Las virtudes fruto de la Eucaristía

Domingo 21 de Agosto 2016

Domingo XIV Después de Pentecostés
Gal. 5:16-24     Evang. San Mt. 6:24-33


Nos habla hoy el Señor sobre las obras de la carne y las obras del Espíritu, y el Señor en el Evangelio  nos dice que no tenemos por qué estar preocupados por las cosas materiales y temporales.  Veamos la diferencia entre preocupación y ocupación; la preocupación no es cristiana, y muy fácilmente lleva a la angustia e incluso a la desconfianza, se desconfía de Dios y se llega a desconfiar de uno mismo, del prójimo y se cae en la angustia; en cambio la ocupación es virtud cristiana, porque la podemos asemejar a una responsabilidad, Dios no quiere al ser humano irresponsable, Dios quiere que el ser humano sea responsable de sí mismo y del prójimo.  Y si se llega a la desesperación ya es lo que Cristo en otro lugar del Evangelio llama blasfemia contra el Espíritu Santo, que no será perdonada en esta vida ni en la otra, y esto equivale  en muchos casos al suicidio, por eso la verdadera moral católica condena el suicidio como un pecado gravísimo y por tanto no se puede orar públicamente  por un suicida, por eso el verdadero Derecho Canónico de la Iglesia prohíbe incluso celebrar la misa por los suicidas, aún en el actual Derecho Canónico.  Hermanos  debemos ocuparnos de no realizar las obras de la carne para vivir las obras del Espíritu. 
Cuáles son esas Obras del Espíritu? Las Virtudes cristianas son las obras del Espíritu.  Nadie puede decir;  ¡yo no tengo virtudes!  Porque todo cristiano desde el momento en que recibe el Sacramento del Bautismo, en el Bautismo el Espíritu Santo infunde todas las virtudes en el ser humano que está siendo bautizado.  Ahora bien, Dios durante la vida le pedirá a cada persona el ejercicio eminente, el ejercicio claro, fuerte de esas virtudes, y en cada persona se van a distinguir unas u otras virtudes, pero todos tenemos infundidas por el Espíritu Santo todas las virtudes, en algunos va a resplandecer más la caridad, en otros va a resplandecer la paciencia, en otros la sabiduría, en otros la fortaleza de espíritu, en otros la comprensión.  Tenemos que ejercitarlas, ahora bien,   de qué manera podemos adquirir nosotros la fortaleza de  espíritu para practicar esas virtudes?   Esto solamente lo logra cada persona unida a Cristo, porque sólo unidos a Cristo seremos capaces de practicar las virtudes cristianas.  En todo caso sin Cristo se podrá practicar las virtudes humanas, que también existen, existen la fe humana, así como existe la fe cristiana, existe la fortaleza humana y cristiana, no las confundamos, ambas son buenas, ambas debemos practicarlas pero no contentarnos con virtudes humanas.  El conjunto de virtudes humanas es lo que podemos llamar:  “Los  valores”.  Y cuidado con los Ministerios de Educación que dicen que van a cambiar las asignaturas de Religión por Asignaturas de Valores.  Tenemos que vivir las virtudes cristianas uniéndonos a Cristo pero no sólo con devociones, que son necesarias, pero no suficientes,   la única manera de unirnos con plena seguridad a Cristo es viviendo los Sacramentos, y hoy quiero insistir en el más sublime:  “El Sacramento de la Eucaristía”. Qué es en realidad el Sacramento de la Eucaristía?  El Misterio de la Eucaristía no solo es Presencia, quien comulga con frecuencia debe dar el fruto del Espíritu, y se ha de reflejar en toda la vida personal, íntima, pública, tanto a nivel de la familia como a nivel de la sociedad en general, en todos los ámbitos se ha de ver el fruto de la vida eucarística.  Entonces, qué más falta para dar fruto de la Eucaristía?, no sólo como alimento cuando lo recibo en la Sagrada Comunión, también hay que vivirla como Sacrificio.  
Nuestra Obra ayer cumplió los 34 años, y la mayor parte de estos años la vivimos con la mejor buena intención de ser fieles al Señor, pero en la Misa Novus ordo, y durante ese tiempo, al principio, sobre todo al inicio llegamos a ser 24 miembros internos, y ahora somos mucho menos, porque aunque estábamos viviendo conscientemente que era Sacrificio, sin embargo era novus ordo, pero cuando descubrimos la verdad y la plenitud de la Tradición, nos hemos venido fortaleciendo y estamos viviendo la Santa Misa Tradicional, y ahora sí, hermanos puedo decir que esta Obra comienza a dar verdadero fruto, muy pequeño, como un granito de mostaza, pero pronto veremos el fruto.  

Cómo vivir la Misa Tradicional?   En cierta ocasión una persona me decía que yo le tapaba con la espalda, y ahora que no ven lo que hago sobre el Altar, tienen la posibilidad de llegar a vivir unidos a Cristo, porque ya no se interesan por verme, sino que por unirse con el Sacerdote, así se unen con Cristo, y Cristo en la Santa Misa es lo que ÉL es, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, que en la Santa Misa continúa entregándose, para que ustedes unidos a Cristo, vivan la Misa entregándose ustedes en Cristo a la Justicia Infinita y Misericordiosa de Dios Padre.  Entonces,  la manera de vivir la Santa Misa es  unirse a Cristo Sacrificado para presentarse ante Dios Padre, y entonces sí, Dios Padre y Dios Espíritu Santo, y Dios Hijo, derraman su Gracia sobre los que viven verdaderamente el Sacrificio de Cristo durante la Misa Tradicional.  Hermanos, hay que aprender a vivir de verdad la Santa Misa Tradicional, uniéndose a Cristo Único y Eterno Sacerdote que continúa viviendo  su Sacrificio de la Cruz, para darnos a todos la gracia de la santidad, de la práctica continúa y heroica de las virtudes cristianas.

Vivamos este Misterio y veremos la Gloria de Dios.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.