“SANTA NAVIDAD EUCARÍSTICA”

Miércoles 23 de Diciembre:

Antífona “O” para el 23 de Diciembre 
(última de estas preciosas e importantes Antífonas):

         “O Emmanuel, Rex et Legifer noster, expectatio Gentium, et salvator earum:  veni ad salvandum nos, Domine Deus noster.”

          “¡Oh Emmanuel, nuestro Rey y Legislador, esperanza de las naciones y Salvador suyo!  ¡Ven a salvarnos, Señor y Dios nuestro!”



¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!   Nos hemos referidos en estos días a “Del Pesebre a la Hostia”…  Si vivimos esa experiencia en profundidad, en una auténtica hostificación de toda nuestra vida,  ¿estaremos dispuestos a “llevar los unos las cargas de los otros” –conforme a lo que enseña el Apóstol San Pablo?...  ¿entendiendo la implicación eclesial actual y de un futuro próximo que eso conlleva, conscientes de la realidad y seriedad de lo que verdadera y plenamente es vida de Iglesia, incluyendo Liturgia, Doctrina, Moral, Espiritualidad, Pastoral?   Todo eso ha de estar incluido en la verdadera vivencia de la Navidad y Año Nuevo, en lugar del interés pasajero y engañoso de las celebraciones mundanas.  Jesús, ayer, Jesús hoy, Jesús siempre, Jesús en todo y por encima de todos y de todo, Jesús en todo lugar, Jesús de día, Jesús de noche, Jesús en el pensamiento, Jesús en el afecto, Jesús en la voluntad, Jesús en el estudio, Jesús en el trabajo, Jesús en el descanso, Jesús en la salud, Jesús en la enfermedad, Jesús en lo social, Jesús en la soledad, Jesús en lo temporal, Jesús en lo eterno.



Jueves 24 de Diciembre, 
Vigilia de la Natividad de Nuestro Señor:


¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia! 
Sólo hay verdadera Iglesia Católica si se vive realmente en Jesús Hostia como fruto profundo, fuerte, transformante, permanente, de la vivencia profunda de Sagrario, vivencia oblativa de Altar, vivencia transformante de Comunión.  Por eso la verdadera Navidad debe ser eucarística, hostificante, oblativa.

Al católico verdadero podemos estimularle a vivir la Navidad Eucarística por amor total a Jesús…  Al católico mediocre, frío, superficial, mundano, habrá que recordarle que Navidad es “Fiesta de precepto”.

Quien vive realmente la Navidad Eucarística comprende por qué se ama a la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Fiat, y con Ella y como Ella se ama, se es radicalmente fiel a Jesús, incluso en la disposición fundamentalmente oblativa de la disponibilidad a la Gracia no merecida pero muy posible del Martirio.

Además, todo lo anterior implica también el comprender y vivir la Navidad no sólo en familia, sino especialmente como Iglesia.  La Navidad no es, no debe ser una fiesta de mundo.  Es el acto del Hijo de Dios que, sin dejar de serlo, se hace Hijo del Hombre, para así, asumiendo nuestra naturaleza, redimirnos y hacernos partícipes de la Gloria Sublime y Eterna de la Trinidad Santísima.   Y esto sólo se puede vivir si somos miembros auténticos de la verdadera Iglesia, la que es fiel a la Tradición, Tradición Litúrgica,  Tradición   Doctrinal.

…Liturgia y Doctrina.  Ambas son necesarias, se necesitan la una a la otra.  Liturgia sin Doctrina sería débil, cambiante, simple acción humana...  Doctrina sin Liturgia sería también cambiante, débil, muerta…  La Verdad de la Doctrina es Vida en la Liturgia.  La Liturgia con Doctrina comunica Vida…

Y para aplicarlo directamente tanto a la vida de cada uno como a todo el Cuerpo de la Iglesia, habrá verdadera Navidad Eucarística si olvidando y dejando atrás las costumbres de la sociedad mundana, vivimos con pleno fruto los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía en los tres aspectos ya mencionados:  Sagrario (Visita a Jesús),  Altar (Santa Misa – Sacrificio), Alimento (Comunión).

Por todo lo anterior considero que es puramente social el decir: “Feliz Navidad”…  Considero más cristiano decir:  “Santa Navidad”… Y mejor todavía: a todos:  


“SANTA NAVIDAD EUCARÍSTICA”

Si se vive realmente la Eucaristía no se contenta uno con decir “creo” sino que “se cree vivencialmente la Fe en Jesús”.  Y ello llevará a tener una relación íntima con ÉL, un conocimiento profundo de ÉL, que dará como fruto el llegar a vivir como ÉL mismo anhela y enseña:  “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.”  (San Juan 17:21)
“Santa Navidad Eucarística”.


Consecuencia de lo anterior:  Necesidad absoluta de la Oración personal de contemplación diaria, Santa Misa Tradicional mínimo todos los Domingos y Solemnidades,  y si fuera posible con mayor frecuencia durante la semana, y Confesión periódica con un único Confesor, para que pueda guiar en el camino de la santidad.  Así el fruto de la Navidad Eucarística se proyectará en el tiempo y el espacio, hacia la eternidad.

“Santa Navidad Eucarística”.

Así nunca nos avergonzaremos de Jesús en ningún lugar ni circunstancia ni delante de nadie, sea quien sea, antes al contrario en la Verdad y con gozo siempre, en toda circunstancia y ante todo el mundo seremos testigos fieles, plenos, de Jesús.

Quien no es testigo de Jesús vivo, no sólo de su Doctrina, no puede ser testigo del único Dios verdadero.  Quien sí es testigo fiel de Jesús Hostia es testigo de Dios Uno y Trino.

“Santa Navidad Eucarística”                  

Experiencia Eucarística de fe

FIESTA DEL APÓSTOL SANTO TOMÁS

                                                                                            21 de Diciembre de 2015
       
                                                     Efesios 2:19-22; 
 Salmo 138:17-18
             Salmo 32:1;  San Juan 20:19-31

Muy Queridos Hermanos en el Señor,

Celebra la Iglesia, en estos días previos a la Natividad del Señor, esta fiesta del Apóstol Santo Tomás.  Como todo lo que hace el Señor en la vida de la Iglesia es providencial que en este momento, en esto días previos a la Navidad, en estas circunstancias históricas que estamos viviendo, estemos celebrando esta Fiesta del Apóstol Santo Tomás. 

¿Por qué?  Porque el mundo actual, incluso muchos sectores de la misma Iglesia han perdido la Fe.  Están viviendo a oscuras, y sólo Cristo, el Hijo de Dios que nace como Hombre sin dejar de ser Dios, es Luz en medio de esta oscuridad.  En estos inicios del siglo 21, el mundo está  a oscuras y sólo tienen luz aquellos que vivimos   verdaderamente la fe.  Pero debemos recordar:  ¿qué es la fe?  

Y para eso me voy a servir de una frase muy clara del Papa Benedicto XVI, en su  exhortación convocatoria al Año de la Fe , Exhortación Porta Fide, decía él en  los primeros párrafos:  “La fe es la Experiencia viva en Cristo”, eso fue lo que le sucedió al Apóstol Tomás, tuvo la experiencia viva de Cristo, vio a Cristo, tocó a Cristo, esa es la experiencia viva de la fe, la experiencia viva de Jesús, y yo lo vengo diciendo desde hace años, pero ahora lo digo con mucha mayor fuerza y hasta me atrevería a decirlo con coraje:

Sí, hermanos, la única manera de que la Iglesia renueve la fe es vivir esa experiencia de tocar a Cristo, tocarlo, exactamente como lo tocó Tomás, físicamente, no es un contacto simplemente espiritual como dicen los sociólogos de la liberación o  dirán algunos masones infiltrados en la vida de la Iglesia, dicen que la experiencia de Cristo tiene que ser sólo espiritual porque a Cristo no se le ve, dicen ellos, o como lo que dicen los gnósticos, que Jesús no es más que una célula que anda flotando por los aires, Cristo no es una célula que ande flotando, Cristo no es solamente Espíritu, el Padre Celestial es sólo Espíritu, el Espíritu Santo es sólo Espíritu, pero Jesús además de ser Espíritu, tiene Cuerpo Humano, físico, y se le puede tocar, pero para eso tenemos que hacer lo mismo que tuvo que hacer el Apóstol Tomás, ejercitar la fe. 

¿Cómo podemos llegar a tocar a Jesús, físicamente en este momento histórico que estamos viviendo?, solamente hay una manera:  tocándole  en la Eucaristía, ahí está El vivo, ahí se le puede, se le debe tocar, pero no con la mano, porque Cristo en la Eucaristía no es un pan cualquiera, Cristo en la Eucaristía es Hombre y Dios, y se le debe tocar con esa misma actitud de humildad y de adoración, consiguientemente de rodillas y  en la lengua, no en la mano, pero es un contacto físico, se recibe físicamente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad.  

La experiencia de la Fe es una experiencia Eucarística,  y esto es lo que hay que renovar en la vida de la Iglesia, pero hay que renovarlo como debe ser, comprendiendo exactamente en su verdadero sentido el verbo renovar, y eso fue lo que no hicieron durante el Concilio Vaticano II, y no lo hicieron después en la época pos-conciliar; no renovaron, innovaron, y la Iglesia no debe ser innovada, la Iglesia está por encima del tiempo y no necesita ser innovada, la Iglesia debe permanecer tal y como la fundó Cristo sobre el fundamento de los Apóstoles, no necesita innovaciones, no necesita cambios, pero sí debe renovarse…

Y ¿qué significa renovar?, significa volver a la fuente siempre nueva y siempre eterna, y la única fuente siempre nueva y siempre eterna es Dios mismo, lo que Dios dio desde un principio, lo que Dios dio desde el Antiguo Testamento, y plenificó en el Nuevo Testamento y culminó en Cristo, eso es lo que se debe conservar, y esto es lo que nos enseña hoy esta fiesta del Apóstol Santo Tomás, en estos días previos al Nacimiento de Jesús, que podríamos también decir, que es un renacer nuestro en Jesús.

La Navidad no es una fiesta familiar, la Navidad no es una fiesta social, la Navidad no es mucho menos una fiesta de comercio, no debiera estar dándose regalos al prójimo, a la familia, el único que merece recibir regalos en estos días es Jesús mismo, y Jesús no necesita regalos materiales, el único regalo que necesita y merece Jesús es que le correspondamos, ¿cómo?, viviendo en El, y la única manera de vivir en Cristo, la única manera de vivir la fe en plenitud es viviendo su Misterio Eucarístico, Misterio que es eterno, pero que se inserta en el tiempo, para llevarnos a nosotros también a la Eternidad.

Queridos hermanos, tenemos que vivir íntegramente la Eucaristía, vuelvo a repetirlo, como ha sido siempre, no como han pretendido cambiarla en estos últimos 50 años.

Con Santo  Tomás tratemos de vivir nuestra fe, viviendo esta Eucaristía con el propósito de continuar viviendo la Eucaristía, exclusivamente de la única manera que es plenamente válida, plenamente fructífera.

Hermanos, démosle gracias al Señor, porque ha querido darnos la gracia especialísima de poder descubrir  la Verdad Eterna y siempre nueva aún en medio de la mentira y el engaño en que lastimosamente vive la inmensa mayoría no sólo de la humanidad, sino de la misma Iglesia.  No nos dejemos envolver más de esos engaños, vivamos en la Verdad que no cambia, vivamos en la Liturgia que no cambia, vivamos en la Eucaristía que no cambia, vivamos en la Eucaristía que no es banquete de ningún tipo, vivamos la Eucaristía que es Sacrificio, que es Oblación, que es entrega, que es Victimación de Cristo y nuestra en Cristo para que así, cuando el Señor nos llame a su Reino Eterno podamos decirle:  “Señor hemos vivido la fe conforme a tu Voluntad, hemos vivido la esperanza conforme a tu Voluntad, hemos vivido la Caridad conforme a tu Voluntad”, lo demás viene por añadidura.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.




Antífona “O” para hoy 21 de Diciembre
Fiesta del Apóstol Santo Tomás:

“O Oriens, splendor lucis aeternae, et sol iustitiae:  
veni, et illumina sedentes in tenebris, et umbra mortis”.


“¡Oh Oriente, esplendor de la luz eterna y sol de justicia! 
¡Ven y alumbra a los sumidos en tinieblas y en sombras de muerte!

Del Pesebre a la Hostia

¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!
Desde su Santa Niñez experimenta la Cruz 

Otra virtud que es muy importante para vivir realmente la Navidad es la Humildad teologal, virtud que nos ayudará también a vivir el proceso “Del Pesebre a la Hostia”.  Y ha de ser virtud “teologal” o sea verdadera y plenamente “humildad vivida en y desde el Corazón de Jesús”.  Ello significa que ante todo hemos de ser humildes ante Dios N.S.  reconociendo que le debemos todo honor y gloria, así como nuestra pequeñez, nuestras debilidades, nuestras imperfeccionees, nuestros pecados veniales y graves, distinguiendo unos de otros, formando una conciencia recta, sin dejarnos engañar por el demonio:  “todo es pecado” – conciencia escrupulosa -, o “nada es pecado” –conciencia laxa-.  

La humildad nos hará ver el valor de nuestros actos delante de Dios.  Pero además la humildad nos hará reconocer nuestros dones, nuestras cualidades, nuestras aptitudes, como gracias que son de Dios para agradecerle por ellas y ponerlas en ejercicio sin esconderlas por egoísmo, o por pereza o por cobardía frente al compromiso.  En ese reconocimiento humilde de nuestros defectos y pecados para pedir perdón a Dios encontraremos la Misericordia de Dios.  En ese reconocimiento humilde de nuestros defectos y pecados para pedir perdón a Dios encontraremos la Misericordia de Dios en el Sacramento de la Confesión.  En ese reconocimiento humilde de lo que El nos da para ponerlo en ejercicio para la Gloria de Dios y para colaborar en el bien del prójimo experimentaremos la Gracia del Señor que nos sigue transformando en El mismo, y así viviremos ese “proceso navideño” llegando “Del Pesebre a la Hostia”.




                          Antífona “O” para hoy 20 de Diciembre:

“O Clavis David, et sceptrum domus Israel, qui aperis, et nemo claudit, claudis, et nemo aperit: veni, et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tnebris, et umbra mortis”.
“¡Oh Llave de David, y Cetro de la casa de Israel, que abres, sin que nadie pueda cerrar, y cierras, sin que nadie pueda abrir!  ¡Ven, y saca de su prisión a los cautivos sentados en tinieblas y en las sombras de la muerte!


¡Oh Cielos, lloved de lo alto, Oh nubes mandadnos al Santo!

Virtudes Teologales

¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!

¿Qué ha de ser la Navidad en estos momentos históricos que vivimos?  Navidad ha de ser ante todo una renovada y fuerte experiencia de Fe, de Esperanza, de Caridad.  Fe teologal, Esperanza teologal, Caridad teologal… O sea las tres virtudes vividas como verdadera y actual experiencia de Dios Uno y Trino que se revela y comunica en Cristo Jesús.  Se revela ya que naciendo como verdadero Hombre y demostrando ser verdadero Dios también sigue comunicándose, entregándose verdaderamente con todo su Misterio, con toda su verdad… Por eso hemos de afirmar que Jesús une su Pesebre con su Cruz, y los perpetua en el Sagrario y el Altar.  Podemos entonces sintetizar esto diciendo:  “Jesús va del Pesebre a la Hostia”… Y quienes vivimos teologalmente la Fe, la Esperanza y la Caridad, hemos de unirnos íntimamente a  Jesús en esa experiencia:  “Del Pesebre a la Hostia”.

Ahora bien:  ¿Qué significa “Pesebre”?  Nos puede ayudar a renovar las profundas enseñanzas teologales y humanas de vida que Jesús nos da:  Profunda y humilde relación con Dios, de Quien viene y hacia Quien va todo ser humano; desprendimiento de todo lo creado, sabiendo usarlo sólo tanto cuanto nos sirva para la Gloria de Dios Uno y Trino; desprendimiento de todos los seres humanos, relacionándonos con ellos sólo tanto cuanto les ayudemos y nos ayuden a vivir todos en, con, por y para Dios; desprendimiento de nosotros mismos, no buscando en nada nuestros intereses egoístas y temporales, ni nuestra propia seguridad y comodidad, sino en todo y siempre, aun en circunstancias difíciles, los intereses del Señor, incluso gastándonos y desgastándonos por la “Salvación teologal”  (… santificación…), del prójimo.

¿Y qué significará la expresión completa:  “Del Pesebre a la Hostia”?  Recordemos qué significa “Hostia” es “Oblación, Victimación, Entrega, Sacrificio”.  Por tanto, pasar del Pesebre a la Hostia nos ha de impulsar a vivir lo que decíamos sobre el “Pesebre” de forma más radical y total, lo cual para algunos podrá llegar a implicar el vivir la gracia del martirio por fidelidad a Jesús, así como para más de uno puede ser el llamado de Jesús al Sacerdocio y/o a la Vida Consagrada.  “Entregad vuestros cuerpos como Hostia viva, santa, agradable a Dios”.  El Apóstol, inspirado por Dios, no escribió:  “agradable a los hombres”, sino  “agradable a Dios”  (Romanos 12:1)




O Radix Iesse

Antífona “O” para hoy 19 de Diciembre:

 “O Radix Iesse", 
qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges 
os suum quem gentes deprecabuntur: 
 veni ad liberandum nos iam noli tardare”.

¡Oh Raíz de Jesé, que estás como estandarte 
de todos los pueblos, en cuya presencia se callarán los reyes!
¡Ven a salvarnos, no tardes ya!


Tres tipos de Conciencia


             ¡Adorado y desagraviado 
                    sea Jesús Hostia!

Ante es abismal diferencia entre el estado de pecado grave y el Estado de Gracia, debemos formar todos una conciencia verdaderamente cristiana, capaz de vivir según la Voluntad Santísima de Dios. 

Y para ello hemos de conocer los diversos tipos de conciencia:  

1 . Conciencia laxa o relajada, es aquella que en nada ve pecado e incluso desprecia todo lo bueno.
2. Conciencia escrupulosa, aquella que por lo contrario ve en todo pecado, aun en lo más pequeño, o considera un pecado venial como si fuera grave.
3.  Conciencia recta, la que conceptua cada acto en su justo valor moral:  lo que es pecado como tal y lo santo como santo.
4.  Conciencia recta y delicada, es la que se esfuerza además por vencer también las              
imperfecciones, procurando vivir la santidad a la que Jesús mismo nos invita a todos.

Por ello es conveniente también recordar las condiciones para que un pecado sea grave:

1.  Que realmente sea materia grave.
2.  Que la persona quiera ofender gravemente a Dios nuestro Señor.

Dos recomendaciones muy necesarias para fortalecer el Estado de Gracia:

1.  Confesarse con frecuencia, y siempre con el mismo Confesor, para que así éste pueda realmente ayudar, orientar como Director Espiritual, en las cosas del espíritu  y no como un simple  orientador social, para llevar a la persona por los caminos de la santidad.

2. Conocer y practicar los pasos necesarios para una buena Confesión: 

a. Examen de conciencia
b.  Arrepentimiento perfecto de los pecados  (Dolor de los mismos).
c.  Propósito de enmienda, que me permito aconsejarlo como decisión de esforzarse por vivir la santidad.
d.  Confesión sincera y humilde de todos los pecados ante el Sacerdote, comenzando por los 
graves, pecados personales, no de otras personas, ni problemas.
e.  Cumplimiento de la Penitencia impuesta por el Confesor.



                                                   Antífona “O”  para hoy 18 de Diciembre

 O Adonai.
O Adonai, et Dux domus Iesrael,
Qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti,
et ei in Sina legem dedisti: 
Veni ad redimendum nos in brachio extento.

Traducción:
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
Que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente.
Y en al Sinaí le diste tu ley:
Ven a librarnos con el poder de tu brazo.


                                                                                                                                                      Pbro. José Pablo de Jesús, oce

Novena de Navidad

¡Adorado y desagraviado
sea Jesús Hostia!

17 al 24 de Diciembre:  Litúrgica, Espiritual, Moral, Pastoral, Eclesialmente son días de conversión y preparación para la NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.  Y Jesús no nace en ambientes de mundo, de orgías, de materialismo comercial, de “comidas típicas”, de carnavales ni topes ni chinamos vulgares en todo sentido, como tampoco en medio de una Iglesia ambigua, tolerante, social, manipulada por políticos masones y corruptos, ni en una “iglesia ecuménica”.  Jesús merece nacer en la única Iglesia que El mismo fundó sobre los Apóstoles y que le es radicalmente fiel, incluso en medio de la renuncia a todo lo que ofrece el mundo y las falsas iglesias hasta el martirio, fiel al Magisterio y la Tradición, fiel en la verdadera Liturgia, fiel en la Santa Misa de siempre, fiel en la verdadera catequesis que no es simple formación social, valiente para gastarse y desgastarse con tal de implantar el Reino de Jesús Hostia en el corazón de la humanidad, en los gobiernos, en las instituciones de salud y educativas, en el comercio y la industria, en el Clero con Sotana, en la Jerarquía universal y local, en los consagrados y las consagradas en las Fuerzas del orden, en cielos, tierra e infierno, en el tiempo y la eternidad.

Que esta época no sea para pecar ni grave ni venialmente ni para fiestas materialistas y paganas ni siquiera en las familias, sino un tiempo de profunda espiritualidad en una fuerte renovación de la Fe, la Esperanza, el Amor, en la Verdad Eterna e incambiable, como preparación a los tiempos que vienen, que serán sumamente fuertes, críticos, en los cuales se verá quienes somos realmente discípulos de Jesús, a imitación y en compañía de Nuestra Señora del Fiat, de San José, de San Pedro, de San Pablo y todos los Santos y Santas, viviendo las dos primeras venidas de Jesús: la de hace dos mil años y la de cada Santa Misa, en espera y preparación de la tercera y definitiva cuando venga como Juez y Señor.  Navidad:  tiempo para ser “Hostias en Jesús para la Gloria de Dios”.




¡Adorado y desagraviado
sea Jesús Hostia!

Iglesia Católica detestan y rechazan todo pecado grave cualquiera que sea, y en cambio aman, defienden y fortalecen continuamente el vivir en Gracia de Dios procurando llegar a la santidad que no es otra cosa que profundizar día tras día la unión y transformación en Jesús, como El mismo enseña e invita diariamente desde el Sagrario y el Altar:  eso es la verdadera Navidad.

El pecado grave, así sea uno solo, es tremendamente horrible y catastrófico ya que causa una ofensa gravísima a la Gloria, la Justicia, la Misericordia, la Verdad de Dios Uno y Trino, y un daño enorme a toda la Iglesia y toda la humanidad.

En cambio, ¡cuán precioso, hermoso, fortaleciente, edificante, glorioso es el Estado de Gracia, agradable ante Dios, plenificante para todo el Cuerpo de Místico de Cristo y la humanidad!
Un efecto del catastrófico pecado grave la ceguera para ver y entender la realidad de todo lo que sucede… Un fruto del Estado de Gracia:  el discernimiento de espíritu para distinguir el bien del mal, el pecado de lo santo… Otro efecto del horrible, asqueroso pecado grave:  la pereza y debilidad de voluntad en todo…  Otro fruto del Estado de Gracia:  la Fortaleza de espíritu para hacer frente todo… Un tercer efecto del pecado grave:  la soberbia ante Dios y los superiores humanos… Un tercer fruto  del Estado de Gracia:  la Humildad ante Dios y en la relación con el prójimo.



¡Adorado y desagraviado
sea Jesús Hostia!

  
Antífona “O”  antes y después del Magnificat en Vísperas:

“O Sapientia, quae ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem, fortiter suviterque disponens omnia:  veni ad docundum nos viam prudentiae”.


“Oh Sabiduría, que brataste de  los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:  ven y muéstranos el camino de la salvación”.

La Inmaculada, Madre de Dios, Madre Nuestra



8 de Diciembre 2015




“Yo soy la Inmaculada…”

Madre que es:

. Madre de Dios ……………………… Madre nuestra
. Corredentora …………………………….. Intercesora
. Educadora ………………………………... Consejera
. Correctora ………………………………... Ejemplo


ELLA = Inmaculada Concepción
Madre de Dios y nuestra

Nosotros = Confirmados en Gracia en Cristo Jesús

Apóstoles de Cristo Jesús

Domingo 2° de Adviento 2015

              

                                                         
6 de Diciembre de 2015

                                                            Romanos 15:4-13;  Salmo 49:2,3,5;
                                                         Salmo 121:1;  San Mateo 11:2-10


Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

En primer lugar hoy debemos recordar el motivo principal por el cual Nuestro Señor Jesucristo realiza los milagros, no solamente en aquel momento sino desde aquel tiempo y todavía ahora y en el futuro.  Muchos dirán o pensarán que es sólo por misericordia, para solucionar circunstancias difíciles en la vida del ser humano.  Ciertamente las soluciona con cualquier milagro que ÉL hace.  Sin embargo hay otro motivo mucho más importante y trascendental para los milagros, y es que con cada uno de ellos el Señor demuestra que ÉL es Dios, y que sólo en ÉL, Dios y Hombre, tiene el ser humano el perdón de sus pecados y la salvación, sólo en ÉL el ser humano puede alcanzar la misericordia de Dios.  Por eso es muy importante que más que centrarnos en los milagros, procuremos dos frutos de esto: por un lado la necesidad de conocer cada vez más y mejor todo el misterio de Cristo, y por otro lado el vivir y aplicarnos a nosotros mismos y al prójimo el valor propiciatorio de su Santo Sacrificio.

Debemos insistir:  Cristo ciertamente es Fuente, es Centro, es Cumbre de la vida de la Iglesia.  Pero también lo es de su misión. 

Fuente, Centro, Cumbre de la vida de la Iglesia, y por tanto de cada uno de los Fieles, desde el Sumo Pontífice hasta el último que acaba de ser bautizado en cualquier parte del mundo.  Si uno solo de los Fieles no vive realmente “en” Jesús, esa persona o está muerta o está débil espiritualmente, y debilita consiguientemente a todo el cuerpo de la Iglesia. 

En cambio, si uno solo de los Fieles sí vive realmente “en” Jesús, esa persona demuestra que vive en Gracia, que vive en santidad, que es fiel a la persona, al misterio de Jesús,  y es fiel a su Doctrina, y fortalece y santifica a todo el cuerpo de la Iglesia.

Fuente, Centro, Cumbre de la misión de la Iglesia, y por tanto de la misión de cada uno de los Fieles…Y la verdadera misión es el Kérygma, que no es un simple anuncio, sino que es más que el anuncio, es la comunicación, la entrega de lo que uno mismo vive: la “vida en Jesús”,  la “perpetua vida en Gracia”.  Vida en Jesús, vida en Gracia.  ¡Qué urgente y necesario es insistir hoy día en esto.  Considero que este debe ser nuestro esfuerzo, el esfuerzo de cada uno, muy concretamente durante este Adviento que estamos viviendo.

Pero debo volver a preguntar:  ¿Qué es el Adviento?  ¿Es tiempo de fiesta y orgías mundanas?  ¿Tiempo del materialismo de los regalos entre seres humanos que se centran en sí mismos, aparentemente en el prójimo?  ¿Tiempo de olvidarse de la trascendencia de la vida humana para centrarse en la alegría pasajera de esta época del año que se va y del que viene?  ¿Tiempo para dejar olvidado a Jesús en su soledad de los Sagrarios?  ¿Tiempo para celebrar a la carrera la Sagrada Liturgia de la Santa Misa mientras se le da tiempo de sobra a las actividades festivas y superficiales del mundo materialista?   ¿Tiempo para preocuparse de manera muy especial por la paz del mundo en general?  Por supuesto que el Adviento no es nada de eso…“Han curado el quebranto de mi pueblo a la ligera, diciendo: ‘¡paz, paz!’, cuando no había paz” (Jeremías 6:14);  “¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo y a Jerusalén diciendo: ‘Paz tendréis’, y ha penetrado la espada hasta el alma!”  (Jeremías 4:10).

Debo insistir, el Adviento es tiempo de preparación para que, recibiendo, fortaleciendo y acrecentando la Gracia del Señor a través del Sacramento de la Confesión periódica y frecuente y del Santo Sacrificio de la Misa dominical e incluso entre semana, seamos capaces de “vivir en Jesús”.

Pero esa vivencia del Adviento, para que sea realmente esa preparación eficaz, debe tener ciertas características que Jesús mismo nos señala a lo largo de todo el Evangelio, pero hoy sólo voy a insistir en una de ellas, y que Jesús nos muestra en la persona de Juan el Bautista: el alejamiento del espíritu de mundo y de todas sus actividades vanas, no sólo de esta época, sino de todo momento.  Y ese alejamiento conlleva la práctica de una virtud muy necesaria en toda vida cristiana:  la mortificación de los sentidos:  mortificación de la lengua, no hablando lo que no es necesario, hablando lo que es necesario no con lenguaje mundano, sino con lenguaje impregnado de Cristo; mortificación del oído no escuchando lo inconveniente, y lo que sí es necesario escuchar, escucharlo con atención, sin distracciones voluntarias;  mortificación de la vista no viendo lo que no es conveniente ni lo innecesario;  mortificación del gusto no comiendo lo que no es necesario ni lo que es nocivo a la salud;  mortificación de las manos no tocando lo que no es conveniente ni lo ajeno;  mortificación de los pies no yendo a donde no se debe;  mortificación del cuerpo negándose a las modas inmorales del momento, vistiendo decorosamente;  mortificación de los pensamientos y afectos no dándoles rienda suelta;  mortificación de la propia voluntad no satisfaciendo los caprichos personales, buscando siempre cumplir sólo la Santísima Voluntad del Señor.  

Y así seremos realmente cristianos auténticos, capaces de vivir la Navidad no con el espíritu del mundo comercial y materialista, sino con el Espíritu de Cristo, capaces de “vivir perpetuamente en Gracia”, enfrentando la realidad de la vida desde la Cruz del Señor, dando testimonio de Jesús, preparando como Juan el Bautista los caminos del Señor para que ÉL llegue a reinar en el corazón de todo ser humano, en todo el mundo, ahora y siempre.  Así  viviremos la auténtica Navidad, en vistas no sólo al tiempo que se avecina, sino también en vistas a la eternidad que no debemos olvidar nunca:  “Viviendo en Jesús” durante este tiempo, no somos del tiempo sino que somos de la eternidad.   Así sea.

                                                                                                           Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.