¡Al Nombre de Jesús se doble toda rodilla!

¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!

Nuevamente el engaño de la "conveniencia", o de la "recomendación",  "exhortación" a recibir la Sagrada Comunión, o sea a Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre, Único Salvador de los hombres y Señor del universo, en la mano, con motivo del virus del "AH1N1".   ¡Qué astuto es el demonio para volver/seguir engañando y confundiendo a los Fieles!

Recordemos que la única y verdadera Iglesia Católica desde los primeros tiempos estableció que la ÚNICA forma de dar la Sagrada Comunión es en la boca.  Ningún Pontífice ha cambiado esa doctrina, antes al contrario siempre la han reforzado, incluso prohibiendo expresamente la distribución en la mano, no sólo los Concilios sino los Sumos Pontífices con su Suprema Autoridad la han prohibido, por ejemplo Pablo VI, aún con toda la presión que le hizo el enemigo infiltrado, decretó claramente que debía seguirse dando en la boca, pero según se ha comprobado dicho decreto fue posteriormente adulterado;  Juan Pablo II expresamente comunicó a todos los Obispos que la distribución en la mano está prohibida, aunque parece que el mismo enemigo infiltrado impidió que esto llegara a conocimiento de todos los Obispos, y él mismo se negó a darla en la mano;  S.S. Benedicto XVI, dándola él en la boca, expresó que es necesario darla así como mejor signo de adoración, respeto, amor al Señor.  

En mi experiencia personal siempre la doy en la boca y nunca me he contagiado ni he contagiado a nadie, aunque ciertamente con prudencia cristiana observo las debidas medidas de higiene, de limpieza, de orden, de urbanidad, primero para con el Señor y luego para con el prójimo.  A ningún católico humilde y valiente le pueden obligar a cometer esa profanación que fácilmente puede llegar a ser un grave sacrilegio.  ¡El Señor está verdaderamente Presente y Oblacionado en la Sagrada Eucaristía!, y ÉL, que ha venido a dar vida en plenitud, es Todopoderoso para alejar ese y cualquier virus de toda persona que tiene verdadera Fe en ÉL y en este Augusto y Santísimo Sacramento, Sacramento que es Presencia, Sacrificio, Alimento.

No nos dejemos engañar por el concepto equívoco de la obediencia.  El verdadero Magisterio de la Iglesia desde antiguo enseña que si algún superior, civil o eclesiástico, ordena o recomienda algo contrario a Dios, a sus Mandamientos, a la verdadera Liturgia, a la sana Moral, no se le debe obedecer, debe desobedecérsele para la Gloria de Dios y salvación eterna de las almas.

¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.