, la Santa Misa, la Sagrada Comunión, para que realmente podamos vivir el matrimonio místico en medio de los dolores, de los sufrimientos, en medio de la Cruz, por nuestros propios pecados, por la salvación de la humanidad, y especialmente para la Gloria de Dios, ese Dios que nos quiere sumergir en su Verdad, ese Dios que nos quiere sumergir en su Amor, que nos quiere hacer uno en Cristo, ese Dios que no nos quiere esclavos del materialismo, ese Dios que no nos quiere esclavos de la inmoralidad y del relativismo ateo del mundo actual, ese Dios que no quiere que vivamos esclavos del dinero, que nos sirvamos del dinero sin ser esclavos de él, ese Dios que quiere que usemos de lo material tanto cuanto sea necesario para que tengamos una vida sencilla y digna como hijos dignos del Dios que nos quiere llevar a la única Vida Verdadera, plena que es su Reino transcendente. 

Por eso hermanos, me voy a permitir leer un parrafito muy  breve de uno de los Documentos que nos podrán servir de base para profundizar todo lo de este Año de la Fe, uno de los Documentos del Concilio Vaticano II, que nunca indicó cambios sino renovación.  Queridos hermanos, el Concilio en el  documento que se refiere a los laicos nos dice:  "Escondidos con Cristo en Dios y libres de la esclavitud de las riquezas, durante la peregrinación de esta vida, a la vez que aspiran a los bienes eternos, se entregan generosamente y por entero a dilatar el Reino de Dios y a informar y perfeccionar el orden de las cosas temporales con el espíritu cristiano.  En medio de las adversidades de esta vida, hallan fortaleza en la esperanza, pensando que “los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros” (Rom. 8:18)” (Apostolicam Actuositatem 4e)

Queridos hermanos vivamos el matrimonio místico, no sólo el matrimonio humano, vivamos el matrimonio místico, vivamos la unión con Cristo, renovemos nuestra Fe, nuestra Esperanza, nuestra Caridad,  en unión con los Obispos, en unión con el Papa, en unión con toda la Iglesia e instauremos el Reino de Cristo para que un día todos unidos en la Gloria Eterna podamos decir:  “Gloria a Dios en los Cielos y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.  Así sea

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡Ego adoro Te et Satisfactio Te,
Iesus Oblatio!”
“¡Nunc et Semper, hic et omnium 
locum in aeternum!”

XIII Domínica Post Pentecostem


XIII Domínica Post Pentecostem
Galatas   3:16-22; San Lucas  17:11-19
                              
26 de Agosto de 2012    
         
     Solo en Cristo hay vida en plenitud                                     

            Muy queridos hermanos, hay un detalle en el Evangelio muy disiente:  Los judíos en aquel tiempo no se mezclaban con los samaritanos, a pesar que ambos eran descendientes de un mismo pueblo, sin embargo se había establecido una división tan fuerte, no sólo en el orden político, sino también en el orden religioso,  que no podían relacionarse entre ellos, y sin embargo, este grupo de 10 leprosos estaban  juntos, sin importar si eran judíos o samaritanos; es lo mismo de hoy día, los católicos que quieren vivir en pecado grave no les importa mezclarse con todas las situaciones de pecado grave o gravísimo que abundan en el mundo, podemos sacar conclusiones.

         Hermanos, San Pablo es muy claro.  Nos enseña a cumplir las normas por amor,  no por obligación.  ¿De dónde viene ese amor que puede guiar toda nuestra vida?  Proviene solamente de Dios y Dios nos ha comunicado ese Amor por su Hijo Jesucristo:  Cristo es el cumplidor de la promesa, Dios nos creo por Amor, y por Amor nos redime en Cristo.  Somos Católicos porque somos amados por Dios y siendo amados por Dios en Cristo debemos corresponder por amor en Cristo a Dios.  

        Ese es el gran secreto:  solamente por Cristo podemos tener la plenitud del Amor y quien tiene la plenitud del Amor en Cristo Jesús, tiene plenitud de vida, le suceda lo que le suceda, digan lo que digan de esa persona en el mundo, viva en circunstancias fáciles o difíciles.  Una acotación:  cuando en la propia vida hay disciplina, dignidad,  y se presentan dificultades, y todo esto se vive en Cristo que nos ha salvado, entonces se es verdadero  cristiano, lo confirma el Evangelio:   aquellos diez leprosos no le habían pedido curación a los fariseos, ¡no!,  porque sabían que ellos no curaban, ni les permitían llegar al pueblo, más bien si se encontraban con alguien  en los caminos, tenían que gritar ¡leprosos, leprosos!, para que se alejarán de ellos, sin embargo ven que Jesús se les acerca y no se alejan, se dejan llenar por la fe y por la fe se acercan a Cristo pidiéndole que les ayude, que les cure, y sólo Jesús les cura, sólo Jesús puede darle salvación al ser humano, sólo Jesús puede darle plenitud al ser humano, sólo Jesús puede darle luz, sólo Jesús puede darle fortaleza, sabiduría, prudencia, pureza, comprensión para sí mismo y para el prójimo. 

        No me canso de decir a todo el mundo:  necesitamos encontrarnos con Cristo, necesitamos llegar a ser uno en Cristo, el cristiano no es el que dice que cumple leyes, el cristiano es aquel que llega a unirse inquebrantablemente a Cristo, rechazando todo aquello que trate de separarle de Cristo.  Es en Cristo donde se encuentra la fortaleza necesaria para vivir lo que el desea, y lo que El quiere es que vivamos la santidad, vivir una vida en íntima unión con Cristo, no basta luchar contra el pecado, el cristiano tiene que esforzarse por ser santo, a eso nos llama hoy el Señor en su Palabra. 

        Hay que dejarse transformar en Cristo y ello sólo se logra de  una única manera: comiendo  su Carne y bebiendo su Sangre para llegar  no sólo a estar con ÉL sino a ser uno en Él, logrando una continúa vivencia de su Sacrificio Redentor, entregándole toda nuestra vida a Dios en Cristo Jesús, no sólo para ser santo, sino para colaborar en la santificación de toda la Iglesia, porque el que pretenda ser santo olvidándose y apartándose de la Iglesia va por mal camino, mientras que, quien viviendo la Eucaristía, quien viviendo la Liturgia día tras día al recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor en la Sagrada Comunión, vive en Iglesia, y se interesa y se desgasta por la santificación de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo para la Gloria de Dios, sí camina hacia la santidad y el cumplimiento de la misión eclesial.

        Que el Señor en esta Celebración nos dé a todos la gracia, el entusiasmo, el impulso, la valentía para ser verdaderamente discípulos de Cristo que como aquel samaritano curado de la lepra seamos capaces día tras día de llegar a postrarnos ante Cristo en el Santísimo Sacramento para darle gracias por todo lo que nos da, para darle gracias por ser Él quien Es, para darle gracias por lo que nos permite vivir y para comprometernos en El y con El, en la santificación diaria de toda la Iglesia, para que algún día podamos cantar todos el Sanctus, Sanctus, Sanctus en la trascendencia del Dios Uno y Trino.  Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡Ego adoro Te et satisfactio Te,Iesus Oblatio!”“¡Nunc et Semper, hic et ómniumlocum in aeternum!”

San José, Custodio de Jesús Víctima Eucarística


SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ


Esposo de la Santísima Virgen María,Custodio de Jesús Víctima EucarísticaPadre Putativo de Jesús el Señor




Descubramos qué quiso el Señor Dios que se cumpliera a través de San José: Dios nuestro Señor le había prometido a Abrahán una descendencia abundantísima, es decir todos aquellos que vivieran como fruto de esta promesa serían esa descendencia, esta descendencia tendría un punto culminante. Esta promesa Dios vuelve a hacérsela nuevamente al Rey David, es decir va concretando esta promesa a lo largo de toda la historia de la Salvación. 

Y es San José,  descendiente de David,  quien por ser el padre putativo de Jesús continúa y permite que esa descendencia llegue a este punto culminante que es Cristo Nuestro Señor.  

De aquí la importancia de la respuesta que   San José dio a Dios al aceptar ser el esposo de María Santísima, superando las dudas y las sospechas que pudo tener en un primer momento, pero que Dios nuestro Señor le aclaró. 

 José, al ser hombre de fe y de oración estaba atento a las mociones del Espíritu Divino, se le aclararon todas las dudas y sospechas, y con toda la paz y la fidelidad pudo aceptar ser el esposo de María Santísima y padre putativo de su Hijo. 

Fidelidad por tanto a la voluntad de Dios por encima de todas las circunstancias, criterios humanos y apariencias,   San José acepta la Voluntad de Dios y sabe discernir la Verdad y lo hace bajo la luz del Espíritu Santo.   

También en San José descubrimos la responsabilidad al hacer lo que tiene que hacer, no se trata solamente de aceptar la voluntad de Dios o no ofenderlo, se trata de cumplir lo que Dios quiere y como Él quiere con perfección, tanto en las circunstancias ordinarias de cada día como en las situaciones extraordinarias que se presentan en la vida… 

En este momento histórico que nos toca vivir son más frecuentes las situaciones extraordinarias que en lustros anteriores, el cristiano de hoy tiene que hacerle frente al materialismo y relativismo, que hacen de su vida algo fuera de lo que el mundo pretende, siendo responsable de lo que tiene que hacer; como San José que fue responsable no sólo de lo que hacía en su trabajo como carpintero, sino también responsable de lo que es, y San José es el Esposo de María Santísima, el protector, de su virginidad y de la pureza, de su integridad.  

Siendo Esposo de María Santísima es el Padre adoptivo de Jesús, y más que esto, es el Padre putativo de Jesús, o sea es el Padre de Poder, el que legalmente le da a Jesús el derecho de ser el descendiente, el culmen de la descendencia de David y de la descendencia de Abrahán, Jesús gracias a  San José es israelita, es el gran realizador del misterio salvífico.   San José cumple su misión de ser el Padre Putativo, legal de Jesús.  

Además en cada una de las situaciones extraordinarias que se van presentando,   San José es el que lleva adelante la “Sagrada Familia”.  Él como descendiente de David tiene que ir con su esposa a empadronarse a Belén, donde debía nacer el Mesías. 

San José como responsable de aquella familia, tiene que abandonar su seguridad personal para huir a Egipto, establecerse y trabajar en ese lugar, y también debe tomar la decisión de abandonar este lugar donde se ha establecido para regresar a Israel y buscar dónde establecerse en un lugar que le de seguridad a su familia, porque el criminal Herodes, lo persigue para matarlo.  

San José escoge el lugar más seguro para su familia, por eso se cumple otra profecía: 
“Le llamaran Nazareno”.   

Gracias a la responsabilidad de San José las profecías sobre Jesús se van cumpliendo.   San José junto con María Santísima lleva a Jesús al Templo, no solo en el momento de la circuncisión, también a los doce años de edad. San José regresa a Jerusalén con la Virgen Santísima en busca de Jesús, y cuando lo encuentran y Jesús les dice “¿Por qué me buscáis? ¿No sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”  San  José como María Santísima guarda todo aquello en su corazón, él como María Santísima sabe que hay todo un misterio que envuelve a la persona de Jesús y van asimilando todo este misterio, y al asimilarlo   San José con María Santísima y como Ella va viviendo todo el misterio de ese Hijo, van participando del misterio salvífico del Hijo de Dios que bajo su responsabilidad va creciendo como Hombre.

Ciertamente hay que admirar a San José, se debe reconocer que por toda la fidelidad que   San José vivió obtuvo un lugar muy especial en el Cielo, después de María Santísima que tiene un lugar  especialísimo.  ¿Qué otro título se le podría dar a  San José si no fuera el de “Custodio de Jesús”? Porque José fue el custodio de Jesús tiene un lugar importantísimo en el Cielo, y allí junto con María Santísima, todos los Santos, Arcángeles y Angeles, José está glorificando a Dios, está sumergido en la Gloria de Dios y, como fruto de eso es Patrono de la Iglesia, por tanto un fiel intercesor nuestro; por ello no debemos dudar en pedirle a San José que interceda ante el Señor para lograr aquello que el Señor sabe que necesitamos, sin poner condiciones ni limitaciones al Poder Infinito de Dios.

San José nos enseña a ser sus imitadores en todas las virtudes que El vivió y sigue viviendo: tenemos que imitarlo como Hombre de fe y de oración, como Persona atenta a las mociones del Espíritu, en su responsabilidad y como Custodio de Jesús, imitarlo en esa profunda e íntima unión que tenía con María Santísima, San  José vivió unido a María Santísima en  pureza, castidad y servicio, de la misma forma debemos hacerlo nosotros, experimentar con  San José y como El esa presencia maternal de María Santísima en la vida de la Iglesia y de cada uno de nosotros. 

Se le debe de imitar también en el ser custodio de Jesús,  El tuvo en sus manos a Jesús,  muchas veces El lo llevo de la mano, le enseñó a Jesús el oficio de carpintero, le alimentó y protegió, fue su Custodio, nosotros podemos y debemos ser custodios de Jesús, no sólo en la mente y el corazón, también podemos abrazar a Jesús al consumirlo en la Eucaristía y protegerlo de tantas profanaciones sacrílegas que desgraciadamente continúan cometiéndose en tantos lugares. 

Si San José lo protegió con constancia, humildad, paz, fortaleza, serenidad, escondido en el misterio de Dios, sin necesidad de ninguna acción violenta, nosotros también debemos custodiar a Jesús Víctima Eucarística.

Que San José “Custodio de Jesús Víctima Eucarística” alcance para nosotros las gracias que necesitamos para imitarlo a El y nos alcance los bienes materiales que se necesitan para ser fuertemente esos custodios de Jesús Eucaristía.

                                                                                                    Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.