DOMINGO 25° DESPUES DE
PENTECOSTES (6° después de Epifanía) 15 de Noviembre de 2015
I Tesalonicenses 1:2-10; Salmo 43: 8-9 Salmo 129:1-2; San Mateo 13: 31-35
Muy Queridos Hermanos en Cristo
Jesús:
Hace aproximadamente unos 20 días
Opus Cordis Eucharistici cumplió treinta y tres años de haberse iniciado en el
seno de la Iglesia, y después de algunos años alcanzó la aprobación diocesana
canónica, con el Vo.Bo. de la Santa Sede.
Y dicho aniversario ha sido ocasión para que durante estos últimos meses
vengamos, especialmente este su servidor, analizando el fruto que esta Obra del
Señor ha venido dando para la Gloria del Señor y bien de la Iglesia y de las
almas. Y con toda sinceridad, humildad y
decisión cristiana ese análisis ha de ser una “autocrítica constructiva”. Debido a ello a todos Ustedes les consta que desde
hace tiempo pero en especial más recientemente vengo insistiendo en la
necesidad de vivir la verdadera Liturgia de siempre, en la urgencia de
renovarse en la verdadera Doctrina de siempre, en “ser hostias vivas en
Cristo”, en fortalecer el “espíritu de adoración perpetua”, en vivir la “Cruzada
Eucarística”…
¿Por qué hago mención de todo lo
anterior?. El motivo es que todo eso
forma parte integral del “Grano de mostaza”, “Grano de la Fe” que el Señor,
Único Verdadero Pastor Universal, ha sembrado en cada uno y todos los que a lo
largo de estos treinta y tres años y en muchos lugares, de muchas y variadas
maneras y diversos grados, han participado de esta Obra, al igual que en cada
uno de Ustedes que hoy participan de esta Santa Misa, así como aquellos que
lean o escuchen esto en los próximos días.
¿Y a qué hemos de llegar con esta
mención, con esta aplicación de las parábolas del Evangelio de hoy?
Muy queridos hermanos, en el Nombre
del Señor llamo, exhorto a todos, tanto a Ustedes que hoy participan en esta
Santa Misa así como a quienes esto lean y/o escuchen, y que sientan el anhelo,
el llamado del Señor para vivir una auténtica espiritualidad eucarística por
amor radical a Jesús y a la Santa Iglesia a imitación de Nuestra Señora del
Fiat, de San José, del Apóstol San Pablo… ¿A qué llamo?... ¿A qué exhorto?...
Les exhorto a que volvamos a
unirnos, no en grupo, sino como un verdadero cuerpo por cuyas venas corra la
savia, el espíritu de Jesús Hostia, para así, en y desde el Corazón
Eucarístico, Corazón Hostificado de Cristo Nuestro Señor, colaborar en la revitalización de la Santa
Iglesia para el Reino y la Gloria de Dios Uno y Trino.
Sí, hermanos, volver a unirnos como
un verdadero cuerpo… Porque durante mucho tiempo el enemigo, el demonio a
través de la masonería y de la sociología materialista ha tratado de destruir
esta Obra, ha tratado de ahogar y secar ese “granito de mostaza”, “granito de
vida hostificada” que he sembrado. Y eso
sucederá si cada uno se mantiene aislado, sólo, apartado, débil. En cambio unidos en Opus Cordis Eucharistici,
en el seno de la verdadera Iglesia “Católica”, “Única”, “Una”, “Santa”,
“Apostólica”, “Romana”, unidos no como grupo o institución que sólo se reúne
una vez cada cierto tiempo confiando en armas y doctrinas materialistas, sino
como un verdadero cuerpo ininterrumpidamente cohesionado por la Vida en y por
Jesús Hostia. Cuerpo, Comunión, que se
fortalece, que crece, que se proyecta, que ilumina al resto de la Iglesia y al
mundo no con las luces engañosas del materialismo, del facilismo, del placer, sino
con la Verdad, la Luz, la Cruz Salvadora,
el Altar Victimal de Cristo.
Así la “Cruzada Eucarística” no
será el conjunto de actos de personas aisladas e insatisfechas, sino que será
la “acción” del Cuerpo de Opus Cordis Eucharistici como célula de la Iglesia, y
por tanto “Acción” que será parte integral de la “Misión esencial” de la
Iglesia, el establecimiento del Reino de Cristo… Acción y Misión que
realizándose en el tiempo habrán de culminar en la trascendencia del Reino de
Dios Uno y Trino. Así sea.
Pbro. José Pablo de
Jesús, o.c.e.