Actualidad de San Felipe Neri



FIESTA DE SAN FELIPE NERI

26 de Mayo de 2014
Sabiduría 7: 7-14;  Lamentaciones 1: 13;
Salmo 38: 4;  San Lucas 12: 35-40



Su pecho ardìa de amor al Señor
Muy queridos hermanos en Cristo Jesús:

Hay algo que hay que reconocer en este momento: el hecho de llegar a un año más de vida nos permite ponernos ante Dios. Nos permite ponernos ante Dios con tres actitudes, no las únicas pero creo que en este momento deben tener importancia en nuestra vida. Una primera actitud de agradecimiento a Dios porque ciertamente el Don de la vida es uno de los dones más grandes que Dios le da a todo ser humano sin diferencia de ninguna clase. ¡Tenemos que agradecer al Señor!... y sería muy ingrato el ser humano que en un día de cumpleaños no le dé gracias a Dios, públicamente, es un soberbio quien no da gracias, yo creo que es parte de la verdad, y es parte de la sinceridad, es parte de la humildad, es parte de la valentía, el saber ser agradecido muy especialmente con Dios nuestro Señor, ÉL es el dador de la vida. Y por eso les pido a ustedes también que me ayuden en esa oración de agradecimiento a Dios.

Un segundo aspecto hay que pedir perdón porque a lo largo de tantos años, ¡que se me han pasado casi que volando! tengo que reconocer como ser humano he podido cometer errores y tengo que pedir perdón a Dios Nuestro Señor, y perdón también aquellos a quienes haya podido molestar y ofender!,  por eso también me ayudan ustedes a pedirle perdón a Dios.

Y un tercer aspecto, también sumamente importante, que tiene que ver no solamente con el presente sino también con el futuro y no sólo con el futuro temporal sino también con el futuro eterno:  y es que si Dios nos da la vida y si Dios me ha dado a mí la vida es porque Dios quiere una misión, Dios quiere que yo cumpla una misión, Dios quiere que cada uno en su vida cumpla una misión, y por tanto tenemos que vivir un auténtico compromiso.  Compromiso de correspondencia, compromiso de amor, compromiso de fidelidad para con ese Dios que tanto nos ama y que nos ha comunicado ese amor infinito única, total, exclusivamente en Cristo Jesús.

Por tanto una oración que ya no solamente vea el pasado, sino que es una oración que tiene que ver al presente y al futuro; oración que no es de petición sino que es una oración que a imitación de la oración que hace la Santísima Virgen María es una oración de ¡Fiat!  ¡Hágase! ¡cúmplase tu Palabra, Señor!  ¡cúmplase tu voluntad!...  sea cual sea; no mis deseos, no mis planes, sino aquellos del Señor, como también lo decíamos precisamente el día de ayer en la misa dominical:  apertura total a la Voluntad de Dios al igual que María Santísima, en compañía de María Santísima!  ¡Fiat mihi  Voluntas Tua!. Y por tanto igual que María, igual que San José, igual que San Pablo, igual que el Santo que hoy celebramos, San Felipe Neri, no solamente es apertura sino que es entrega y por tanto, a cumplir, a realizar aquello que Dios le encomienda a uno. 

Por supuesto queridos hermanos esto último nos lleva también a analizar un poco la vida de San Felipe Neri, el Santo que hoy se celebra.  Normalmente en las historias que hemos podido encontrar en libros e incluso en internet sobre San Felipe Neri la presentan de una forma un poco distorsionada, no presentan lo más profundo, no presentan lo más fuerte de la vida de San Felipe Neri.  ¿Quien fue San Felipe Neri? y además de ¿Quien fue?, tenemos que ver también otro aspecto importante ¿En qué tiempo vivió San Felipe Neri?   

Hermanos, en primer lugar San Felipe Neri fue un sacerdote de profunda vida de unión con Cristo y de una profunda vida de oración que lo llevó a muchas experiencias, incluso del orden místico, no las voy a mencionar todas ahora porque sería alargarnos demasiado pero entre esas experiencias místicas la historia verdadera de San Felipe Neri cuenta que él entre otras cosas para celebrar la Santa Misa, que es el momento místico que todo cristiano debiera vivir.  Tengamos en cuenta que la Santa Misa no es una reunión social, tengamos en cuenta que la Santa Misa no es una reunión de amigos ni de familia, sino que es la verdadera experiencia mística del Sacrificio Perpetuo de Cristo Nuestro Señor. Y para esa experiencia mística Felipe Neri con frecuencia consumía por así decirlo, no quiero utilizar el verbo que utilizan mucho hoy día sino que “¡consumía!”, “¡invertía!” el poco tiempo de seis horas… y hoy los católicos ¡se quejan cuando la misa dura una hora!, ¡Felipe Neri tardaba seis horas en celebrar la Santa Misa…! ¿Por qué?  Porque tenia una experiencia tan fuerte y tan profunda  no sólo de la Presencia sino también del Sacrificio de Cristo, de entrega de Cristo y ahí se quedaba;  ¡y hoy nos asustamos de invertir en la Misa una hora, hora y cuarto, hora y media! ¡Ah! pero si en la Misa meten montón de cosas que no debieran meterse, ¡ahí si pueden durar todo lo que quieran!   

Queridos hermanos, Felipe Neri tuvo esa experiencia mística, tuvo muchas otras pero ¿por qué?,  porque él experimentó en toda su vida que realmente había sido salvado por Cristo Nuestro Señor; experimentó que había sido amado por Cristo Nuestro señor y entonces le correspondió procurando una unión profunda continua con Cristo y dedicando incluso largas horas de oración intima en las noches, en la historia de él se lee que muchas veces tardaba noches enteras orando que no dormía casi nada, porque oraba! y hoy muchas veces los católicos se asustan cuando les digo que tienen que madrugar para hacer oración!   Queridos hermanos es la primera gran enseñanza que nos da Felipe Neri y podríamos abundar en esto.

Pero ¿en qué tiempo histórico, en que época histórica vivió Felipe Neri?, vivió en el Siglo XVI, de 1515 a 1595 fueron las fechas de su vida, 80 años y ese Siglo XVI es fundamental, es importante en la historia de la iglesia. Precisamente en ese Siglo abundó y tomó muchísima fuerza la herejía protestante y junto con la herejía protestante de Martin Lutero las herejías de otros que también siguieron los mismos pasos heréticos de Lutero y fue entonces lo que se llamo la época de la reforma protestante, que trajo muchísimos problemas para la iglesia y precisamente en esa época y por ello ese fue uno de los motivos,  no el único por el cual la iglesia tuvo también un acontecimiento muy fuerte, muy importante que no podemos olvidar, ni lo podemos dejar de lado:  el Concilio de Trento y durante el mismo hubo una gran renovación de la Iglesia tanto de orden moral, como de orden doctrinal y de orden litúrgico y espiritual.

Hoy muchos rechazan el Concilio de Trento, sin embargo sigue teniendo importancia en la vida de la iglesia, y en medio de ese Concilio de Trento ahí estaba Felipe Neri, él no participo en el concilio era un sacerdote muy sencillo, ¡no le dieron importancia, pero si lo atacaron mucho! Sin embrago él siempre fue fiel. Y en medio de todo aquel ambiente tremendo de reforma de protestantes y de contra reforma católica para renovar la iglesia superando el protestantismo en medio de todo eso vivió Felipe Neri.

¿Por qué les digo esto, queridos hermanos?, ¿por qué toco ese punto?, porque hoy en este siglo XX y siglo XXI que estamos viviendo,  mis queridos hermanos ante el Señor, estamos viviendo circunstancias muy parecidas en la iglesia: en este momento no se inició una reforma como la del protestantismo, pero los protestantes han tenido una influencia muy fuerte y muy sutil actualmente en la vida de la iglesia, y voy a poner unos pocos ejemplos de muestra uno muy importante, importantísimo, capital:

La Liturgia, en el Concilio de Trento establecen ya lo que debe ser la Liturgia de toda la Iglesia, en el  Concilio Vaticano II, que tuvimos ya en nuestra época, el Concilio Vaticano II renueva también la Liturgia, pero en el post Concilio, después del Concilio Vaticano II, ¿qué sucede?  Se infiltran protestantes en la Iglesia, y logran que la Liturgia se cambie; el Vaticano II no indicó ningún cambio para la Liturgia, indicó renovación, indicó más participación de los fieles en la Liturgia, pero no indicó cambios, sin embargo en el post concilio, o sea después del Concilio Vaticano II, se infiltran protestantes en las comisiones post conciliares y logran que se hagan cambios en la Liturgia de la Iglesia.

En la Liturgia establecida por el Concilio de Trento, la Liturgia se establece como lo que tiene que ser:  el Sacrificio de Cristo, Acto de Dios, que a través de la Iglesia continúa el Sacrificio  Salvador de Cristo, y por eso Sacerdote y fieles en la Liturgia, en el Concilio de Trento se establece:  deben estar todos de cara a Dios;  viene el tiempo posterior al Concilio Vaticano II, y se da la influencia, la infiltración protestante y nos engañan a todos con la mentira de que en la Santa Misa hay que meter el idioma de cada País, y además que los Sacerdotes celebren para los fieles, no para Dios, son engaños, y ¿qué sucede en la Iglesia, queridos hermanos, que siempre es asistida y defendida por el Espíritu Santo?:   el Espíritu Santo suscita entre otros, al Papa Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, y el Papa Pablo VI decreta que se debe continuar celebrando la Santa Misa como siempre se ha celebrado y que se debe distribuir la Sagrada Comunión en la boca, pero vienen los protestantes infiltrados y adulteran un documento de Pablo VI, y nos hacen creer a todos que la Sagrada Comunión hay que distribuirla en la mano; sin embargo Pablo VI mantiene su indicación de que debe ser en la boca, pero nos engañan; viene después el Papa Juan Pablo II, San Juan Pablo II ahora, y él expresamente le dice a un grupo de Obispos de Italia, pidiéndole a ellos que lo transmitan a todos los Obispos del mundo, lo siguiente:  La Comunión en la mano está prohibida, y hoy día, por ejemplo aquí en Costa Rica, engañan diciendo que tenemos gran devoción a San Juan Pablo II, pero se ha desobedecido a San Juan Pablo II, nos engañan diciendo que hay que recibir la Sagrada Comunión en la mano, nos engañan diciendo que los Sacerdotes tiene que celebrar para los fieles, de cara a los fieles, cuando más bien el Sacerdote debe seguir uniéndose a los fieles para todos como Iglesia, no como una asamblea social, sino como Iglesia, todos, Sacerdote y fieles, ponerse frente a Dios y nos engañan diciendo, “¡no!, es muy feo que el Sacerdote le dé la espalda a los fieles”,  ¡en la realidad litúrgica el Sacerdote no le da la espalda a los fieles!, El Sacerdote va con los fieles hacia Dios. 

Queridos hermanos, después viene el Papa Emérito, Benedicto XVI, y da la Sagrada Comunión  a todos los que la reciben de él, de rodillas y en la boca, y en cierta ocasión dice:  Lo estoy haciendo para demostrar que hay que adorar a Cristo.  Cristo no es un hombre cualquiera, Cristo no es un líder social, Cristo no es un líder político, Cristo no es un guerrillero.  Cristo es el Hijo de Dios e Hijo del Hombre, y hay que adorarle y postrarse de rodillas ante El, para eso lo estoy dando de rodillas y en la boca.  ¿Le hemos hecho caso a Benedicto XVI?...  

Y si vemos ahora a Su Santidad el Papa Francisco, en las concelebraciones públicas que él preside, a quienes él les da la Sagrada Comunión, se la da de rodillas y en la boca.  ¿Qué nos pasa a los católicos que no sabemos obedecer al Papa?  ¿Qué nos pasa que no hemos imitado a San Felipe Neri, en su espíritu de contemplación de Dios?  Porque ¿qué fue lo que recibió Felipe Neri, cuándo él contemplaba a Dios, cuando él se unía a Dios, cuando él oraba, cuando él celebraba la Santa Misa?, ¿qué le sucedió a Felipe Neri?, estuvo totalmente abierto a la sabiduría de Dios, y esa sabiduría de Dios, Felipe Neri, no se la guardó  egoístamente para sí mismo, sino que se la transmitió a todos aquellos a quienes él pudo pastorear como Sacerdote en Roma.  Felipe Neri se dedicó a transmitir aquella sabiduría de  Dios, a transmitir aquel amor a Cristo, aquel amor a Dios nuestro Señor, a la gente pobre de Roma:  Reunía niños, reunía hombres de la calle, no solamente niños de la calle, reunía a la gente de la calle y los llevaba a la Iglesia, a visitar a Jesús en el Santísimo, y les predicaba y les enseñaba el catecismo, y los preparaba para una vida cristiana, Felipe Neri no se dedicó a una simple obra social, Felipe Neri se dedicó a la misión que Dios le encomendó.  

Queridos hermanos, así como Felipe Neri vivió en la época contra la reforma protestante, así tenemos que vivir nosotros ahora, en la época de la verdadera renovación de la Iglesia. No solamente los protestantes, los sociólogos de la liberación, los masones han logrado que muchos sectores de la Iglesia saquen a Jesús de la Iglesia; y lo que estamos viendo hoy día son las consecuencias, esa corrupción, la violencia, el egoísmo que vemos en el mundo, el materialismo que hoy día se ve, el relativismo moral que se ve hoy en el pueblo y en los gobernantes, se debe a que se ha sacado a Jesús de la Iglesia, se ha sacado a Jesús de los templos, los Sagrarios se han llevado a capillas laterales,  cuando el Sagrario debía permanecer, lo dice Benedicto XVI en un documento muy importante, los Sagrarios deben permanecer en el centro de la Iglesia.  Pero no solo lo hemos sacado de los templos, lo hemos sacado de la vida de la Iglesia, ¿a quién se predica hoy? ¿sobre quién se habla hoy?, sobre un hombre, sobre un líder social, sobre un guerrillero; así se presenta a Jesús hoy, por tanto un Jesús falso.  No se presenta al verdadero Jesús, Dios y Hombre, Salvador y Señor de la historia.

Queridos hermanos, si nosotros queremos ser católicos de verdad en el momento que nos toca vivir debemos imitar a San Felipe Neri, imitar a San Pablo, ese gran Apóstol que tampoco tuvo miedo de decirle la verdad a nadie,… Felipe Neri también tuvo que decírsela a más de uno, sin ofender a nadie, pero diciendo la verdad con respeto, con sinceridad, con alegría, con firmeza.  Y tenemos que imitar a Felipe Neri, queridos hermanos en ese espíritu de unión a Cristo.  Da lástima ver a muchos católicos que en sus conversaciones, en sus escritos, no reflejan a Jesús Dios y Hombre.  Hermanos tenemos que reflejar a Jesús, no podemos contentarnos con decir que amamos a Jesús, tenemos que llegar a ser Jesús, ¡tenemos que llegar a ser Jesús!   Recuerdo lo que me sucedió hace muchos años, en un retiro que estaba dando, con varios centenares de personas, dije: ¡Tenemos que ser Jesús!, y algunos se escandalizaron, y se fueron donde el Obispo de aquel tiempo a acusarme de que yo les estaba diciendo una herejía que teníamos que ser Jesús, y entonces el Obispo me llamó y me reclamó que  ¿por qué estaba diciendo eso?  Y entonces yo muy respetuosamente, pero muy claramente le demostré al Obispo: ¡que tenemos que ser Jesús!  Y el Obispo no tuvo más remedio que terminar la conversación diciéndome: ¡Tienes razón!, pero  ¡no seas tan fuerte con los fieles!...   

Queridos hermanos, ser fuerte con ustedes, decirles a ustedes la verdad, ¡transmitirles a ustedes el Amor de Cristo!, ¡transmitirles a ustedes la Verdad de Cristo!, ¡la Presencia de Cristo!  ¿Eso es fuerte?    Eso he procurado que sea toda mi vida, y en estos días lo he puesto mucho en oración.   Y he sentido que el Señor me confirma que lo que me quede de vida, sea un día, sea una semana, sea un mes, sea un año, sean cinco años, no importa, sean veinte, lo que sea, tendré que ser todavía más claro y más fuerte, si hablar de Jesús y comunicar la Presencia y el Amor de Cristo es fuerte, pues, lo voy a hacer más todavía.   Cristo debe ser el todo para nuestra mente, Cristo debe ser el todo para nuestros pensamientos, Cristo debe ser el todo para nuestros deseos,  Cristo debe ser el todo en nuestros anhelos, Cristo debe ser el todo para nuestros actos, Cristo debe ser el todo para nuestra vida privada, Cristo debe ser el todo para la vida familiar, Cristo debe ser el todo para la vida pública, Cristo debe ser el todo en las escuelas, en los colegios, en las universidades, Cristo debiera ser el todo en las oficinas del Gobierno, desgraciadamente no lo es… Cristo debe ser el todo en las Iglesias, en los templos, Cristo debe ser el todo en la vida privada y en la vida pública, nadie debe tener miedo de ser cristiano, nadie debe tener miedo de ser discípulo de Cristo, nadie debe tener miedo de decirle ¡no!,  a las tergiversaciones de la fe que nos están tratando de meter, incluso los enemigos de Cristo infiltrados en la vida de la Iglesia, porque los hay, debemos tener la valentía y el atrevimiento de decirle:  ¡No!, a  las costumbres inmorales del mundo, porque quien vive en Cristo, vive con dignidad, vive con moral.

Queridos hermanos, que Cristo  sea el todo.  Oren por mí para que lo que me queda de vida, repito, si antes lo fue, si hoy lo es, mañana, y dure lo que dure ese mañana, Cristo sea más el todo para mi vida y a través mío el todo para ustedes, y con ustedes, no yo solo, Cristo sea el todo para la Iglesia y con la Iglesia, Cristo sea el todo para la humanidad entera.  Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.

De la Oración a la Voluntad de Dios

DOMINGO 5° DE PASCUA
25 de Mayo de 2014
Santiago 1: 22-27;  San Juan 16: 28;
 San Juan 16: 23-30


Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

Escuchemos una vez más cómo comienza el párrafo de la Carta del Apóstol Santiago hoy: 

“Estote factores verbi, et non auditores tantum:  fallentes vosmetipsos”  [“Poned por obra la palabra y no os contentéis sólo con oírla, que os engañaríais”]  (Santiago 1: 22)

Y ahora unamos a esa palabra esta otra del mismo Señor Jesús: 

“Amen, amen dico vobis: si quid petieritis Patrem in nomine meo, dabit vobis.  Usque modo non petistis quidquam in nomine meo”  [“En verdad, en verdad os digo: cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo dará.  Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre”]  (San Juan 16: 23-24)

¿Por qué considero necesario insistir en esos dos textos de la Palabra leída en esta Liturgia?  Muy queridos hermanos:  Ustedes son testigos de que constantemente hemos insistido desde hace años en la necesidad de vivir no sólo como miembros de la Iglesia sino sobre todo como verdaderos discípulos de Cristo, viviendo consecuentemente el constante proceso de transformación en ÉL, asumiendo en nosotros todo lo suyo, que lo hemos sintetizado reiteradamente en el texto de San Pablo: 

“Obsecro itaque vos fratres per misericordiam Dei, ut exhibeatis corpora vestra hostiam viventem, sanctam, Deo placentem, rationabile obsequium vestrum.  Et nolite conformari huic saeculo, sed reformamini in novitate sensus vestri: ut probetis quae sit voluntas Dei bona, et beneplacens, et perfecta”  [“Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios; tal será vuestro culto espiritual.  Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios:  lo bueno, lo agradable, lo perfecto.”]  (Romanos 12: 1-2)
En otras palabras, tanto el Señor como sus apóstoles nos siguen insistiendo en su invitación, su exhortación vehemente a que en ÉL seamos hostias vivas en todos los aspectos de nuestra vida, para la Gloria de Dios Uno y Trino.

Queridos hermanos, ¿podrían ustedes contar las veces que lo hemos recordado?  Lo hemos escuchado incansable, constantemente:  ¿Estamos haciendo el esfuerzo gozoso, constante, sincero, amoroso por ser cada uno y todos en comunión verdadera hostia, verdadera oblación victimal para el Señor?

De pronto algunas veces nos escondemos tras la excusa de que es muy difícil.  Les voy a decir algo:  si hay amor, no es difícil, tal vez sí sea fuerte pero no difícil.  Es el demonio del miedo, el demonio del egoísmo, el demonio de la pereza, el demonio de la indiferencia,  quien insiste en esa mentira de que es difícil ya que a cambio ofrece todos los engaños del materialismo, del facilismo, de la “religión light”. “Quien ama todo lo puede”, nos dice uno de los grandes santos Padres de la Iglesia, San Agustín.  Pero lo que sucede también es que le damos cabida también al engaño del orgullo y del humanismo materialista que nos hace creer que no necesitamos de Dios, que no necesitamos su Gracia, y no acudimos a la oración con frecuencia, o no acudimos a la oración como debe ser. 

La oración, ¿cuándo debe ser?... Siempre, constante, humilde, en espíritu de adoración… ¿Y cómo debe ser?  Nos lo dice el Señor:  en su nombre, no en nombre de ningún ser humano.  ¿Y qué habrá querido decir en realidad el Señor con esa condición que le pone a nuestra oración?  Ciertamente que no sólo que digamos:  “Por Nuestro Señor Jesucristo, Hijo tuyo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo”, sino que lo que le pidamos a Dios esté totalmente de acuerdo con el Corazón Sacratísimo del Señor, con sus deseos, con sus anhelos, con aquello que ÉL, en su infinita Sabiduría y su Amorosísima Providencia, desea darnos, aunque nosotros no lo sepamos.  En otras palabras, que en nuestra oración seamos capaces de imitar a la Santísima Virgen María: 

“Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum.”  [“He aquí a la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra.”]  (San Lucas 1: 38). 
O sea, en nuestra oración hemos de olvidarnos de nuestros criterios, de nuestros deseos, de nuestros planes de vida, de nuestros apegos,  acordándonos de aquello otro que también nos dice el Señor: 

 “Non enim cogitationes meae, dicit Dominus.  Quia sicut exaltantur caeli a terra, sic exaltatae sunt viae meae a viis vestris,  et cogitationis meae a cogitationis vestris.”  [“Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos –oráculo de Yahveh-.  Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros.”]  (Isaías 55: 8-9)   

Muy queridos hermanos, aprendamos a ser personas de oración según el Corazón Eucarístico de Cristo Nuestro Señor, así podremos llegar a ser Hostias vivas, santas, agradables a Dios, incluso podremos llegar a ser “Hostias oblativas”, viviendo en la Cruz de Nuestro Señor, tanto como reparación de todas las ofensas que constantemente recibe el Señor, especialmente de parte de los mismos católicos y de sus mismos sacerdotes, así como para lograr que su Reino se establezca en el corazón de cada persona, en el corazón de la humanidad.
 
Convenzámonos, todo lo que hagamos, todo lo que tengamos, todo lo que seamos, no valdrá de nada si no restauramos en nosotros mismos, en la Iglesia, en el mundo, el espíritu de adoración a Jesús, si no implantamos en nosotros mismos la vivencia como “Hostias Oblativas”.  Hostias oblativas en el Altar, hostias oblativas en el Sagrario, hostias oblativas en la casa, hostias oblativas en la calle, hostias oblativas en la conversación o en el silencio, hostias oblativas en la escuela, en el colegio, en la universidad, hostias oblativas en la oficina, hostias oblativas en el trabajo, hostias oblativas en el descanso, hostias oblativas en el triunfo o en el fracaso, hostias oblativas en compañía o en soledad, hostias oblativas en la aceptación o en el rechazo, hostias oblativas en la salud, hostias oblativas en la enfermedad, hostias oblativas en la vida y en la eternidad.

Si vivimos como católicos mediocres, de medias tintas, acomodados a los criterios del mundo, nos condenaremos.  Si nos esforzamos amorosa, consciente y constantemente en ser “Hostias Oblativas”, le daremos al Señor la Gloria que sólo ÉL merece, y contribuiremos, aunque sea con un granito de arena, a la santificación de la Iglesia y la salvación de la humanidad.  Granito de arena que Dios en su infinita Justicia y Misericordia puede considerar como una montaña de Fe, de Esperanza, de Amor. 

Por todo eso, no seamos como el que mirándose en el espejo, después se olvida de cómo es. Con humildad, gozo, constancia y valentía usemos los medios que el Señor pone a nuestro alcance, en nuestras manos.  Por ejemplo, las jaculatorias.  Así sea.

“Pater, si vis, transfer calicem istum a me; verumtamen non mea voluntas, sed tua fiat.”  [“Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”]  (San Lucas 22: 42)


Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.

Viviendo el Misterio de Cristo

DOMINGO 4° DE PASCUA


18 de Mayo de 2014
Santiago 1: 17-21;  Salmo 117: 16;
Romanos 6: 9; San Juan 16: 5-14


Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

Con la lectura de este párrafo de la epístola del Apóstol Santiago podemos comprobar algo muy claro, muy cierto en toda la Sagrada Escritura, pero específicamente algo que es muy común a Pedro, a Pablo, a Juan, a Santiago, a Judas Tadeo:  la claridad y la fuerza de la Verdad de Dios que ellos nos comunican al unísono, aunque cada uno a su manera; una vez más podemos recordar que el Espíritu Santo, que comunica la Verdad respetando la forma de ser de cada persona nos comunica esa única y total Verdad.  Digo esto porque podemos comprobar que en este párrafo de Santiago él nos dice una verdad muy fuerte: no estamos hechos para el mal, Dios no nos creó para el pecado, Dios nos creó para la santidad, y quienes viven en el pecado, es porque se han alejado, es porque han rechazado al Señor.  Y nos lo recalca Jesús mismo en el Evangelio:   “Cuando venga el Espíritu Santo, argüirá al mundo de pecado”  ¿Y por qué de pecado?  ¿Qué significa argüir?    En este caso argüir significa acusar… Acusará al mundo de pecado, y el Señor dice muy expresamente de cuál pecado: No creer en ÉL, no creer en Cristo:  ese es el gran pecado que se está cometiendo hoy día en todo el mundo, y lastimosamente es el gran pecado que se ha infiltrado en la vida de la Iglesia, en grandes sectores se niega a Cristo, se rechaza a Cristo.

 Debemos tener mucho cuidado, hermanos, ojalá no se me malentienda lo que voy a decir ahora:  viene el tiempo de Navidad, es tiempo de… “fiesta”, fin de año, principio de año “fiesta de familia”… se rechaza a Jesús, con ese lenguaje ambiguo se rechaza a Jesús;  llega después Semana Santa: “¡semana de vacaciones, semana de paseo!”, se rechaza a Jesús;  viene Mayo, cuidado, aquí viene lo que se me puede malinterpretar si no se me entiende, mes de Mayo, “Mes de María”, llega después el mes de Agosto, “Mes de María”…  Queridos hermanos, también las devociones cristianas, si no son bien orientadas, si no son bien vividas, desorientan al pueblo y lo mantienen en el engaño y en el error, y esto no lo digo yo por primera vez, esto lo dijo ya va a hacer más o menos dos años el Papa Emérito Benedicto XVI refiriéndose precisa y claramente a América Latina:  las devociones, si no son bien vividas, bien orientadas y unidas a la Liturgia, engañan al pueblo, y así está Latino América:  mucho acudir a la intercesión de María, ¡pero pocos contemplan a María, pocos imitan a María!  ¡manipulan a María!  ¡No aman a María, sino que la están usando!  Queridos hermanos, a María Santísima no sólo hay que verla como intercesora, a María Santísima hay que verla también como Madre y  por tanto como Modelo, Modelo de Fe, Modelo de amor a Cristo, Modelo de… centralismo en Cristo.  Quien verdaderamente ama a María no la está mencionando a cada rato sino que siempre, continuamente, con Ella y como Ella vive la Fe. 

Por eso, queridos hermanos, precisamente hoy, en esta Liturgia Eucarística, unámonos con María, imitemos a María, y continuemos profundizando, no solamente en el encuentro con Cristo, sino también en el sumergirnos totalmente en la verdad de Cristo.  Eso es lo que tenemos que hacer con María y como María, sumergirnos en la Verdad de Cristo, sumergirnos en el Corazón de Cristo, dejarnos transformar por Cristo.  En otras palabras, queridos hermanos, ¡vivir el Misterio de Cristo!...  a eso estamos llamados, ¡a vivir el Misterio de Cristo!  

Por eso el Señor dice más adelante en el Evangelio  “Muchas cosas tengo aún que deciros”, es todo su Misterio que ÉL quiere comunicarnos, pero dice: “Mas no podéis comprenderlas ahora”.  Recuerden que el domingo anterior nos decía algo que nos va a permitir profundizar también hoy:  “Me voy, y no sabéis a dónde me voy” y hoy lo vuelve a repetir:  “Voy al que me ha enviado”,  “si no me voy, no os envío al Espíritu”,  y ÉL quiere enviarnos el Espíritu para que podamos comprender, no totalmente sino a nuestro alcance qué es lo que ÉL nos quiere dar, qué es lo que ÉL nos quiere comunicar, no para que lo entendamos, sino para que lo vivamos, y solamente cuando venga el Espíritu, podremos descubrir qué es lo que Cristo nos está dando y lo podamos vivir.   

Ahora bien, queridos hermanos, veamos en qué etapa nos encontramos del año litúrgico:  nos encontramos ya avanzando rápidamente en el tiempo de Pascua, en el cuarto Domingo de Pascua, ya dentro de quince días habremos celebrado la Solemnidad de la Ascensión del Señor, inmediatamente después vendrá la Solemnidad de Pentecostés, el derramamiento del Espíritu Santo, la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el Misterio más precioso, más profundo y más importante de toda nuestra Fe, y luego el otro gran Misterio, el Corpus Christi, que culmina en la Solemnidad del Corazón Eucarístico de Cristo Nuestro Señor.  Es toda una etapa en la cual se requiere entonces que nos dejemos llenar del Espíritu de Cristo, de ese Espíritu Santo que nos va a iluminar para que descubramos qué es lo que Cristo nos quiere dar, y nos vamos a centrar en dos de esas Solemnidades:  Pentecostés, Corpus Christi. 

Queridos hermanos, ¿qué nos quiere dar el Espíritu Santo?  Vuelvo a repetirlo: Nos quiere dar la plenitud del Misterio de Cristo, porque quien no vive, quien no vive en el Misterio de Cristo, se condena, así de claro, ¡quien no vive en el Misterio de Cristo se condena!, aunque tenga muchas devociones, aunque diga que es muy devoto de la Santísima Virgen, ¡de decirlo a serlo hay un gran paso!  Más que devotos de la Virgen, vuelvo a insistir, ¡tenemos que ser hijos de María, imitadores de María!  ¡Y María se metió de lleno en el Misterio de Cristo!  María vivió, ¡vivió! en el Misterio de Cristo, ¡María fue parte del Misterio de Cristo!  En la verdadera Teología Católica la Mariología no es más que una parte de toda la Cristología.  Queridos hermanos, entonces, como María, metámonos, vivamos en el Misterio de Cristo, seamos parte del Misterio de Cristo. 

Aquí habría muchísimas cosas que traer a nuestro entendimiento, a nuestra conciencia, a nuestra vivencia: una de ellas, al principio del Evangelio de hoy, el Señor les dice: “Me voy al que me ha enviado” e inmediatamente les dice:  “y ninguno de vosotros me pregunta ¿a dónde vas?”  Aquí esto me permite recordar otro paso, ya no del Evangelio, sino de la Tradición de la Iglesia: cuando el Apóstol Pedro llega a Roma, y comienza la persecución contra los Cristianos en Roma, en un primer momento Pedro huye de Roma, y saliendo por la “Vía Apia” de Roma se encuentra con el Señor, y según la tradición ahí sí es Pedro quien le pregunta al Señor: “¿Quo vadis, Domine?”  ¿Y qué le responde el Señor?  Según la tradición le responde: “Voy a Roma a ser nuevamente crucificado”… Por supuesto que Pedro comprende la enseñanza y regresa a Roma en donde efectivamente muere en cruz, cabeza abajo por humildad ya que no se considera digno de morir exactamente como Cristo.  ¡Es el camino de la Cruz!  Quien vive en el Misterio de Cristo, vive en el camino de la Cruz… ¡Ay!, pero qué miedo le tienen los católicos a la Cruz… Uno de estos días escuchaba un comentario de un Sacerdote costarricense por la radio, y decía él que ya no tenemos que vivir  cristianismo de cruz, que estamos en Pascua, que hay que vivir con alegría, con gozo… ¡Qué engaño!  ¡Qué engaño!  ¡Si no hay cruz, no hay cristianismo!  Lo dijo hace poco tiempo precisamente el Papa Francisco: “Sin cruz no hay Cristo, y sin Cristo no hay Cristianismo! 

Queridos hermanos, vivamos como María y con María en el Misterio de Cristo, dejémonos entonces empapar por el Espíritu Santo para que comprendamos esto.  Pero el Espíritu Santo no solamente es Sabiduría, el Espíritu Santo también es Fortaleza… Quien se sumerge en el Misterio de Cristo como María, se sumerge con Fortaleza, no con miedo, el miedo puede sentirse, ¡pero el amor supera el miedo! nos dirá también San Juan en una de sus cartas.  (Cf. I Juan 4: 18) Y quien verdaderamente con María y como María vive sumergido, vive metido en el Misterio de Cristo, con el amor a Cristo, con el amor a Cristo, con el amor a Cristo, ¡vive la Cruz! 

Queridos hermanos, además, ¿por qué tener miedo, por qué dejarse vencer por el miedo?  ¿Saben ustedes quién es el causante del miedo en muchísimos católicos, en muchísimos?  Yo diría que millones de católicos se dejan vencer por el miedo, ¿por qué? Porque son impulsados a eso por el demonio, le ponen más importancia al demonio, le ponen más importancia a las insinuaciones de miedo de parte del demonio que al impulso de la Fortaleza cristiana del Espíritu Santo.  ¡Pero nos dice el Señor que el mundo ya está juzgado porque el demonio ya está juzgado!  Entonces esas insinuaciones de miedo pongámosles el pie, pisoteemos las tentaciones de miedo, pisoteemos las tentaciones de , el respeto humano, y vivamos privada y públicamente, ¡privada y públicamente! sumergidos en el Misterio de Cristo, ese Misterio de Cristo que es Plenitud, es Cruz, pero también es Plenitud, es alegría, es Vida, y no solamente es Vida para este tiempo que pasa, es Vida Eterna, en cambio lo que ofrece el mundo es muerte.  

Queridos hermanos, vivamos entonces eso, así, inspirados, impulsados continuamente por el Espíritu Santo, para que cuando llegue la Solemnidad del Corpus Christi podamos descubrir con alegría que realmente estamos viviendo el Misterio Eucarístico de Cristo, ese Misterio Eucarístico que Cristo que vamos a tratar de fortalecer en nosotros y en toda la Iglesia especialmente en tres aspectos:  Presencia, porque Cristo está en el Sagrario, Sacrificio, porque Cristo en el Altar renueva continuamente, no repite, sino que renueva continuamente su Sacrificio de la Cruz en el Altar de la Eucaristía, y además el tercer aspecto, Comunión, porque Cristo en la Eucaristía es comida, es alimento, pero no un alimento de fiesta mundana, sino el alimento de fortaleza, el alimento de vida en plenitud, el Alimento que es Dios mismo, es Cristo mismo que se nos da, no para darnos un rato de gozo pasajero sino para darnos en eternidad su misma vida.  Presencia, Sacrificio, Comunión.  

Esa Comunión que al recibirla nos hace morir a nosotros mismos para transformarnos en Cristo y terminar de sumergirnos en el Misterio de Cristo.  Hermanos, vivamos la Eucaristía, vivamos la Eucaristía, vivamos la Eucaristía en Enero, en Febrero, en Marzo, en Abril, en Mayo, en Junio, en Julio, en Agosto, en Septiembre, en Octubre, en Noviembre, en Diciembre, de este y de todos los años que nos queden de vida, vivamos la Eucaristía, lo demás… viene por añadidura, ¡y no seamos apóstoles de nadie más que de Cristo!, porque sólo Cristo da vida al mundo,  ¡no seamos apóstoles de nadie más sino sólo y totalmente de Cristo!  Pero seamos apóstoles de Cristo con la vida y seamos apóstoles de, Cristo con la palabra, ¡y seamos apóstoles de Cristo también… con las rodillas dobladas ante Cristo tanto en lo privado como en lo público!  Seamos apóstoles de Cristo con nuestra oración, seamos apóstoles de Cristo con la Liturgia, seamos apóstoles de Cristo con el estudio, seamos apóstoles de Cristo con la alimentación, seamos apóstoles de Cristo con el descanso, seamos apóstoles de Cristo con las conversaciones, seamos apóstoles de Cristo con el trabajo, seamos apóstoles de Cristo cuando descansamos o cuando caminamos, seamos apóstoles de Cristo en la casa, seamos apóstoles de Cristo en la calle, seamos apóstoles de Cristo en los almacenes, seamos apóstoles de Cristo en el campo, seamos apóstoles de Cristo en el bien y en la enfermedad, seamos apóstoles de Cristo cuando nos ultrajan, seamos apóstoles de Cristo cuando nos calumnian, seamos apóstoles de Cristo cuando nos persiguen, seamos apóstoles de Cristo en el tiempo, seamos apóstoles de Cristo en la eternidad… 
“¡Cristo ayer, Cristo hoy, Cristo siempre!”

Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.

En la Cruz del Señor está el auténtico gozo

DOMINGO 3° DE PASCUA


11 de Mayo de 2014
I San Pedro 2: 11-19;  Salmo 110: 9;
San Juan 16: 16-22


Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

Continúa la Pascua, continúa este proceso de Resurrección, pero es un proceso al cual se llega mediante la cruz.  Es Cristo Resucitado quien le habla a cada corazón, es Cristo crucificado y resucitado quien le habla a toda la Iglesia, incluso a través del Apóstol Pedro, primer Sumo Pontífice.

Queridos hermanos, ¿qué nos quiere dar a entender hoy con esta palabra, que además es clarísima?: que debemos vivir con absoluta paz en nuestro corazón, que debemos vivir con absoluta paz en nuestro ánimo, aunque somos conscientes de que estamos viviendo en un mundo sumamente difícil, y no solamente difícil, sino en un mundo contrario a Cristo,  un mundo contrario a la Fe.  En las semanas anteriores incluso Su Santidad el Papa Francisco, al igual que el Papa Emérito Benedicto XVI, al igual que San Juan Pablo II, nos han recordado y nos han hecho ser conscientes de que hoy día el cristiano está siendo perseguido, y ciertamente, queridos hermanos, cuando se experimenta la persecución tenemos que ser conscientes, tenemos que reconocer que somos humanos: cuando alguien es perseguido no puede menos que experimentar cierto grado de tristeza en su corazón.  Ahora bien, ¿cuál debe ser en este momento actual que vivimos nosotros el motivo de esa tristeza?  Porque puede ser una tristeza mal orientada, el hecho de ser perseguido puede encerrar a una persona en su propio egoísmo:  “¡Ay, es que soy perseguido!  ¡No me dejan hacer lo que yo quiero!  ¡No me dejan pensar como yo quiero pensar” ¡como yo… yo… yo!  Es el eterno egoísmo del ser humano, y esa es una mala tristeza.   En cambio, si la tristeza tiene otro motivo, diferente, ver que esa persecución en realidad no va solamente dirigida a la persona, va no solamente dirigida al cristiano, sino que va muy directamente, muy sutilmente en contra de Cristo y en contra de la Fe.  Cuando la tristeza es esa, tristeza porque Cristo es perseguido, tristeza porque la Fe es denigrada, esa tristeza sí causa paz, paz muy íntima, muy interna, que posiblemente en cierto momento no se puede expresar, pero es una tristeza que fortalece.  En cambio la anterior, aquella tristeza egoísta, centrada en uno mismo, esa sí que realmente es triste, esa tristeza valga la redundancia, una triste tristeza, que además debilita y acobarda a la persona  y la hace encerrarse en sí misma y buscar seguridad, e incluso le puede llevar a renegar de Cristo, le puede llevar a renegar de sus compromisos cristianos.  Por eso el Apóstol Pedro nos decía en la carta que no nos dejemos envolver por las cosas del mundo, sino que pongamos nuestro corazón en el Señor.  Y esa tristeza santa, esa tristeza por la Gloria del Señor conculcada, la Gloria del Señor pisoteada, esa tristeza es a la que se refiere el Señor en el Evangelio.

Y ciertamente, queridos hermanos, tenemos que lamentarnos en unión con Su Santidad el Papa Francisco de la tremenda persecución que están sufriendo hoy día los cristianos, porque, repito, esa persecución en el fondo va directamente contra Cristo Nuestro Señor, va contra el Reino de Cristo.   Hermanos, pero el Señor mismo nos dice que ÉL es el gozo de los que experimentan la tristeza de la persecución contra Cristo.  Cristo es el motivo del gozo, ¡Cristo es el motivo de que aquella tristeza se convierta en una tristeza santa, en una tristeza gozosa!  ¡En una tristeza que fortalece!  Y el Señor mismo nos lo dice:  “Llegará el momento en que ya no me veréis, pero nuevamente me verán”  Cuando alguien pierde a Cristo por las imperfecciones o por el pecado venial pierde esa intimidad con Cristo aunque no lo pierda por completo por el pecado mortal: ahí hay tristeza, tristeza egoísta, debilitante.  Pero cuando alguien experimenta la persecución contra Cristo no ve a Cristo, pero sabe que lo verá.  Y Cristo lo está llamando, y este llamado que Cristo le hace hoy día a los cristianos, muchísimos cristianos no lo entienden, están en la misma postura que los Apóstoles cuando decían “no entendemos lo que Cristo quiere decirnos”, porque están envueltos en las cosas del mundo.  No hay que dejarse envolver por el mundo, hay que dejarse envolver por Cristo, hay que buscar a Cristo, y ÉL mismo lo dice:  “Volveréis a verme”.  Hay que ir donde podemos ver a Cristo, hay que ir en donde podemos experimentar a Cristo.  ¿Y dónde podemos ver, dónde podemos experimentar a Cristo?  ¿Dónde?  Los que están debilitados por el pecado nos dirán:  “¡en el hermano!”  ¡Ay!  No, hermanos, no es necesariamente en el hermano en quien hay que ver  a Cristo.  A Cristo hay que buscarlo en donde ÉL verdaderamente ha querido quedarse con nosotros, oculto, para que le veamos los que le somos fieles, ha querido quedarse oculto para que le experimentemos los que le somos fieles, para que le experimentemos aquellos que no nos encerramos en nosotros mismos sino que nos entregamos por completo a ÉL, nos dejamos transformar por su Espíritu y, nos gastamos y nos desgastamos por su Reino. 

¿Dónde?  Ya ustedes pueden suponer dónde voy a decir.  Por supuesto: en el Misterio de la Eucaristía.   El domingo pasado Su Santidad el Papa Francisco nos lo recordaba precisamente:  ¡busquemos a Cristo en la Palabra y en la Eucaristía!  Sepamos interpretar la Palabra de Dios, y cuando no la sepamos interpretar, cuando vemos que es difícil de interpretar, preguntemos.  A nadie se le prohíbe leer la Palabra de Dios.  Y busquemos a Cristo entonces en la Palabra, y busquemos a Cristo en la Eucaristía.  Y permitamos que Cristo sea nuestro gozo aún en medio de la tristeza del mundo, aún en medio de esa tristeza de ver cómo Cristo es perseguido, experimentemos esa unión con ÉL, esa unión inquebrantable, queridos hermanos, esa unión inquebrantable. 

¡Despojémonos de las costumbres del mundo!.  Despojémonos de las costumbres del mundo, porque no somos esclavos del mundo,  no somos propiedad del mundo, no somos esclavos del libertinaje del mundo, tenemos que vivir la libertad de los hijos de Dios, tenemos que vivir la libertad de los que nos dejamos transformar por Cristo.  Pero si vivimos esa libertad, no le demos tiempo a las cosas del mundo, no le demos tiempo a las diversiones tontas del mundo, no le demos tiempo a la perversidad del mundo, a la corrupción de costumbres del mundo… Démosle tiempo a Cristo, y para que no nos olvidemos, voy a insistir: démosle tiempo a Cristo en nuestra oración…

A ser posible oración al pie del Sagrario, pero si no se puede porque las iglesias están cerradas, pues démosle tiempo a Cristo en nuestra oración personal, ¡personal!, ¡personal!, no sólo de grupo, en la intimidad de nuestra habitación, o en un oratorio en las casas, aunque no se tenga directamente el Santísimo Sacramento, pero por lo menos que tengamos una imagen de Cristo en la Eucaristía, o el Crucifijo, o la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y entonces ahí nos postramos en oración y nos unimos a Cristo, y le contemplamos y descubrimos los anhelos de su Divino Corazón, ¡y los hacemos nuestros!, ¡y los vivimos!  ¡Hagamos oración!  ¡Hagamos oración!  ¡Hagamos oración!  Y vuelvo a repetir, y vuelvo a insistir:  hagamos oración en la madrugada, no a mediodía ni en la noche, porque ahí, a mediodía o en la noche le estaremos dando al Señor las migajas, en cambio si hacemos oración por la madrugada le estaremos dando al Señor la plenitud de nuestra vida.  ¡Hagamos oración!  ¡Contemplemos a Cristo ¡  Oremos con los salmos, oremos con la Oración Litúrgica de la Iglesia, ¡pero oremos también con las jaculatorias!  Esas jaculatorias que nos van a permitir entonces proyectar nuestra oración de la madrugada a todas las horas del día.  ¡Y vivamos entonces conforme al Corazón manso y humilde de Cristo Jesús! 
Por eso nos decía también el Apóstol Pedro que seamos obedientes, que seamos respetuosos de toda autoridad humana.  Y quiero hacer hincapié en este punto porque a veces vemos a católicos que desprecian a la autoridad humana.  Hermanos, ¿en qué momento histórico escribió San Pedro esa carta, inspirado por el Espíritu Santo?  ¿En qué tiempo?  En el tiempo de la autoridad imperial romana, y el Emperador no era cristiano, el Emperador era ¡bien pecador!  Sin embargo, Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice: respeto a la autoridad, respeten al Emperador, respeten a los Gobernadores, aunque sean pecadores.  Porque si no damos este ejemplo de respeto a la autoridad en el mundo, nuestro testimonio sería basura.  Queridos hermanos, oremos, si vemos que la autoridad está fallando, si vemos que la autoridad vive en pecado, pues oremos por la autoridad para que la autoridad llegue a vivir en Gracia, llegue a tener también el encuentro pleno con Cristo, pero no les critiquemos, mientras nos manden cosas que están de acuerdo con la Ley de Dios, obedezcámosles con gozo, obedezcámosles con humildad, y si nos mandan algo que no está de acuerdo con la Ley de Dios, por supuesto que no les obedecemos, pero tampoco les vayamos a criticar incluso con palabras soeces.  No es cristiano eso, eso en lugar de acercar a la sociedad hacia Cristo, más bien le aleja, y aquí podemos recordar aquella frase famosa de un político que no era cristiano, pero se leía la Biblia, y conocía la Biblia al pie de la letra, ya la había leído varias veces en toda su vida, y era buen político, aunque no era cristiano, y un día le preguntan:  “Si usted ha leído la Biblia tanto, ¿por qué no se convierte al Cristianismo?”  ¿Y cuál fue la respuesta?:  “¡Cristo me entusiasma, pero los cristianos me dan asco!”…  ¿No será eso también lo que está sucediendo hoy día, en la relación con la autoridad?  ¿Qué los cristianos en lugar de atraer con el testimonio de una vida llena de Cristo, de una vida centrada en Cristo están dando asco al mundo?  Queridos hermanos, examinemos nuestra vivencia cristiana plena, total, radical, global, aquí si que tenemos que aplicar la globalidad en todos los aspectos de la vida humana, tienen que estar totalmente centrados en Cristo, eso es lo que nos da a entender en pocas palabras el Apóstol Pedro y el Señor en las lecturas de hoy porque de lo contrario, queridos hermanos, más bien   estaremos haciendo mal al mundo en lugar de cristianizar al mundo, que es el compromiso de todo bautizado, el compromiso de todo aquel que es… ¡hostia! ¡Alma hostia! 

A eso tenemos que aspirar, a eso tenemos que esforzarnos, ¡a ser almas hostias!, capaces de demostrar que no vivimos según ningún criterio del mundo, sino que vivimos radical y exclusivamente según los criterios del Evangelio con la Fuerza de Cristo Eucaristía, para la gloria de Cristo Hostia.  Así sea.



Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.