Belén - Cruz - Altar


SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

25 DE DICIEMBRE 2014
MISA DEL DÍA
Hebreos 1: 1-12;  Salmo 97: 2-4;
San Juan 1: 1-14

Muy queridos hermanos en el Señor Jesús:
Una vez más, repito lo que decíamos antes de iniciar la Santa Misa, Santa Navidad.

Podríamos decir muchas cosas en este día, sin embargo quiero y debo centrarme en este trozo precioso, sublime, profundo, ciertísimo, del Evangelio de San Juan, es el primer párrafo del Evangelio de San Juan, en el cual se refiere precisamente a Aquel que es el único Salvador del mundo.   Nadie más que Jesús puede salvar al mundo y ciertamente al inicio de esta página del Evangelio, el Señor  nos permite referirnos y hacer lo que debiéramos hacer todos los católicos no sólo los Sacerdotes, no sólo las personas consagradas, sino que todos los católicos debiéramos hacerlo todos los días de nuestra vida, contemplar a Jesús, hacer el esfuerzo por conocer a Jesús, dejar de ser nosotros mismos el centro de nuestra vida, para que Jesús comience a ser verdaderamente el centro de nuestra vida, por eso el Evangelio comienza de manera infinitamente sabia:  “En el principio era el Verbo”.   ¿Quién es Jesús?, queridos hermanos liberémonos del materialismo del mundo, ese materialismo engañoso de los regalos de navidad, posiblemente cuando se comenzó con esa costumbre estaba bien orientada, pero hoy día está totalmente desorientada, el mundo está centrado en el ser humano, y ese es uno de los peores errores sociales, filosóficos e incluso heréticos, que hoy día se está cometiendo, centrarse principalmente en el ser humano, mientras el ser humano siga centrado en sí mismo continuará deshumanizándose, y si el ser humano continúa deshumanizándose jamás podrá ser verdaderamente cristiano.

Queridos hermanos tenemos que liberarnos de esa corriente materialista, tenemos que liberarnos de esa corriente relativista y activista que hoy día domina en el mundo y tenemos que aprender a ser nosotros mismos.  ¿Y cuál es la actitud para aprender a ser nosotros mismos?, la actitud de la humildad, reconocer que somos dependientes de Dios, y quien se reconoce dependiente de Dios lo primero que hace es adorar a Jesús.  ¿Quién es Jesús?  Jesús es el Verbo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que en el tiempo prefijado en la Sabiduría Infinita de Dios, toma nuestra carne sin dejar de ser Dios, toma nuestra carne en el seno de María Santísima y se hace hombre sin dejar de ser Dios, es Dios y Hombre, Plenamente Dios y Plenamente Hombre, es Dios por excelencia, el Hombre por excelencia, es el Verdadero Hombre, es Cristo el Verdadero Ser Humano y por eso es nuestro modelo y a El tenemos que conocer, si nosotros queremos ser verdaderos humanos, tenemos que conocer a Jesús, pero tenemos que conocerlo como Verbo de Dios y como Hombre.

Queridos hermanos, no centremos nuestra atención en las luces engañosas del mundo de este tiempo de Navidad, no centremos nuestra atención en los regalos materiales que el comercio nos ofrece continuamente,  centremos nuestra atención en el Misterio del Verbo de Dios hecho Hombre,  en   Jesús, que ciertamente nace como un niño.  Y nace como un niño para muchas cosas.  Pero más que todo ciertamente para darnos un ejemplo maravilloso de humildad, de sencillez… no de miseria, que es otro error que comete el materialismo relativista del mundo, centrarse mucho en la miseria del ser humano, y muchos practican una supuesta caridad para atender al miserable manteniéndole en la miseria, eso no es caridad, eso es filantropía pagana. Quien verdaderamente conoce a Jesús, llega a tener su propia dignidad humana, y ayuda al prójimo para que salga de la miseria y alcance su propia dignidad como humano y como hijo de Dios, redimido en Cristo. 

Queridos hermanos, conozcamos a Jesús, contemplemos a Jesús, contemplemos a Jesús que nos da ese ejemplo maravilloso, repito, no de miseria, sino de sencillez y humildad.  Pero, hay otro motivo sumamente importante por el cual el Verbo de Dios coeterno con el Padre y el Espíritu Santo, en el tiempo prefijado se hace Hombre.  Queridos hermanos, hagámonos una pregunta en este momento:  ¿Quién de nosotros, por sí solo, es digno de llegar a la Presencia del Dios Santísimo?  Ninguno.  Ninguno es digno, ninguno es capaz, por sí solo, de llegar a la Presencia del Dios Altísimo.  Y aunque nos unamos todos como un ejército en batalla, y pretendamos ser más que Dios, nunca lo alcanzaremos.  Y eso es lo que hoy día está sucediendo en nuestra sociedad materialista, el mundo está creyendo que puede por sí solo salir adelante.  El mundo materialista y relativista cree que por sí solo puede alcanzar la paz, el mundo materialista y relativista cree que por sí solo puede alcanzar el progreso.  Se está volviendo a cometer precisamente el pecado gravísimo que cometió la humanidad en los primeros tiempos, en los tiempos de la torre de Babel, incluso en el momento del pecado original… ¿En qué consistió verdaderamente el pecado original y en qué consistió el pecado del momento de la torre de Babel?  No consistió necesariamente en comerse una manzana, ni consistió en construir una torre física de ladrillos, no, consisitió en que el ser humano en aquellos tiempos como hoy día, pretende ser más que Dios.  Y eso jamás se va a alcanzar, nadie podrá ser más que Dios, nadie podrá llegar a conocer a Dios. 
Por eso, este Niño, cuyo nacimiento hoy estamos conmemorando, este Niño, cuyo nacimiento hoy estamos renovando, no solamente conmemorando en nuestra memoria, no, sino que lo estamos celebrando, o sea que tenemos que estar viviendo verdaderamente la Navidad de Jesús en nuestras vidas.  Ese Niño, cuyo nacimiento hoy estamos renovando después, años después dijo clarísimamente:  “Nadie va al Padre sino por Mí”  (Cf. Juan 14:6)  Quien no acepta, vivencialmente, quien no vive la experiencia de la Fe,  que es el encuentro vivencial con Jesús, jamás llegará a Dios, jamás llegará a tener la plenitud ni de la humanidad y mucho menos de la cristiandad. 

Queridos hermanos, hay que aceptar a Jesús en la vida personal, hay que llegar a tener con humildad y con valentía la experiencia viva de la Fe, que no es otra cosa que la experiencia del encuentro vivo con Cristo.   Yo recuerdo que cuando estudiábamos el catecismo siendo niños nos decían algo muy cierto pero que yo me atrevo ahora a decir que era una verdad a medias:  nos decían que la Fe es creer aquello que no se puede entender, eso es muy cierto.   Pero yo quiero con todo respeto, queridos hermanos, añadirle algo más, y no me baso en lo que yo solo he vivido, me baso también en lo que vive la verdadera Iglesia Católica y que fue expresado muy sabiamente por el Papa Emérito Benedicto XVI en el Motu Proprio Porta Fidei, Puerta de la Fe, cuando al inicio de ese documento el Papa Emérito decía “la Fe es la experiencia viva de Cristo, es el encuentro vivo con Cristo”.  Pero queridos hermanos, ¿cómo tener ese encuentro vio con Cristo?  ¿Cómo tener ese encuentro vivo con este Niño que nace y que renace en nuestras vidas hoy si no lo tenemos frente a nosotros?  Muchos pueden decirme:  Padre yo puedo encontrarme con cualquier persona a la que yo veo, y eso es muy cierto…

 Queridos hermanos, yo me he encontrado con miles de personas durante mi vida sacerdotal, pero de esos miles de personas con quienes me he encontrado en mi vida sacerdotal, ¿de cuántos de ellos guardo el recuerdo, la memoria en mi mente?  De muy pocos.  ¿De cuántos recuerdo el nombre de ellos?  De muy pocos.  Posiblemente yo he conocido durante mi vida unas cincuenta mil personas, unas cien mil personas fácilmente, porque he bautizado a muchos, porque he confesado a muchos, porque he casado a muchas parejas, porque en las Misas que he celebrado durante toda mi vida le he dado la Sagrada Comunión a miles de personas. Pero no les conozco a todos.  Los he encontrado, los he visto, los he tratado pero no les recuerdo a todos, tengo que verlos para poder recordarlos.  Queridos hermanos, a Jesús también tenemos que verlo… Y ÉL sabía perfectamente eso… Y entonces podemos preguntarnos: ¿Por qué entonces Jesús nos abandonó y después de haber padecido su pasión, su muerte en la Cruz y su Resurrección, por qué se fue a los cielos?  ¿Por qué ascendió a los cielos y nos abandonó?  Queridos hermanos, el que diga que Cristo nos abandonó está totalmente equivocado.  Recordemos que ÉL es Dios y Hombre.  Por eso insistí al principio en que ÉL no dejó de ser Dios, sigue siendo Dios como sigue siendo Hombre, después de haber padecido la Pasión y la muerte en la Cruz, ÉL resucitó y sigue siendo Dios y Hombre, y si sigue siendo Hombre, sigue teniendo su Cuerpo, y como Dios que es, con su propio cuerpo, ÉL instituyó el Sacramento maravilloso para que, aunque se fue a la Diestra del Padre, permanece también con nosotros:  el Santísimo Sacramento de la Eucaristía…

¡Porque tanto es su amor hacia cada uno!  ¡No sólo hacia todos, sino tanto, tan infinito es su amor hacia cada uno que quiso quedarse en la Santísima Eucaristía y quiso continuar entregándose en la Sagrada Eucaristía.  Por eso la Eucaristía no es una fiesta, sino que es la perpetuidad de su Sacrificio, por eso en días anteriores yo repetía algo que está en el verdadero magisterio de la Iglesia:  Navidad tiene una íntima relación con Semana Santa, Navidad tiene una íntima relación con la Cruz de Cristo.  Belén y Cruz.  Ayer escuchábamos la respuesta preciosa, bella, que nos dio una niña por teléfono a una pregunta que se le hacía a esa niña: ¿dónde prefieres tú ver a Jesús, en Belén o en la Cruz?  Y la niña respondió inspirada por el Espíritu Santo:  “No, no sólo en Belén, no sólo en la Cruz, lo veo y lo amo en Belén y en la Cruz”  Sí, hermanos, esa fue una auténtica respuesta que le inspiró el Espíritu del Señor a esa niña de seis años.  A Jesús tenemos que verlo en Belén, pero al mismo tiempo tenemos que verlo en la Cruz, porque para eso vino, para perpetuar su entrega por nosotros, y la perpetua precisamente en la Eucaristía.  Y por eso podemos entonces completar esa afirmación de esa niña de esta otra manera:  “Belén, Cruz, Altar”…  No mesa de fiesta, no mesa de banquete, sino Altar del Sacrificio. 

Queridos hermanos:  “Belén, Cruz y Altar” esa experiencia triple no debe faltar en la vida de un auténtico cristiano.  ¿Por qué hoy día hay tanta corrupción en el mundo?  ¿Por qué hoy día hay tanta violencia en el mundo?  ¿Por qué hoy día hay tanto pecado en el mundo?  Porque no se vive “Belén, Cruz, Altar”  No se vive la experiencia continua, la experiencia diaria de Cristo que se entrega y se nos entrega.  Porque ÉL no se contenta con “entregarse” en la perpetuidad de su Sacrificio, sino que “se nos entrega” cuando nos dice.  “Comed y bebed de mi carne y mi sangre”, cuando nos invita entonces a comulgar con frecuencia, a participar de la Santa Misa y a comulgar con toda la frecuencia posible.  Por eso, queridos hermanos, en estos días de Navidad con todo el gozo del Señor, con todo el impulso del Señor yo quiero invitarlos, queridos hermanos, transformemos nuestra vida en una auténtica Navidad, en una auténtica vivencia de ¡“Belén, Cruz y Altar”!... 

Transformemos nuestra vida, y hagamos de nuestra vida una continua Eucaristía, entreguémonos también nosotros a Cristo en el Altar, vivamos la Santa Misa como debe ser, acerquémonos a comulgar a ser posible diariamente.  Yo sé que hoy día hay muchos católicos que tienen miedo de pensar, de hablar, o de promover la comunión diaria.  No tengamos miedo, hermanos…  Claro, se requiere algo muy importante, se requiere vivir continuamente en gracia, se requiere rechazar, no sólo con la fuerza personal sino rechazar con  la fuerza de Dios, con el Poder de Dios, con la asistencia de Dios, rechazar todas las tentaciones al pecado grave, y mantenerse en Gracia de Dios continuamente.  Queridos hermanos, el pecado grave es asqueroso, el pecado venial es sucio, pero el grave es asqueroso… mejor ni lo comparamos con nada, porque no hay comparación, el pecado venial es sucio, el pecado grave es asqueroso.  No, no tengamos el atrevimiento satánico de vivir en pecado grave nunca, nunca, nunca… 

Vivamos en gracia continuamente, hermanos… es precioso vivir en gracia continuamente, es maravilloso vivir en gracia, es maravilloso experimentar la realidad de la tentación rechazándola con el Poder del Señor, en una actitud de humildad y valentía, porque ciertamente para rechazar la tentación muchas veces hay que rechazar las invitaciones del mundo materialista y relativista.  Pero hermanos, lo que el mundo materialista y relativista ofrece es pura mentira, es puro engaño, en cambio lo que Cristo nos ofrece es la Verdad.  El mundo nos ofrece la muerte, el mundo nos ofrece el infierno, Jesús nos ofrece la Gracia, Jesús nos ofrece la Vida en Plenitud, a eso ha venido a la tierra, a traer Vida en Plenitud (Cf. Juan 10:10). 

Hermanos, enamorémonos de Jesús, encontremos a Jesús, no seamos parte de ese mundo que según San Juan en este prólogo del Evangelio es el que vive en tinieblas, vivamos en la Luz, y la Luz es Cristo,  vivamos en la Verdad, y la Verdad es Cristo, vivamos en la Plenitud, y la Plenitud es Cristo.  Por eso muy sabiamente el Apóstol en otro lugar de sus cartas decía:  “Cristo ayer, Cristo hoy, Cristo siempre”  Y en otro lugar de sus cartas también el Apóstol decía:  “Doblo mis rodillas ante el Padre Celestial para que vosotros conozcáis la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del misterio de Dios que se revela en Cristo Jesús”  (Cf. Efesios 3: 14-19;  Colosenses 1: 9-12)

Llenémonos de Cristo, sumerjámonos en el océano infinito de la Verdad de Jesús, sumerjámonos en el océano infinito de la Vida misma de Cristo, y entonces, queridos hermanos, el futo de esta Navidad, según los anhelos, no míos solamente, según los anhelos del Corazón Sacratísimo del mismo Cristo se extenderán  ya no solamente al 2015 que se aproxima, sino que se extenderán por el resto de nuestra vida y no solo en nuestra propia vida sino que si vivimos realmente en Cristo tendremos la posibilidad de colaborar en la verdadera renovación, no digo reforma, sino que digo renovación, de la Iglesia y de toda la sociedad, para la Gloria de Dios y salvación de toda la humanidad en Cristo el Señor.  Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

Liturgia y Navidad

DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO



21 de Diciembre de 2014
I Corintios 4: 1-5;  Salmo 144: 18,21;
San Lucas 3: 1-6

Muy queridos hermanos:

¿Cuál es mi deber sacerdotal en este preciso momento?  Sin duda alguna, al mismo tiempo que me dispongo cada día a descubrir y cumplir la Voluntad de Dios en compañía y a imitación de Nuestra Señora del Fiat y en unión con San José y San Pablo, también es mi deber dirigirme a ustedes para recibir y vivir los Misterios y designios personales, familiares, sociales, eclesiales de Dios para con todos y cada uno de ustedes, especialmente en estos días previos a la Navidad que se aproxima.

Por ello, lanzó la pregunta:  ¿Cómo debe ser este año la Navidad a nivel de toda la Iglesia, a nivel de cada cristiano?  Y la respuesta que debo dar sacerdotal y pastoralmente es que:

LA NAVIDAD HA DE SER
LITÚRGICO – EUCARÍSTICA, PORQUE
JESÚS SIGUE ENTREGÁNDOSE
A LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA
DE DIOS PADRE…
…Y A CADA UNO DE NOSOTROS,
SI VIVIMOS COMO HOSTIAS VIVAS,
SANTAS Y AGRADABLES A DIOS,
LUCHANDO CONTRA EL ESPÍRITU DEL MUNDO,
DEL DEMONIO Y DE LA CARNE.
(Cf. Romanos 12: 1 y 2)

Es Jesús quien actúa, directamente en la Liturgia, ofreciéndose al Padre en lugar nuestro, y entregándose  a quienes le aceptamos con sus Misterios de Creación, de Salvación, de Santidad, en el Bautismo, en la Confirmación, en la Confesión, en la Santa Misa y la Sagrada Comunión, en el Sacerdocio (continuidad de la Cruz de Cristo), en el Matrimonio, en la Unción de los Enfermos, en la Predicación, en la Dirección Espiritual.

Porque quien no vive la Liturgia, especialmente la Santa Misa en toda la profundidad del Misterio de Dios, no vive ni celebra realmente la Navidad.  De ahí que mi exhortación en este día es que todos y cada uno se disponga a vivir en y desde el Misterio Eucarístico la Voluntad Santísima de Dios, no sólo en estos días sino para todo el año que se acerca, en total rechazo de los criterios de la soberbia, el egoísmo y placeres del mundo, para vivir en el espíritu de las bienaventuranzas, preparándose para vivir cada vez en mayor fidelidad al Señor, dispuestos a colaborar de la forma que sea necesario en la verdadera renovación litúrgica de la Iglesia, así como a ser testimonios de Jesús aún hasta la Cruz con tal de lograr la mayor Gloria de Dios y salvación de las almas.

En Navidad es Jesús quien cumple años, 
démosle el regalo de nuestra vida en santidad.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

El día está cerca

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO
30 de Noviembre de 2014
Romanos 13: 11-14,  Salmo 24: 3,4,
San Lucas 21: 25-33

Acompañemos a Jesús en su Nacimiento hacia la Cruz
        Queridos hermanos.  Qué claro nos habla el Apóstol en la primera lectura:  Está cerca el día.  El día es hoy, el día para cambiar nuestro corazón, el día para dejar que Cristo cambie nuestro corazón, para que el día de Navidad podamos verdaderamente mostrar a los ojos del mundo cómo vivimos en Cristo.

         Se acerca la Navidad, Celebración cultual del pueblo de Dios, del Cuerpo Místico de Cristo que renueva en sí mismo y a su alrededor el Nacimiento de Cristo, es entregarse a Jesús y regalarle nuestro  corazón y el corazón del prójimo. 

           Nuestra Misión es vivir y promover intensamente la Liturgia y el Sacrificio de Cristo y hacernos uno en el Sacrificio de Cristo, hacernos uno en Cristo Jesús durante su Sacrificio, aceptando todo el fruto que venga de esto, o sea viviendo nuestra propia victimación en la victimación de Cristo por nuestra propia conversión, por nuestra propia santificación, y por la conversión, salvación y santificación de la Iglesia del Señor.

      La Navidad no solo se refiere al Nacimiento de Cristo, sino que la Navidad permite que la Iglesia desde el Nacimiento de Cristo se oriente a la Pasión y Muerte de Cristo en la Cruz, para poder llegar así a la Resurrección final.

       Vivamos nuestro carisma litúrgico eucarístico como debe ser y no tengamos miedo de vivirlo en privado y en público. 

      Adviento y Navidad:  Tiempo de purificación, de transformación , de santificación, de fortalecimiento de la Iglesia como Sacramento de Salvación para toda la humanidad, por eso la importancia de vivir el Sacrificio de Cristo.

     Adviento y Navidad:  Tiempo de cristificación de cada cristiano y de toda la Iglesia, para que el Reino de Cristo vuelva a restaurarse en el corazón de la Iglesia Universal.

   Así pues, que este Adviento y la cercana Solemnidad de la Navidad sean muy especialmente un Adviento y una Navidad vividos en y desde la vivencia plena y profunda de la Liturgia y todo el Misterio Eucarístico de Cristo Nuestro Señor, en el seno de la Iglesia plenamente renovada desde el Confesionario, el Altar y el Sagrario, para la Gloria de Dios y la conversión y santificación de la humanidad.  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

Testigo de Fe.

DOMINGO XXIII  DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

16 de Noviembre de 2014
Filipenses 3:17-21; 4: 1-3;  Salmo 43: 8-9;
Salmo 129: 1-2;  San Mateo 9: 18-26


Muy queridos hermanos:  ¿Qué nos presenta hoy la Palabra del Señor?.  Nos presenta en realidad una síntesis muy breve y muy clara de lo que debe ser en realidad la vida cristiana.  Dos puntos básicos, importantes, podríamos decir que no los únicos, pero sí básicos, muy importantes.  El primero de todos que no puede faltar, pero que lastimosamente falta en la vida de muchos:  "La fe en Cristo nuestro Señor", nos lo dice el Apóstol San Pablo en la primera lectura de  la Carta a los Filipenses, la Fe en Cristo, la experiencia viva de Cristo nuestro Señor, esa experiencia falta hoy día en la vida de muchísimos católicos, y prueba de ello es la debilidad que se nota, que se ve en la vida de la inmensa mayoría de los católicos, que por cualquier cosita cae en el pecado y no dan testimonio de Jesús, la inmensa mayoría de los católicos no saben vivir en Jesús, no saben vivir continuamente, ininterrumpidamente  en Jesús, esa es la experiencia de Cristo a la cual se refería ya hace algunos años el Papa Benedicto XVI Papa Emérito, cuando había convocado para el año de la Fe, ese precioso documento con el que convocaba a ese año: “Porta Fidei”, desde el principio decía él, "La Fe es vivir la experiencia de Cristo".  Y esa experiencia de Cristo es una experiencia viva que solamente se vive verdaderamente cuando se tiene una continua unión a Cristo, cuando toda la vida está totalmente centrada en Cristo nuestro Señor, y entonces se cumple aquello otro que dice también el Magisterio de la Iglesia:  Cristo especialmente en la Eucaristía es Fuente, Centro y Cumbre de toda la vida y misión de la Iglesia, y si es Fuente, Centro y Cumbre de la vida y misión de la Iglesia, debe serlo también de cada miembro de la Iglesia, sin diferencia de ninguna clase; Cristo tiene que ser la Fuente, el Centro, la Cumbre de toda la vida de cada cristiano, y también de la misión de cada cristiano…

Pero lastimosamente eso no se ve hoy día:  se oye hablar mucho de una caridad simplemente filantrópica, y ese es el segundo aspecto al que hace mención precisamente hoy la Palabra de Dios, especialmente cuando nos presenta a Jesús en el Evangelio, primero sanando a aquella hemorroisa, que con fe, tiene la experiencia de Cristo y toca su manto, toca el manto de Jesús, y con solamente eso queda sana, queda curada, y queda curada no solamente en su cuerpo sino que queda fortalecida en su fe, y lo mismo debería pasarnos a todos, ya no solamente tocamos el manto de Jesús, sino que tocamos y comemos su Cuerpo y su Sangre, que debiéramos estar sanos, debiéramos tener una experiencia continúa de la fe, una experiencia continúa de Cristo, si vivimos los Sacramentos, si vivimos el Bautismo, si vivimos la Confesión,  si vivimos la Eucaristía, si vivimos la Confirmación; y eso por mencionar los Sacramentos que todos tenemos que recibir, no hay cristiano, no hay persona humana que pueda salvarse si por lo menos no recibe esos cuatro Sacramentos que acabo de mencionar, los otros tres Sacramentos son circunstanciales, que se dan solamente en ciertas circunstancias, pero el Sacramento del Bautismo una vez recibido debe vivirse continuamente, igual el Sacramento de la Confirmación, debe vivirse continuamente, eternamente, y el Sacramento de la Confesión debe vivirse periódicamente, y el Sacramento de la Eucaristía, debiéramos poder vivirlo todos los días.   Pero hay un problema hoy día, en muchos grupos de la Iglesia se centran casi exclusivamente en leer la Biblia y creen que pueden contentarse con leer la Biblia, con asistir a cursos de Biblia o a grupos de oración en los cuales leen la Biblia y meditan la Biblia, están muertos, y peor todavía si ni se contentan con la Biblia, sino con otro tipo de libros, buenos en sí mismos, pero insuficientes para llevar a una verdadera experiencia de Cristo nuestro Señor, a Cristo solo se le puede experimentar donde Él quiere actuar a través de la Iglesia:  Los Sacramentos, la Liturgia, y lastimosamente hoy se insiste muy poco en este asunto, esa experiencia viva continua de Cristo nuestro Señor que debe tenerse a través de los Sacramentos diariamente, periódicamente.

Ahora bien, ¿cuál es el segundo punto?  Nos lo da el Señor en el Evangelio, con la curación primero de esta mujer y en segundo lugar con la resurrección de aquella niña.  Hermanos quien verdaderamente vive en Cristo no lo puede guardar para sí solo, no lo puede guardar para un grupito pequeño que le rodea, tiene que proyectarlo hacia todo el mundo, el verdadero cristiano no puede encerrarse en sí mismo, el verdadero cristiano tiene que imitar a Cristo y qué es lo que hacía Jesús, además de enseñar la Verdad, además de comunicarnos su propia vida, además de instituir los Sacramentos de la Iglesia, además de instituir la Iglesia por tanto, ¿qué más hizo Jesús?  Hizo el Bien.   Nos lo dice en otro lugar del Evangelio:  Pasó haciendo el Bien.   No solamente el bien espiritual, sino también el bien físico, el bien corporal.  ¿Por qué tenemos que estar encontrándonos continuamente con católicos que pretenden encerrarse en sí mismos?, porque no se tiene la experiencia, quien tiene la verdadera experiencia de Cristo, especialmente a través de los Sacramentos, se proyecta hacia el mundo, para cristianizar al mundo. 

Hoy día queridos hermanos es absolutamente necesario proyectar a Cristo ante el mundo, no sólo con la palabra sino también con los actos.  Nos lo dicen los Apóstoles en sus cartas también, y en todo el Magisterio de la Iglesia continuamente nos lo viene diciendo, nos lo dicen los Pontífices, podemos referirnos a los últimos, Juan Pablo II, Benedicto XVI, el Papa Francisco, continuamente nos están diciendo tenemos que proyectar a Cristo ante el mundo, que sabia aquella palabra del Papa Francisco cuando iniciaba su Pontificado:  “si no predicamos a Cristo la Iglesia se convierte en una simple organización no gubernamental, una simple ONG”, y lastimosamente hoy vemos a muchos grupos de la Iglesia que son eso, una simple ONG, o peor todavía, grupos espiritualistas, ya no son grupos de espiritualidad auténtica, sino que se van convirtiendo en grupos espiritualistas, que se encierran en sí mismos, que se contentan con leer la Biblia, que se contentan con leer autores espirituales, pero no sacan el provecho de esa lectura porque no la viven primero en el Altar, no la viven en el confesionario, no llevan a la vida  el Sacramento de la Confirmación, no llevan a la vida la plenitud del Espíritu Santo, que se nos da para convertirnos en verdaderos testigos de Cristo ante el mundo por el Poder del Espíritu Santo…

Y ¿para qué se nos entrega Cristo en la Sagrada Eucaristía?,  para hacernos uno en El y quien es uno en Cristo, se transforma en Cristo y vive lo mismo que Cristo vive, y  ¿qué es lo que vive Cristo?:  Cristo vive la total unión en la Trinidad, la total unión con el Padre y el Espíritu Santo, pero además vive la constante proyección de esa Verdad y de ese Amor Trinitario a toda la humanidad,  a todo el mundo,  a toda la creación.  Entonces ¿cómo vamos nosotros a encerrarnos en nosotros mismos?, tenemos que vivir en Cristo y proyectar a Cristo ante el mundo, pero proyectarlo con un auténtico testimonio, testimonio de fe, testimonio de caridad, testimonio de esperanza, y ¡qué importante es dar el testimonio de la fe!, ¡qué importante es dar testimonio de la caridad!, ¡qué importante es dar testimonio de la esperanza!.  ¿Cuántos católicos dan testimonio de fe hoy día?, por ejemplo, cuando se corre el riesgo de perder algo, de perder una prebenda, de perder un trabajo, de perder un dinero con tal de ser fiel a Cristo, ¿cuántos lo pierden?; muchos prefieren ocultar su fe en Cristo, con tal de no perder las prebendas del mundo, ¿cuántos dan testimonio de caridad auténtica?, esa caridad que consiste en la plena unión en Dios por Cristo y la proyección al prójimo, ¿cuántos damos testimonio de eso?, o bien nos encontramos con católicos que se contentan solo con la filantropía horizontalista.

Hermanos, muy claramente lo dice el Apóstol San Pablo en una de sus cartas, si doy todos mis bienes  en limosna y  entrego mi cuerpo a las llamas pero no tengo caridad, de nada me sirve, si doy todos mis bienes en limosna, incluso si me entrego en lugar de unos prisioneros, pero no vivo en Cristo, no me sirve para nada, ni a mí ni al prójimo; por mucha caridad que haga si no vivo en gracia no me sirve de nada, muchos dicen yo hago buenas obras, yo no necesito ir a la Iglesia, yo no necesito ir a la Misa, yo no mato a nadie, yo no me emborracho, yo no adultero, yo soy bueno, no necesito ir a Misa, qué equivocado está, hermanos, ciertamente hay que ayudar al prójimo, pero en Cristo y desde Cristo y para Cristo, por ejemplo, si doy limosna con tal de quitarme de encima a un pobre que me la está pidiendo, esa limosna no sirve para nada, pero si antes de darle le oriento, le ayudo a salir de la pobreza, enseñándole que  debe trabajar por sí mismo, que debe utilizar los dones que Dios le ha dado, hay tanta gente pidiendo limosna por la calle y sin embargo tiene aptitudes para muchas cosas, pero por pura vagabundería, prefiere andar pidiendo limosna, no es caridad cristiana darle limosna a esa gente, pero sí es caridad cristiana invertir en ellos un poco de tiempo para orientarles, para enseñarles que tienen algún don que tienen alguna cualidad, que tienen alguna aptitud y que con eso pueden llegar a tener la dignidad propia de un ser humano redimido en Cristo, que tienen que salir de las posibles situaciones de pecado en que se encuentran,  que posiblemente  algunos de ellos viven en adulterio  o en concubinato, o son lo que llaman en este mundo hipócrita, madres solteras, eso de que el gobierno les dé un bono a las madres solteras es pura hipocresía egoísta del gobierno. 

Queridos hermanos no podemos contentarnos con una filantropía pagana, tenemos que vivir la verdadera caridad, aquella que viene del Corazón de Cristo, de una unión plena en Cristo Jesús, y luego entonces dar testimonio de las obras realizadas en Cristo. 

Hermanos, vivamos entonces la fe, vivamos en Cristo, y cuando veamos un hermano que está necesitado démosle el consejo, démosle la orientación y si tenemos a nuestro alcance los medios para  darle esa oportunidad, démosela, pero que no sea convertirlo en un parásito nuestro porque no somos los redentores de nadie, no somos los salvadores de nadie, el único Salvador es Cristo, y si vemos a un hermano nuestro que está enfermo que ha perdido la salud  por alguna cosa y tenemos a nuestro alcance los medios para ayudarle a recuperar la salud, démoselos, pero enseñémosle a que él también los pueda adquirir y enseñémosle que él también los pueda compartir después con otros para que así formemos una verdadera comunidad cristiana, capaz de ir extendiendo la vida en Cristo, la plenitud de vida en Cristo Jesús por todo el mundo.  Eso es lo que el Señor quiere, no otra cosa.

Que esto queridos hermanos no quede solamente en sus mentes, en su recuerdo, vívanlo y proyéctenlo hacia los demás, porque así entonces verdaderamente seremos los miembros verdaderos de la única Iglesia verdadera que implanta el Reino de Cristo en el tiempo para la eternidad,  así sea.


                                                                 Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

Responde sinceramente al Señor Jesús

Domingo XVII después de Pentecostés

Ef. 4:1-6     Mt.  22:34-46


En base a estas preciosas lecturas de la Palabra del Señor:  

1,   ¿Amo a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi entendimiento?

2.  Por tanto, ¿Promuevo el respeto, la adoración, el desagravio, el amor al Señor, a Dios Uno y Trino con mi palabra y mi vida?


3.  ¿Promuevo la Santa Liturgia de la Santa Misa?   ¿El respeto, silencio, forma de vestir, dentro del Templo, Casa de Dios?

4.  ¿He motivado a otras personas a vivir la Liturgia diaria?  


5.  ¿Me amo a mí mismo según la Santísima Voluntad de Dios, cuidando, fortaleciendo, mejorando mi vida integral?

6.  ¿Comparto esa misma vida integral con el prójimo?


7.  ¿Me intereso verdadera, prácticamente por compartir esa misma vida integral con mi familia, con mi comunidad, con mi País, con el mundo, con la Santa Iglesia Católica?

Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo R. o.c.e.

La Plenitud integral en Cristo Eucaristía

Domingo XVI después de Pentecostés  
28 Septiembre de 2014


Efesios 3: 13-21;  Salmo 101: 16-17
Salmo 97: 1;  San Lucas 14: 1-11




Pbro. Edgar Arturo de Jesús, o.c.e.



Muy queridos hermanos, quiero comenzar hoy con algo que a primera vista no tiene nada que ver con la Palabra de Dios del día de hoy.   Ustedes saben que aquí en Costa Rica tenemos como próceres de la Patria a Juan Rafael Mora, a Juan Santamaría, y a nivel de Latinoamérica también se menciona a otros, como José Antonio Sucre, como Simón Bolívar y otros, y otros que también a nivel de Centroamérica son muy conocidos aunque lastimosamente se entregaron a ideologías totalmente equivocadas, como Francisco Morazán.  Todas estas personalidades están por así decirlo vivos en el recuerdo de nuestros pueblos, y los gobernantes actuales, por supuesto vivos todavía, o los ex gobernantes, muchas de ellos están todavía vivos, pero tarde o temprano también les llegará el momento de presentarse ante el juicio de Dios, y hallan hecho bueno o hallan gobernado mal, estarán también vivos en el recuerdo de nuestros pueblos.

Hermanos, por qué menciono todo esto?    Cuál es el papel que Cristo desempeña en nuestras vidas?, cuál es el papel que Cristo Jesús desempeña en la vida de nuestros pueblos?  Será un papel igual al de todos estos próceres que acabo de mencionar?  Por qué?   Ellos murieron y están vivos sólo en el recuerdo y en todo caso también en el papel de los libros de historia, Jesús no está sólo en nuestro recuerdo, Jesús no sólo está en el papel de los libros, ni siquiera sólo en el papel de los libros de la Biblia, ¡Jesús resucitó de entre los muertos y está vivo!   Por tanto, mientras tengamos recuerdo de los próceres patrios, no podemos tener recuerdo de Cristo, porque Cristo está entre nosotros realmente vivo, y por supuesto de una manera  real, física y espiritual, no sólo espiritual, sino realmente física en la Sagrada Eucaristía.

Queridos hermanos, si Cristo entregándose voluntariamente a la Muerte, venció la Muerte, Resucitando y con su Poder infinito perpetua todo este Misterio de Salvación que implica su Divinidad Eterna con el Padre y el Espíritu Santo, y que implica su Nacimiento como Hombre del Seno de María Santísima y que implica toda su vida, todas sus enseñanzas, todos sus milagros como el que hoy vimos en el Evangelio:  La sanación del hidrópico, que implica su Pasión, su Sufrimiento, que implica todas sus enseñanzas, que implica su camino de la Cruz, y que implica su Muerte clavado en la Cruz, y que culmina en su Resurrección, y su Ascensión a la Diestra del Padre, incluyendo también por supuesto la Institución de la Eucaristía por la cual El continúa en medio de la Iglesia y  por el Ministerio de la Iglesia todo este Misterio.    Queridos hermanos, ¿por qué motivo muchas veces vemos que los católicos tratan a Jesús de la misma manera que tratan a los próceres de la Patria, como si fuera solamente un recuerdo mental o en todo caso un recuerdo afectivo?  Cristo no puede estar en nuestras vidas como un simple recuerdo, Cristo no puede estar en nuestras vidas como un simple concepto filosófico, como pretenden presentarlo algunas sectas totalmente equivocadas, por ejemplo el gnosticismo, que presenta a Jesús como una idea que anda flotando en los aires, Cristo no es una idea que esté en nuestras mentes, Cristo no es un afecto de simple solidaridad con el prójimo, Cristo no es un simple afecto de solidaridad para con el prójimo, Cristo no es tampoco una ideología política, ¡Cristo es la Persona del Hijo de Dios que se hizo Hombre sin dejar de ser Dios para salvarnos, sí hermanos, para salvarnos!  

¿Qué significa la palabra salvación?, ¿qué significa el concepto de salvación?  Sintetizado: Plenitud.  La salvación no es solamente liberar de cadenas políticas, sociales, económicas, la salvación realizada por Cristo va muchísimo más allá de esa mal presentada y mal llamada teología de la liberación, esa mal llamada teología de la liberación es una tontería anti teológica, anticristiana.  Queridos hermanos ¿qué es la salvación entonces?, esa salvación que realizó Cristo, no es tampoco eso que nos dicen que hay que abrirles las puertas a los prisioneros, a los que están en las cárceles, no es ir a abrirles las puertas a los que están en las cárceles, ni es tampoco contentarse con visitar las cárceles una vez a la semana, o una vez al mes, o una vez al año, no es tampoco ir a visitar los asilos de ancianos o de huérfanos,  para la fiesta de navidad para darles regalitos que se terminan rápido.  Queridos hermanos la salvación realizada en Cristo, la Salvación que Cristo continúa concediéndonos a todos es aquello a lo cual me referí el domingo anterior: Plenitud de Vida integral.  Los que me conocen desde hace años, saben que esta expresión la vengo empleando desde hace años.  Cristo nuestro Señor, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, Salvador del mundo no quiere ver al ser humano esclavo de la miseria, Cristo nuestro Señor no quiere ver al ser humano esclavo de la enfermedad, ni siquiera no quiere ver a nadie esclavo de la muerte;  y se esclavizan de la muerte no solo temporal sino también eterna aquellos que por indiferencia y por ignorancia y por cobardía se mantienen en pecado grave, esos están en la muerte eterna aunque anden caminando por las calles, a esos son los que yo me refería el domingo:  "Cadáveres ambulantes".  Hermanos Cristo nos quiere con plenitud de vida, y porque Cristo realizó y continúa realizando por la Eucaristía especialmente y también por el Sacramento de la Confesión esa Salvación, el mundo pagano, corrupto, hipócrita y violento continúa persiguiendo a Cristo.  Lo persigue de qué manera:  1.-  Directamente a Cristo, lo persiguen haciendo el Sagrario a un lado, cuando relegan el Sagrario a pequeñas capillas, con la pretensión de darle oportunidad a los fieles a tener más intimidad con Cristo, están relegando a Cristo a que sea visitado solamente por grupitos privilegiados y Cristo no se queda en la Eucaristía para grupitos, Cristo se queda en la Eucaristía para toda la Iglesia, además, Cristo no es un sirviente en este momento, no tiene por qué estar a un lado, Cristo es el Señor, y merece el centro de nuestros Templos, pero el mundo hipócrita y cobarde, el mundo materialista, quiere hacerlo a un lado, relegando los Sagrarios, a Capillas Laterales, o a un lado del Altar como si fuera un Santo cualquiera, como si fuera una devoción más, Cristo no es una devoción  más, o se vive en Cristo o se está muerto, pretenden tirar a Jesús por los suelos para que sea pisoteado cuando se distribuye la Sagrada Comunión en la mano, pretenden presentar a Jesús como si fuera una comida social dándola en la mano, o porque el "ser humano es digno de comer por su propia mano, solamente a los niñitos pequeños se les pone la comida en la boca", ese es el pretexto que ponen;  queridos hermanos, el ser humano que no se humilla ante Jesús doblando rodillas y recibiéndolo en la boca, es un soberbio y los soberbios van al infierno.  Queridos hermanos relegan a Jesús al olvido, al desprecio, poniendo al Sacerdote durante la Santa Misa de espaldas a Jesús para celebrar la Santa Misa, cuando el Sacerdote con el pueblo debiera estar frente a Jesús, durante la Santa Misa.

Otro aspecto de la persecución contra Cristo, en otro lugar del Evangelio Jesús dice:  "Quien a vosotros persigue, a mí me persigue", y hoy día muchos cristianos por ser fieles a Jesús están siendo perseguidos, no solamente en Irak, y tenemos que orar por nuestros hermanos de Irak, que están siendo fortísimamente perseguidos por ser cristianos, y nuestros hermanos en la fe en Sudán, y en Afganistán, en Ucrania, en la India, en China, aquí en Costa Rica los verdaderos cristianos, los verdaderos católicos estamos siendo perseguidos, y muy astutamente se nos está relegando a lo que se llama la "muerte social". no se nos permite actuar públicamente, eso es persecución contra Jesús.

Queridos hermanos, por qué, porque el mundo perverso, el mundo materialista ha engañado a la sociedad en general haciéndole creer que con actos de filantropía, es suficiente.  Hermanos esa idea se ha metido en el seno de la Iglesia Católica, hay que ser bien social, hay que actuar filantrópicamente, hay que ayudar a los niños de la calle, hay que ayudar a los hombres y mujeres de la calle, ayudarles  ¿para qué?, para que lleguen a un lugar determinado cada día para darles de comer y después ¿qué?, siguen igual o peor que antes, se convierten en parásitos de la sociedad, se convierten en parásitos del Estado, en parásitos de la Iglesia, y Cristo no fundó la Iglesia para tener parásitos, Cristo fundó la Iglesia para que tenga vida en abundancia, Cristo fundó la Iglesia para que la Iglesia promueva en todo el mundo:  "vida en abundancia",  pero qué tipo de abundancia, a qué abundancia me refiero, ¿me refiero a abundancia de dinero?, No. ¿me refiero a abundancia de lujos?  No.  ¿Me refiero a abundancia de placeres?, No.  Me refiero a abundancia de integridad.

Queridos hermanos, el ser humano ¿es por un lado materia?,  ¿por otro lado inteligencia?, ¿por otro lado espíritu?  ¿y que la materia vea cómo hace y que la inteligencia vea cómo hace, y que el espíritu vea cómo hace? No.  El ser humano no son compartimentos estancos, separados cada uno del otro, el ser humano es ante Dios una Persona Integral, en la cual la materia tiene que colaborar con la inteligencia y con el espíritu, y la inteligencia tiene que colaborar con la materia y con el espíritu y el espíritu tiene que colaborar con la materia y la inteligencia.  

Esta es la misión de la Iglesia, comunicar a Cristo a todos los seres humanos, pero, con una característica muy importante:  Sin obligar a nadie, Cristo respetó la libertad de cada quien, prueba de ello es que al final de su vida la mayor parte de los que le habían escuchado, la mayor parte de los que habían recibido milagros de parte de Cristo, lo rechazaron, no se atrevieron a oponerse a las autoridades judías y a las autoridades romanas para defender a Jesús, nadie defendió a Jesús.  El mismo se lo dijo a Pedro: Cuando Pedro sacando la espada hirió a un siervo del sumo sacerdote: "Pedro guarda tu espada, ¿no sabes que si yo hubiera querido le pido una legión de Ángeles a mi Padre"  ( cf. San Mateo 26: 52-53), pero tenía que suceder esto.

Hermanos, Jesús sigue siendo perseguido, hagamos que Cristo no sea perseguido por nosotros, y hagamos que muchas otras personas se encuentren  realmente con Cristo y se abran libremente a la acción salvadora de Cristo, se abran a esa acción plenificante, integral de Cristo nuestro Señor, que quiere sanar cuerpos, inteligencias y espíritu, Cristo no quiere sanar sólo cuerpos, Cristo quiere sanar cuerpo, alma y espíritu. Seamos nosotros  los instrumentos de Cristo para llevar, para continuar llevando su acción salvífica, su acción plenificante a todos aquellos que Cristo ponga en nuestro camino sean familiares, sean amistades, sean súbditos, sean jefes, sean compañeros, que todo aquel que se ponga en nuestro camino encuentre a través nuestro a Cristo Salvador, a Cristo que plenifica, lo demás vendrá por añadidura.

"Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos más de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actúa en nosotros, a El la Gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús".  

                                                                                    Ef. 3:20-21

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.
   


Jesús Eucaristía, Plenitud de la Misericordia

DOMINGO XV DESPUES DE PENTECOSTES
21 de Septiembre de 2014
Gálatas 5: 25-26, 6: 1-10;  Salmo 91: 2-3;
 Salmo 94: 3; San Lucas 7: 11-16



Muy Queridos Hermanos en Cristo Jesús:

A partir de estas preciosas lectura, tanto de Gálatas como de San Lucas, debemos recordar otras palabras de Jesús, en otros lugares del Evangelio.  Por ejemplo:  “Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia”  (San Juan 10:10), y en otro lugar dice también el Señor:  “Yo soy la resurrección y la vida”  (San Juan 11: 25). 
Queridos hermanos, ¿qué es lo que nos presentan estas dos lecturas?  Podemos sintetizarlo en una sola palabra, una palabra que últimamente se menciona muchísimo en los ambientes de la Iglesia, desde Su Santidad el Papa Francisco hasta los últimos rincones de la Iglesia se viene mencionando con insistencia prácticamente diaria esa palabra, y que en realidad es el nombre de una virtud, una virtud muy importante, pero poco entendida:  la Misericordia.   Y digo poco entendida la virtud de la misericordia porque la inmensa mayoría de las personas la confunden fácilmente con tolerancia, incluso en algunas ocasiones con alcahuetería.  Pero la misericordia verdadera no es  tolerancia ni alcahuetería.  Y nos lo dice bien claro el Apóstol Pablo en la carta a los Gálatas:  nos dice Pablo entre otras cosas hoy  “Llevad los unos las cargas de los otros” pero también dice “cada quien debe llevar su propia carga”. 
Querido hermanos, analicemos hoy un poquito esa virtud.  Ciertamente grandiosa, importante, necesaria, urgente, pero repito, poco entendida.  Analicémosla.  Y para analizarla, veamos la misericordia a tres niveles, el primero de ellos absolutamente necesario para todos ser humano:  la Misericordia de Dios.  Todos necesitamos ser sujetos de la Misericordia de Dios.  No hay un solo ser humano sobre la tierra, ni en tiempos pasados, ni en tiempos presentes, ni en tiempos futuros que pueda decir:  “yo no necesito de la Misericordia de Dios”.  ¡Todos necesitamos la Misericordia de Dios!  Porque de una u otra forma todos hemos ofendido a Dios, todos hemos pecado, gravemente o levemente,  Dios quiera que no pequemos gravemente, pero somos humanos,  y si no tenemos suficiente fuerza de vida espiritual fácilmente caemos en el pecado venial, y el pecado venial también ofende a Dios.  Necesitamos su Misericordia.
Ahora bien, tenemos que decir que ciertamente la Misericordia de Dios es infinita, pero siempre hay que recordar que como Virtud Divina, o Virtud de Dios, va unida a todas las demás Virtudes, a todos los demás Atributos de Dios, entre esos la Justicia.  Así como Dios es infinitamente Misericordioso, Dios también es infinitamente Justo, y si alguien peca, sea gravemente, sea venialmente, y no se arrepiente de su pecado, la Misericordia de Dios no le llega, le llega la Justicia, porque dice también San Pablo muy claramente hoy mismo: “De Dios nadie se burla”.  
Entonces, queridos hermanos, debemos recordar lo que también hemos dicho en otras oportunidades:  la Misericordia de Dios, al igual que va unida con la Justicia, va unida también con la Verdad.  Y Dios, a quien se arrepiente  con sinceridad y con propósito de no volver a pecar, Dios le aplica su Misericordia, y recordemos otra cosa que también hemos dicho repetidamente, la Misericordia de Dios no es solamente perdón, la Misericordia de Dios es también Fortaleza para vivir según su Santísima Voluntad, es Fortaleza para vivir en santidad.  Pero podríamos continuar hablando de esa Misericordia Divina, pero veamos ahora cómo nos aplica Dios su Misericordia.  Hay sólo una manera, o un medio, por el cual Dios nos aplica su Misericordia, y ese medio es Jesucristo mismo.  Jesucristo, el que resucitó al hijo de la viuda de Naim, Jesucristo, el que dijo que había venido para dar vida en abundancia, ¡ese es el medio a través del cual Dios nos aplica su Misericordia, medio precioso, medio Santísimo, porque es Dios mismo, Jesús es Dios también.  Pero ÉL, concretamente ÉL es quien nos aplica su Misericorida.  Jesús mismo es quien nos aplica su Misericordia.  
Ahora bien, ¿a quiénes aplica su Misericordia?  Se la aplica a los que por el pecado están muertos.  En muchas otras ocasiones también hemos dicho que quien vive en pecado grave es un cadáver, un cadáver ambulante, y si ese cadáver ambulante se arrepiente de sus pecados, Jesús le aplica su Misericordia, o sea, ¡le resucita!... Ahora bien, ¿A través de qué le resucita Jesús?  ¿A través de qué le aplica Jesús su Misericordia a quien quiere revivir, a quien quiere ser resucitado por Cristo?  A través de los Sacramentos,  Cristo mismo le ha dado a la Iglesia, y especialmente tenemos que mencionar aquí tres Sacramentos:  Bautismo, alguien que no está bautizado es un cadáver, quien estando bautizado vuelve a pecar es un cadáver… ¿Cómo vuelve a resucitar Cristo Nuestro Señor a esa persona?:  por la Confesión Sacramental, pero Jesús no se contenta con decirle:  “¡Levántate!”…  Al decirle “¡levántate!”, Jesús le está diciendo “¡Vive en plenitud!”   Cuando de la boca de Cristo mismo sale ese “¡Levántate!”, cuando de la boca de Jesús a través del Sacerdote sale ese “Yo te absuelvo de tus pecados”, “Ego te absolvo”,  Jesús le está retornando la vida en plenitud, que le había dado en el Bautismo. Pero esa vida en plenitud tiene que ser alimentada, así como una persona que se levanta de su lecho de enfermo tiene que alimentarse bien para poder fortalecerse y no volver aq caer enfermo, así el pecador que se arrepiente y que recibe la absolución necesita también alimentarse… ¿Cómo?  De Cristo mismo, en la Eucaristía, para entonces tener esa vida en plenitud. 
Queridos hermanos, esta es la primera visión que siempre debemos tener de la Misericordia Divina, Cristo nos otorga su Misericordia, por el Bautismo, por la Confesión, por la Eucaristía, para darnos esa vida en plenitud, y tenemos entonces que vivir intensamente estos Sacramentos, tenemos que vivir intensísimamente el Bautismo, la Confesión, la Eucaristía, la Santa Misa, la Comunión, tenemos que vivirla cada día con mayor intensidad.  Y podríamos abundar en esta primera visión de la Misericordia.  Paso rápidamente a otras dos visiones de la Misericordia.  La Misericordia de Dios que se nos aplica es la primera. 
Ahora, queridos hermanos, la segunda:  nuestra vivencia de esa misma misericordia para con el prójimo.  El católico que no es misericordioso, según Dios, no según el mundo, para con el prójimo, es un hipócrita si dice que está viviendo la eucaristía… Queridos hermanos, el que vive la Eucaristía de verdad, el que vive la Eucaristía en profundidad, el que vive la Eucaristía con humildad, el que vive la Eucaristía con sinceridad, el que vive la Eucaristía con gratitud hacia Dios, el que vive la Eucaristía en un verdadero espíritu eclesial, aquello que ha recibido, la Misericordia de Dios, la comparte con el prójimo, y si ve a un prójimo que está necesitado, sea de lo que sea, le comparte lo que ha recibido de Dios.  Y recordemos que esa Misericordia nos da la vida en plenitud de Cristo, y por tanto queridos hermanos, lo que nosotros tenemos que compartir con el prójimo es “Vida en Plenitud Integral”, ¡Integral!, pero muy pocas personas han logrado entenderme esa expresión cuando cada vez que yo la he dicho, y no es la primera vez que la digo, y tampoco será la última que la diré. 
Cristo nos da vida en plenitud integral, y por tanto si nosotros compartimos la misericordia, si somos misericordiosos con el prójimo, tenemos que compartir, tenemos que colaborar con el prójimo, para que el prójimo también tenga “Vida en Plenitud Integral”.  ¡Hipócritas aquellos que sólo comparten con el  prójimo lo material!  ¡Hipócritas aquellos que pretenden compartir con el prójimo sólo lo espiritual! ¡Hipócritas aquellos que pretenden compartir con el prójimo sólo lo temporal!... O sólo lo transcendente!  Cristo nos da plenitud integral en todo sentido:  en lo espiritual, en lo moral, en lo físico, en lo psicológico, en lo personal, en lo familiar, en lo social, en lo laboral, en lo profesional, en lo económico,  ¡en todo!  Y esto tenemos que profundizarlo, queridos hermanos, para saber entender qué le está pidiendo Dios hoy a cada cristiano, qué está pidiendo Dios a cada católico, qué le está pidiendo Dios a cada católico que dice que hace oración… el católico que viene a decirme que está haciendo oración, pero se encierra egoístamente en sí mismo, en una salvación egoísta, o en la salvación egoísta solamente de su familia, es un hipócrita también.  El católico que hace oración de verdad, y que participa de verdad en los Sacramentos, tiene que salir de sí mismo, tiene que olvidarse de sí mismo y proyectar la Verdad de Dios hacia el prójimo… ¡esto es misericordia!... No solamente es sacarlo de la miseria, sino sacándole de la miseria llevarle a vivir en plenitud un auténtico cristianismo.  Sacarle de la miseria, ayudarle a dignificarse como ser humano, eso es una primera parte de la misericordia, pero para completar la misericordia a ese que se le da dignidad humana, hay que darle también la oportunidad de llegar a ser… ¡santo en Cristo Jesús!   ¡eso es misericordia!  ¡Lo demás son palabras que se lleva el viento!
Pero hay una tercera visión que no puedo dejar de mencionar:  Queridos hermanos, Cristo Nuestro Señor instituyó la Iglesia Católica como Madre amorosa que  cuida a sus hijos…  Y esta Iglesia, Madre amorosa de todos sus hijos, ¡hoy llora!… porque muchos de sus hijos están muertos:  ¡viven en el pecado grave!…  Nosotros, si realmente por los sacramentos, por la Eucaristía, vivimos en Cristo, tenemos que ser embajadores de Cristo ante esos hermanos nuestros en la fe que viven en pecado grave… Por eso nos decía San Pablo: “practicad la caridad con todos, pero sobre todo con los hermanos en la fe”.  Somos miembros de la Iglesia, y como miembros de la Iglesia, y como Iglesia por tanto, tenemos que acercarnos a quien viva en pecado grave, no para callarle el pecado, no para alcahuetearle esa situación de muerte, sino para ayudarle a salir del pecado, para animarle, para ayudarle a ponerse en el camino  en el cual va a encontrar a Cristo que en la Confesión y en la Eucaristía le va a dar plenitud integral.
Queridos hermanos, yo quiero invitarlos a que no dejemos en el olvido este mensaje que el Señor nos da hoy a través de su Palabra.  Analicemos este mensaje en todos sus puntos, en todos sus aspectos, y apliquémoslo a todo lo que el Señor está poniendo en nuestras manos en estos tiempos que nos toca vivir, para que el tiempo que viene, el tiempo que todavía tenemos que peregrinar en esta tierra, no sea conforme a los criterios del mundo, sino que sean conforme a los criterios de Dios, esos criterios de Misericordia Divina, esos criterios de santidad, esos criterios de vida en plenitud integral, para la Gloria de Dios y para la santidad de toda la Iglesia y bien de toda la humanidad. Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.  

La Cruz es nuestra vida

FIESTA DE LA EXALTACION DE LA SANTA CRUZ

Domingo 14 de Septiembre de 2014

Filipenses 2: 5-11;  Salmo 2: 8-9;
San Juan 12: 31-36






Muy queridos hermanos en el Señor:

Lastimosamente en el mundo católico de hoy día en general, se le da muy poca importancia a esta Fiesta que es ciertamente muy importante, especialmente constatamos esto aquí en Centro América, en Costa Rica, por las celebraciones cívicas de la Independencia Nacional, la Fiesta Religiosa de la Santa Cruz queda totalmente opacada, incluso estoy seguro de que hay muchísimos católicos que no saben que el 14 de Septiembre es la Fiesta de la Exaltación  de la Santa Cruz, sin embargo tiene una importancia enorme.  

Por eso lo que nos decía el Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses.  Y qué nos daba a entender Pablo en esa Lectura, precisamente todo lo contrario de lo que el mundo enseña, todo lo contrario de lo que el mundo promueve…  ¿Qué es lo que promueve el mundo?:  la soberbia, el orgullo, el poder, la fama, y el Hijo de Dios, Dueño de todo el mundo, ¿qué nos dice?:  tomando sobre sus hombros la Cruz, nos dice que tenemos que ser humildes y capaces de vivir también nosotros como El y con El la Cruz… ¡Qué miedo le tiene hoy día el mundo a la Cruz!, sin embargo podemos estar en un mil por ciento seguros de que sólo el camino de la Cruz es el camino de la salvación, entendiendo por salvación lo que siempre hemos dicho:  Plenitud.   Hoy día, muchísimas organizaciones del mundo nos ofrecen plenitud y nos llevan al engaño de que la plenitud está en el goce de los placeres del mundo; ¡Qué error más grande! ¡Qué mentira más grande! y nos ofrecen placeres que, en sí mismos, por sí solos, pueden ser lícitos, no necesariamente pecaminosos,  pero que pueden ser la puerta para pasar de lo lícito a lo ilícito y a lo pecaminoso;  por ejemplo, quien llega a obtener muchos bienes materiales, eso no es ilícito, si alguien a base de su trabajo honrado obtiene muchos bienes, eso no es pecado pero, si por tener muchos bienes materiales , se encierra en el egoísmo material y espiritual, eso sí es pecado. 

Por eso queridos hermanos, el camino a la plenitud no es necesariamente el bienestar temporal, el camino a la plenitud es aquel que Cristo nuestro Señor, sin necesitarlo El mismo siguió, el camino de la Cruz, el camino de la humildad, el camino de la entrega, la propia entrega… Cristo se entregó en la Cruz, Cristo en la Cruz se nos entrega, Cristo en la perpetuidad eucarística de su Cruz se nos sigue entregando.

Queridos hermanos, aquí hay otro posible engaño del mundo actual, infiltrado incluso en la vida de la Iglesia; en ciertos sectores de la Iglesia hoy día están promoviendo una religión fácil, una religión cómoda, aquella que en mundo llamarían la religión light.  Cualquier religión cómoda, fácil, light, es falsa, la única religión verdadera, es la religión que sigue al Crucificado, la única religión verdadera es ésta que nos enseña a imitar al Crucificado, así como Jesús se entregó en la Cruz, así también nosotros hemos de entregarnos en la Cruz. 

Por supuesto, ninguno de nosotros va a morir como Jesús clavado en la Cruz, primeramente porque no lo merecemos, el gran apóstol San Pedro no se creyó digno de morir exactamente como Cristo y pidió que lo crucificaran cabeza abajo, donde Cristo tuvo los pies.  Es muy posible que ninguno de nosotros merezca semejante premio, pero sí hemos de estar dispuestos a cargar la Cruz del dolor, si eso llegara; hemos de estar dispuestos a cargar la cruz, muy especialmente del olvido de nosotros mismos para entregarnos y como siempre lo hemos dicho entregarnos como Jesús mismo continúa su Cruz Eucarística en el Altar, en dos sentidos:  Cristo perpetua en el Altar de la Eucaristía su Cruz primeramente para la Gloria de Dios Padre, y en segundo lugar para colaborar en la salvación y la plenitud del prójimo. 

Pero queridos hermanos quien me diga a mí que ama al prójimo  porque lo ayuda en muchas cosas, quien me diga que ama al prójimo porque le da limosna, quien me diga que ama al prójimo porque le regala una silla de ruedas al paralitico, pero no es capaz de entregarse como Cristo y en Cristo para la Gloria de Dios Padre y para la santificación de ese mismo prójimo es un mentiroso, en todo caso estará practicando la filantropía, pero no la verdadera caridad que tiene su fuente innegable en la Cruz.

Queridos hermanos ese es el gran ejemplo que Cristo nos da, y esta Fiesta de hoy debe tener para nosotros varios frutos, el primero, aquel que también nos insinúa muy preciosamente la Liturgia de hoy, cuando nos motiva para decir:


“Te adoramos, oh, Cristo y te bendecimos, pues por Tu Santa Cruz redimiste al mundo. - Adoramus te Criste et benedicimus tibi,quia per sanctan crucem tuam redimisti mundum”. 

Debemos adorar a Cristo crucificado, mucho nos critican a los católicos, porque el Viernes Santo adoramos la Cruz, no es un pedazo de madera lo que estamos adorando, es a Cristo Crucificado a Quien se adora, pero no hay que adorarlo sólo el Viernes Santo, hay que adorarlo en la Cruz, día tras día, cuando se participa en su Santo Sacrificio de la Cruz Eucarística en el Altar de la Santa Misa;  y además queridos hermanos, el otro fruto de esta Fiesta debe ser precisamente nuestra propia crucifixión, aceptando con paz todo lo que llega a nuestra vida, aceptando con verdadera paz responsable lo que llega a nuestra vida, ofreciéndoselo a Dios en la Cruz Eucarística de Cristo.  Y el tercer fruto ha de ser olvidarnos  de nosotros mismos para ayudar al prójimo a vivir también la plenitud de Cristo Crucificado, no podemos contentarnos con dar limosna, no podemos contentarnos con dar bienes materiales al prójimo, no podemos contentarnos con darle al prójimo bienes culturales, sino que debemos darle al prójimo aquello que también en otras oportunidades hemos dicho, la vida en Cristo, no debemos buscar entregarnos al prójimo para que el prójimo nos alabe, no debemos ayudar al prójimo para que el prójimo se pegue a nosotros como un parásito, sino que debemos ser canales, debemos ser puentes a través de los cuales la gracia de Cristo, la plenitud de Cristo Crucificado llegue al prójimo, y consecuentemente el prójimo también llegue a Cristo, sin quedarse en nosotros, ese es el puente que llamamos Cruz. 

Hermanos,  mañana estaremos celebrando la Independencia Cívica, yo siempre me pregunto, qué independencia tiene Centroamérica, si Centroamérica al igual que muchos países en el mundo en este momento es esclava del materialismo ateo, esclava del relativismo inmoral que domina en el mundo.  Por tanto en estos días oremos y propongámonos trabajar cristianamente, entregarnos y vivir nuestra Cruz, la Cruz de Cristo para que Centroamérica llegue a vivir la verdadera y plena independencia, no sólo en el tiempo y en lo material y temporal, sino también en lo moral, en lo espiritual y en lo eterno.  Qué así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o.c.e.