JESUS HOSTIA NO ES AMADO, ÉL MERECE NUESTRO AMOR DESINTERESADO

DOMINGO 9° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Lectura:  I Corintios 10:6-13; Salmo 8:2;
Salmo 58:2;  Evangelio:  San Lucas 19:41-47



26 de Julio de 2015

Muy queridos Hermanos todos en Cristo Jesús:

Comienzo hoy citando otro texto del Apóstol San Pablo, por ser el gran Apóstol de los gentiles, nosotros lo somos, y además el Apóstol que con una gran fidelidad a Nuestro Señor y a su Primer Vicario en la tierra, el Apóstol San Pedro, y que precisamente por esa fidelidad y por el bien de la Iglesia no tuvo reparo en llamarle la atención a éste con caridad, con firmeza, con claridad, poniendo también en práctica un consejo que le daba su discípulo San Timoteo:  “Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, vitupera, exhorta con toda longanimidad y doctrina, pues vendrá tiempo en que no sufrirán la sana doctrina; antes, por el prurito de oír, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones, y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas.”  (II Timoteo 4:2-4)

¿Por qué menciono esas palabras de San Pablo?  Sí, hermanos, insisto a tiempo y a destiempo:  vivimos en un mundo de ídolos, un mundo de pecado, y muchas veces de pecados muy sutiles en los que podrían encontrarse más de un católico a quien se le considera muy fiel… Pecados como el de la pereza espiritual, o como el de la confusión, o como el de la irresponsabilidad de padres de familia que tranquilamente delegan la educación de sus hijos en un sistema educativo corrupto y corruptor..  Pero lo peor de todo: vivimos en un mundo que como dice también el mismo Apóstol, ha tentado a Cristo, y al hablar sólo de misericordia pretende burlarse de la Gloria de Dios.  Un mundo que está haciendo llorar a Jesús como lloró sobre Jerusalén, porque es un mundo que busca la paz falsa, la que ofrece Satanás, rechazando la verdadera paz que sólo Cristo Nuestro Señor puede dar, porque ÉL mismo y sólo ÉL es la Paz.   Pero, voy a insistir:  ¿dónde, cómo encontrar esa Paz que es Jesús?

Insisto porque sólo en Jesús Hostia se puede encontrar la paz que el mundo no puede dar.

Y por eso, porque se desprecia a su Santísima Madre la Virgen María al convertir la Romería del 2 de Agosto en una simple actividad deportiva o cultural durante la cual ni siquiera se visita a Jesús en los templos que se encuentran en el recorrido, ¿y cómo van a entrar en dichos templos si van en ropa no adecuada?; o la misma Romería es manipulada por gente que promueve pecados aberrantes contra Dios y contra la misma sociedad; porque se ha despreciado su Misterio Eucarístico; porque se le ha profanado; porque se le desconoce; porque es negado por muchos de los mismos pastores; porque se le anteponen devociones que aunque son buenas son optativas, no absolutamente necesarias para la salvación; porque se le ha relegado a capillas laterales; porque el altar de su Sacrificio lo convierten en una mesa de banquetes o de reuniones aparentemente espirituales; porque se mezclan con su Santo Sacrificio cultos satánicos; porque se le recibe en la Sagrada Comunión rutinariamente, descuidadamente, sin la debida preparación, sin estar dispuesto a seguir el proceso de santificación; porque se convierten sus templos en simples salones de conciertos musicales, o en salas de banquetes sociales o de banquetes sacrificiales simplemente recordatorios de un pasado; porque tanto hombres como mujeres asisten a los templos en ropa no propia ni apropiada; o porque se convierte la Iglesia en una simple institución social o política; porque se distribuye su Cuerpo y Sangre de pie y en la mano, o le distribuyen manos no consagradas; porque se da la burla y la persecución contra quienes desean ser fieles a Jesús; porque se da la división dentro de la misma Iglesia en torno a Jesús Hostia… Jesús ha tomado el látigo para purificar su Iglesia, para sanar su Cuerpo.

Pero podemos preguntarnos ahora:  ¿cuál látigo ha tomado Jesús en este momento?  Abramos los ojos del corazón y de la razón:  Jesús está utilizando el látigo de los gobiernos materialistas que pretenden incluso mandar en la Iglesia, el látigo de los errores que confunden a los soberbios, el látigo de la ceguera de los pueblos que se dejan gobernar por instituciones internacionales o gobiernos extranjeros que promueven el pecado y las filosofías paganas, el látigo de la corrupción que aparta a quienes pretenden manipular la misericordia de Dios sin someterse a su Justicia.

¿Y cuál es la solución a todo eso?  Insisto: Hacer que Jesús sea verdaderamente el Señor de nuestras vidas, Señor de la Iglesia, Señor de la sociedad civil, Señor de la nación, Señor del mundo, Señor de la familia, Señor del Gobierno, Señor de la Educación, Señor de la Política, Señor del deporte, Señor de la industria, Señor de la agricultura, Señor de todo y de todos desde su Misterio Eucarístico.  Jesús desde la Hostia que es Oblación, Jesús desde la Hostia que es Presencia Divina, Jesús desde la Hostia que es Alimento de vida eterna, Jesús Hostia Señor del tiempo y del espacio.  Vivamos entonces el Misterio Eucarístico en todos sus aspectos:  Jesús en el Santo Sacrificio de la Santa Misa realmente celebrada según la Tradición Apostólica; Jesús en la Sagrada Comunión recibida en adoración, con respeto, con amor, de rodillas y en la boca; Jesús Presente en el Sagrario, adorado con las rodillas en tierra por la genuflexión bien hecha cada vez que se pasa delante de ÉL, visitado con frecuencia a ser posible diaria, Jesús Hostia amorosa y fielmente servido por sus Sacerdotes.  Sólo así la Iglesia y el mundo encontrarán su verdadera y plena realización en el tiempo, enfocados hacia la eternidad.  Jesús Hostia centro de la Iglesia por la unidad en la Fe, unidad en la Esperanza, unidad en la Caridad.  Jesús Hostia fuente de pureza para niños, señoritas, jóvenes, adultos, ancianos. Jesús Hostia Fuente de la vida y misión de la Iglesia.    Jesús Hostia Centro de la vida y misión de la Iglesia.  Jesús Hostia Cumbre de la vida y misión de la Iglesia.   Todo Sacerdote ha de ser de y para Jesús Hostia.  Todo Católico ha de ser de Jesús Hostia.  Toda la Iglesia es y debe ser de Jesús Hostia.  ¡Adorado y desagraviado sea Jesús Hostia!  ¡Ahora y siempre, aquí y en todo lugar!


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

El Discernimiento de espíritus, necesario para la salvación y la santidad

DOMINGO 8° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Lectura:  Romanos 8:12-17; Salmo 30:3; 70:1;
Salmo 47:2;  Evangelio:  San Lucas 16:1-9


19 de Julio de 2015

Muy Queridos hermanos todos en Cristo Jesús:

¿A qué nos invita hoy el Apóstol San Pablo?  Precisamente a aquello en lo que tanto venimos insistiendo desde hace tiempo:   a no vivir según el espíritu, según los criterios del mundo, espíritu y criterios todos de pecado, de corrupción, de engaño, de placeres sucios, egoístas y pasajeros, criterios de poder, criterios de miseria, de desorden, de suciedad, criterios de gastos desordenados e inútiles, criterios de lenguaje y de pensamiento superficial y vulgar.  Nos invita el Apóstol a renunciar, a morir a todo lo que el mundo nos tiene acostumbrados, e incluso renunciar a todo aquello a lo que el mundo intenta obligarnos a vivir y hacer.  Nos invita el Apóstol a vivir y hacer todo aquello que el mundo intenta prohibir y rechazar:   nos invita el Apóstol a ser santos.

Y precisamente es Jesús mismo quien con la parábola del mayordomo infiel y astuto nos invita a vivir contra todo ese espíritu y criterios de mundo:   nos invita Jesús a ser responsables, fieles en el uso de todos los dones y bienes que Dios permite lleguen a nuestro corazón, a nuestra inteligencia, a nuestra voluntad, a nuestras manos.

Y considero que entre todos esos bienes morales que el Señor pone a nuestra disposición, no para que seamos egoístas en su uso, sino para colaborar con la implantación de su Reino en el mundo, es el don absolutamente necesario del discernimiento de espíritus, con el cual, orientados por el Director Espiritual, hemos de hacerle frente a todo lo que estamos viviendo actualmente y viviremos en un futuro muy próximo, tanto a nivel de la familia, como a nivel de Iglesia y de la sociedad civil.  Discernimiento de espíritus para el correcto y decoroso uso y presentación de  nuestro cuerpo.  Discernimiento de espíritus para descubrir qué tipo de alimentación debo tener aunque sea contra las costumbres del mundo, infiltrado incluso en la vida de la Iglesia tanto en lo que se come como en lo que se bebe. Discernimiento de espíritus para el correcto, ético y provechoso uso del tiempo.  Discernimiento de espíritus para la caritativa, comprensiva y cristiana relación con el prójimo cercano y con el prójimo lejano, con familiares, con conocidos y desconocidos.  Discernimiento de espíritus para el correcto y decoroso uso de todo lo material que tengamos, sea personal o familiar como también de aquello que pertenece a otras familias, o a instituciones de Iglesia o a instituciones civiles, de gobierno, educativas, sociales, deportivas.  Discernimiento de espíritus para la correcta inversión del dinero que el Señor permite que pase por nuestras manos, sea nuestro o de otras personas y/o instituciones.  Discernimiento de espíritus para el correcto desempeño de funciones o trabajos en los que participemos, sean propios o ajenos, simples o complejos, materiales o intelectuales, sean de índole política, económica, cultural, educativa, recreativa o eclesial.  Discernimiento de espíritus para descubrir los errores y engaños de la astucia del enemigo, el Demonio, que presenta lo bueno como malo y lo malo como bueno, que dice que defiende la vida, pero sólo en un plano naturista y/o según las doctrinas de la “nueva era” que dice que la tierra es “nuestra madre”, negando muy astutamente que el único Creador y Dueño de toda vida es Dios, y católicos cobardes que dicen que lo hacen así por respeto a las creencias de cada quien.  Se rechaza la verdad, se rechaza la pureza, se rechaza la santidad, mientras se defiende y se promueve el pecado, la mentira, la inmoralidad, la vulgaridad, la superficialidad.  Dejar al prójimo en el error y en el pecado por “respeto” no es amor:   amor es defender y promover la Verdad.  ¡Y la Verdad es Cristo!

No podemos ser materialistas, egoístas, corruptos en el uso de esos bienes imitando a ese mayordomo infiel, astuto, corrupto, buscando un bienestar temporal y falso, pensando que al final de la vida Dios será misericordioso y perdonándonos nos dará una salvación que no hemos merecido.  Dios es Justo, no sólo Misericordioso, y a cada quien le dará lo que haya merecido justamente, no lo que haya creído alcanzar corruptamente.  De Dios nadie se burla.  Por eso dice:  “Porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian.”  (Éxodo 20:5)

Además, hermanos, discernimiento de espíritus para ser muy conscientes de que el único y verdadero objetivo de toda nuestra vida y actividad no puede ser individualista ni materialista ni temporal, sino que ha de ser totalmente y siempre en vistas a la implantación del Reino de Cristo Jesús en nuestro corazón, en el corazón de todo ser humano, de toda la sociedad civil, así como el esfuerzo en toda actividad no ha de ser sólo para un bienestar temporal, materialista y egoísta, sino que ha de ser en verdadero espíritu eclesial en vistas a la trascendencia de ese mismo Reino de Cristo para la Gloria de Dios Trino y Uno.

No nos ahoguemos en la vorágine del materialismo, de los placeres y lujos de la carne, de la tranquilidad y la irresponsabilidad.  Antes bien ahoguémonos en la Sangre Preciosísima del Señor que nos purificará y fortalecerá con su Vida en Plenitud.

Hermanos, les pregunto ahora: ¿Es Dios lejano a nosotros?  ¿No somos capaces de experimentar su acción en nosotros y a nuestro alrededor?  ¿Es el Señor lejano a su Iglesia, su Cuerpo Místico?  Entonces estaríamos diciendo que un cuerpo puede tener vida sin su cabeza…  Dios no es lejano, el Señor no es lejano a la Iglesia.  Si no lo sentimos es que somos esclavos del mundo, esclavos de la carne, esclavos del intelectualismo que o niega lo sobrenatural o lo considera lejano o poco posible o para seres privilegiados.  Y todo esto es muestra a su vez de soberbia, de cobardía, pecado contra el Primer Mandamiento porque no hay un verdadero amor a Dios sobre todas las cosas.  No hay fe, no hay vida en el Espíritu.  No hay sencillez ni humildad, y como consecuencia de ello no hay apertura a la acción transformante del Señor, del Espíritu Santo.  No hay aceptación sincera de la acción maternal y educadora de la Santísima Virgen María, que anhela que con Ella y como Ella nos sumerjamos en los Misterios de Dios y nos dejemos transformar.  Entonces habrá verdadera vida en el Espíritu, verdadero amor, verdadera fidelidad inquebrantable a Jesús con Ella, con San José, con los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, con nuestros Santos Patronos, y en fidelidad a toda la Revelación de Dios, tanto pública como privada mantenida y promovida por el Magisterio de la Iglesia. 

Y digo lo anterior porque en esta época dominan las doctrinas de la carne, doctrinas puramente materialistas, se promueve el pecado, mientras se rechaza la vida en el Espíritu, se rechaza todo lo que es sobrenatural, se rechaza la experiencia sublime de la vida mística, se rechaza la devoción verdadera a María Santísima, se rechaza y se le hace la guerra a Jesús Eucaristía. 

E insisto, se necesita urgentemente fortalecer y promover en uno mismo y en los demás la auténtica y profunda vida en el Espíritu, la experiencia continua de lo sobrenatural para estar preparado para todo lo que viene, que no debe asustarnos pero sí disponernos.  Porque sólo quienes tengan una verdadera vida en el Espíritu, una auténtica experiencia sobrenatural como y con Nuestra Señora del Fiat en Cristo Jesús estarán preparados para ser fieles incluso hasta el Martirio durante la persecución, ser fieles a la única Iglesia como miembros valientes y partícipes de su vida y misión, fieles a Cristo como y con Nuestra Señora durante el tiempo de tremendas confusiones que se avecina.  Oremos, vivamos intensamente el Santo Sacrificio de la Santa Misa, ofreciéndonos como hostias vivas, santas y agradables a Dios en Cristo Crucificado.  Salvémonos y colaboremos en la salvación de los hermanos.  Entonces llegaremos con confianza al día en que el Señor nos dirá:   “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”  (San Mateo 25:34)  Y el motivo que el Señor mismo da a continuación, me permito sintetizarlo en otras palabras de Jesús mismo:  “El primer mandamiento es…amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.  El segundo es éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo.”  (San Marcos 12:29-31).  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

La Preciosísima Sangre de Nuestro Señor nos envuelve y transforma en la Santa Misa

DOMINGO 7° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Lectura:  Romanos 6:19-23; Salmo 33:12,6;
Salmo 46:2;  Evangelio:  San Mateo 7:15-21



12 de Julio de 2015

Muy queridos Hermanos todos en Cristo Jesús:

Estamos en el mes de Julio, que tradicionalmente está dedicado a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.  Muy queridos hermanos, preguntémonos con toda sinceridad cada uno a sí mismo:  ¿Somos conscientes de la importancia infinita de la Sangre de Nuestro Señor, tanto en la vida de la Iglesia como en la vida de cada uno?  Es por esa Divina Sangre con la que Cristo Nuestro Señor pagó el precio de nuestros pecados.  ¿Y cómo nos aplica Jesús mismo ese precio infinito, total?  Ciertamente de la forma que ÉL la sigue entregando:  en la Cruz la derramó para siempre, y ahora la sigue entregando, y nos la aplica sólo a “los muchos” que aceptamos su señorío real y pleno en nuestras vidas, al participar en gracia en su Santo Sacrificio de la Misa.  De ahí la importancia absoluta de participar con la mayor frecuencia posible, mínimo todos los Domingos y Solemnidades, en la Santa Misa de manera plena, o sea comulgando, recibiendo su Cuerpo y Sangre. 

Y esa recepción de la Sagrada Comunión ha de llegar a su más perfecta vivencia si la recibimos no sólo con la conciencia de que le estamos recibiendo a Jesús que se nos entrega y aplica su Preciosísima Sangre, sino más bien con la conciencia aún más profunda y cristiana de que en realidad al comulgar somos nosotros quienes hacemos efectiva nuestra amorosa entrega a Jesús con todo nuestro ser:  nuestro cuerpo, nuestra sangre, nuestra alma, nuestro espíritu, nuestra voluntad, nuestros sentimientos, nuestras actitudes, nuestra actividad, uniéndonos así a su Sacrificio Perpetuo, para que realmente seamos purificados, transformados, santificados, pero también para lograr que ese fruto redentor de su Preciosísima Sangre se aplique a tantas almas que lo necesitan.

Y esta realidad a la que acabo de referirme, importantísima como Ustedes pueden comprenderlo, hoy día es sin embargo silenciada por los lobos rapaces que habiéndose infiltrado en la Iglesia desde hace bastantes años, nos ha tenido a todos, Pastores y Fieles, engañados, quitándole a la Iglesia su carácter real de Cuerpo Místico de Cristo para que funcione como si fuera una simple “ONG” (organización no gubernamental) dedicada no a la salvación y santificación de las almas sino a labores y prédicas de corte puramente sociológico, político, económico, promoviendo el “centralismo y el reino del ser humano”, en lugar de promover e implantar como debiera ser el “Reino de Cristo Nuestro Señor” en todos los ámbitos de la vida personal, familiar, eclesial, social, cultural, deportiva, civil, política.

Por eso, reconociendo que ya no somos esclavos del pecado, alejándonos de toda ocasión de tentación, esforzándonos por mantener la Gracia de Dios que Cristo nos ha alcanzado con su Preciosísima Sangre para que en una auténtica vida eucarística, hostificante, lleguemos a la santidad que el Señor desea y espera de cada uno.  Conservemos la Verdad, conservemos la Sabiduría, conservemos la Pureza, conservemos la Paciencia, conservemos la Prudencia, conservemos la Fortaleza, conservemos el Coraje, conservemos la Templanza, conservemos la Diligencia, conservemos la Sencillez, conservemos la Comprensión, conservemos la Afabilidad, conservemos la Generosidad, conservemos la Sagrada Liturgia, conservemos la Oración. En la Santa Misa, desde la Santa Misa, seamos santos en el tiempo, seamos santos en el espacio, seamos santos para la eternidad.

Adorando al Dios Uno y Trino, “Sed, en fin, imitadores de Dios, como hijos amados, y caminad en el amor, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio de fragante y suave olor”  (Efesios 5:1-2).


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

La verdad de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
29 de Junio de 2015
Lectura:  Hechos 12:1-11; Salmo 44:17-18;
Evangelio:  San Mateo 16:13-19

Muy Queridos hermanos todos en Jesús:

Ayer domingo iniciábamos la homilía haciendo hincapié en una frase del Apóstol Pedro en la primera lectura, “unánimes en la oración” (I Pedro 3:8).  Cuando la Iglesia se mantiene unánime en la oración es capaz no solamente de alcanzar los dones del Señor, sino también de comprender el Misterio y comprenderlo no en una forma teórica, sino más bien, vivencial.  Hoy hay otra frase muy significativa que nos remite a esa misma realidad, el Señor en el Evangelio le da una respuesta preciosa y muy profunda a Pedro, cuando Pedro hace su confesión de fe en el Señor, que por venir de Pedro constituido en el primer Pontífice viene a ser como la confesión de fe de la Iglesia, entonces el Señor le responde:  “Dichoso eres tú Simón, Bar Iona” (San Mateo 16:17); y en una de las lecturas de Maitines de hoy, San Jerónimo, nos explica qué significa esa expresión utilizada por Jesús, “Simón Bar Iona”, dice que significa:  “Hijo del Espíritu”,  “Simón hijo del Espíritu, bienaventurado”, ¡Hijo del Espíritu!, ¿qué le da a entender Jesús a Pedro al decirle:  “Hijo del Espíritu”?, significa que Pedro al dar esa confesión de fe, lo hizo bajo la inspiración, bajo la moción del Espíritu; lo mismo de ayer, unánimes en la oración, porque la verdadera oración como lo hemos insistido es abrirse al Espíritu del Señor, no es hablar y hablar, sino es estar abierto a la moción del Espíritu, y porque Pedro estuvo abierto a la moción del Espíritu, fue capaz de confesar a Jesús como Hijo de Dios.  Esto nos puede recordar otra expresión de la Sagrada Escritura:  “Nadie puede decir Jesús es Señor, sino es en el Poder del Espíritu Santo”  (I Corintios 12:3). 
 
Realmente eso nos comprueba algo sumamente importante de la Iglesia fundada sobre los Apóstoles, sobre Pedro y Pablo, claro sobre los doce Apóstoles, pero muy especialmente estos dos, Pedro y Pablo, a quienes hoy celebramos, y al celebrar a estos dos Apóstoles, no podemos quedarnos solamente en una admiración, en una veneración a dos personas, sino que tenemos que llegar mucho más allá, precisamente dejándonos llevar por el Espíritu del Señor, y por eso me atrevo a continuar un poco con otra idea muy importante que insinuábamos ayer, sobre la Iglesia fundada sobre Pedro y Pablo.  Los sociólogos de la liberación, los materialistas, nos han venido engañando durante 50 a 60 años con la idea de que la Iglesia es el “Pueblo de Dios” y como decíamos ayer, no deja de tener parte de verdad; en el Antiguo Testamento, Israel era el “Pueblo de Dios”, pero era nada más como una figura de la futura Iglesia, y en ese pueblo se dan todas las situaciones que normalmente pueden darse en un pueblo, cualquier pueblo que sea y decíamos ayer:  La división.  No hay una verdadera unidad, no hay unidad del Espíritu, no hay unidad de Fe, no hay unidad en la Doctrina, no hay unidad en la Liturgia, porque es un pueblo.  Pero ¿cómo funda Cristo la Iglesia sobre los Apóstoles?, ¿la funda como un pueblo, como continuación del pueblo israelita?... 

No, Jesús funda la Iglesia, más que como pueblo, como su propio Cuerpo, un cuerpo orgánico, en el que hay trabazón, unidad, intimidad entre todos y cada uno de sus miembros tomando la imagen preciosa de la vid.  Posteriormente San Pablo nos pondrá otra comparación, concretamente la del Cuerpo.  Encontramos una relación muy profunda entre ambas narraciones, la de la Vid de parte de Jesús mismo y la del cuerpo de parte de San Pablo, porque él está íntimamente unido a Jesús. Si nosotros analizamos ambas analogías, hermanos, vamos a comprobar que la Iglesia no es simplemente pueblo, la Iglesia es laVid, es el Cuerpo; en un pueblo no hay la cohesión  que hay entre las ramas de una vid.  

Un pueblo decíamos, ni siquiera el vecino sabe lo que le sucede al vecino, es un egoísmo, es un individualismo, es una rivalidad, es una lucha de unos contra otros dentro de una misma nación, dentro de un mismo pueblo, en cambio en un cuerpo, decíamos, una sola célula  sufre cualquier cosa y eso lo experimenta todo el cuerpo, si a una persona le dan honor, ese honor, esa persona lo experimenta en todas las células de su cuerpo, no solamente el dolor, sino el honor, la alegría, si una persona tiene alegría es todo su cuerpo que se estremece de alegría, no es solamente una célula, no es solamente la mano, no es solamente el pie, no solamente el corazón que palpita, sino que es todo el organismo que se estremece de alegría, porque hay unidad, y eso es la Iglesia, y eso debe ser la Iglesia, unida alrededor de los Pastores puestos por Cristo, no pastores puestos por los hombres, no pastores que hayan comprado simoníacamente algún cargo en la misma Iglesia, sino Pastores puestos por el Señor; alrededor de esos Pastores puestos por el Señor, debemos vivir un espíritu de auténtica Iglesia, amando a la Iglesia, dando nuestra vida por la Iglesia, porque quien da la vida por la Iglesia, la está dando por Cristo, porque la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo.  La Iglesia no es un pueblo que rodea a Cristo, la Iglesia no es un pueblo que sigue a Cristo; la Iglesia es el Cuerpo que vive en Cristo.

Por eso es importante ser lo que Cristo le dijo a Pedro:  “Hijos del Espíritu”, es importante dejarnos guiar, dejarnos enseñar por el Espíritu del Señor, para poder experimentar, no tanto comprender, porque al fin y al cabo, esto mismo de la realidad de la Iglesia, no deja de tener gran parte de misterio, gran parte del misterio de la salvación; y entonces, tenemos que vivirlo más que comprenderlo, tenemos que, ahogarnos en el Espíritu del Señor para vivir realmente lo que es la Iglesia, y quien vive realmente en Cristo, en verdadero espíritu de Iglesia, será capaz entonces de dar testimonio de Cristo ante el mundo, porque la Iglesia  no es parte del mundo, que es otro error horrible que se ha ido infiltrando, hoy día en muchos países especialmente aquí en Costa Rica, la Iglesia es considerada como una organización más del País, y que tiene que estar sujeta a las autoridades del País, no es así, la Iglesia no debe estar sujeta a las autoridades  del País, especialmente en lo que se refiere a la fe, en lo que se refiere a la doctrina, en lo que se refiere a la moral, ningún presidente tiene autoridad sobre la Iglesia, ningún presidente tiene derecho de enseñar moral, antes al contrario el presidente tiene que aprender moral de la Iglesia, el presidente tiene que aprender doctrina de la Iglesia, y cualquier funcionario del Estado debe  aprender de la Iglesia y más grave todavía si ese funcionario dice ser católico, tiene que someterse a las leyes de la Iglesia;  y si alguna organización sea cual sea pretende organizar cualquier acto que va contra la Doctrina, que va contra la Fe, que va contra la Moral, el Presidente y cualquier otra autoridad no debiera autorizar esas situaciones pecaminosas. 

Pero el  concepto de Iglesia en Costa Rica se ha perdido y nadie hace nada públicamente por recuperar ese verdadero concepto, esa verdadera vivencia de Iglesia, nadie hace nada por recuperar y por fortalecer el verdadero concepto, la verdadera realidad de lo que es Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, y si es el Cuerpo Místico de Cristo tiene que poner en el centro de toda la vida social, de la vida política, de la vida profesional, de la vida cultural, de la vida educativa, a Cristo.  La misión de la Iglesia no es beneficencia social, la misión de la Iglesia es, cristificar a todo el mundo, llevar a todo el mundo hacia Cristo… Algunos se han atrevido a decir que la Iglesia no debe hacer proselitismo, entonces cómo vamos a llevar la humanidad hacia Cristo; la Iglesia debe hacer un proselitismo totalmente centrado y guiado hacia Cristo, la Iglesia debe lograr poner a Jesús como Señor  absoluto, único de toda la historia humana y de toda la vida de la sociedad.

Por eso en este día oremos también por los Pastores de la Iglesia, por los verdaderos Pastores de la Iglesia desde el Santo Padre, el Papa, hasta el último Obispo que acaba de nombrar el Papa, y si hay alguno que haya comprado simoníacamente su cargo, que el Señor lo aparte.  Tenemos que orar para que la Iglesia sea lo que tiene que ser y entonces podamos ver como todo el mundo dobla sus rodillas ante Jesucristo, Señor absoluto de la historia, Señor absoluto del mundo, Señor absoluto del tiempo y de la eternidad.  Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.