Solemnidad de Cristo Rey 28 Oct. 2012 Kerygma Litúrgico - Eucarístico, XXX Aniversario OCE


SOLEMNIDAD  DE  CRISTO  REY


XXX  Aniversario  de
Opus  Cordis  Eucharistici

Colosenses 1:12-20;  Ps. 71:8,11;  Dn. 7:14
Evang. San Juan  18:33-37

28  de  Octubre  2012

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Muy queridos hermanos en el Señor, al celebrar hoy este trigésimo aniversario de Opus Cordis Eucharistici, coincidiendo providencialmente en este año con la Solemnidad de Cristo Rey por un lado y por otro lado coincidiendo también en que estamos celebrando y viviendo el Año de la Fe, debemos ponernos en presencia de nuestro Rey, debemos permitir que la Palabra de Dios penetre hasta lo más profundo de nuestro ser y nos ilumine con el Poder del Espíritu Santo para que comprendiendo lo que Dios quiere darnos a entender hoy lo hagamos vida.   Habría tantas cosas que decir que debieran llenarnos de gozo, sí de gozo, pero también debiera llenarnos de coraje, del coraje del Espíritu que es equivalente a la valentía cristiana para vivir verdaderamente como cristianos, para vivir como bautizados que desde la pila bautismal vivimos el compromiso de amor y por tanto de fidelidad para con el Señor, pero también compromiso de amor y de fidelidad para con el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. 

Muy queridos hermanos, Jesús nos dice categóricamente, taxativamente:  "Yo soy Rey".  Y esta afirmación categórica del Señor que le cayó mal a las autoridades tanto eclesiásticas como políticas de aquel tiempo y que le sigue cayendo mal a los esbirros del mal infiltrados en la Iglesia  y en los gobernantes corruptos del mundo actual, esta afirmación categórica del Señor:  "Yo soy Rey";  queridos hermanos, vamos a analizarla en dos aspectos, dos enseñanzas muy clara que el Señor quiere darnos:  "Yo soy Rey".  La primera enseñanza:  ¿Cómo adquirió Cristo el derecho a ser llamado Rey?,  ¿lo adquirió acaso emprendiendo guerra contra otros reyes o reyezuelos?, ciertamente que no, ¿lo adquirió comprándolo con dinero?,  por supuesto que no, ¿lo adquirió con mentiras?, por supuesto que no,   ¿lo adquirió complaciendo la mentira del mundo?,   por supuesto que no,  ¿lo adquirió acaso escondiéndose para no sufrir nada?,  por supuesto que no, lo adquirió derramando su Sangre en la Cruz, ahí adquirió Cristo el derecho a ser Rey, porque Cristo murió clavado en la Cruz, y luego Resucitó, por eso adquirió el título bien merecido, de Rey.

Pasemos al segundo aspecto:   ¿Por qué mereció Cristo el título de Rey mediante la Cruz?, por Amor, por puro Amor.   ¿Y por Amor a quién?, por Amor a la Verdad.  Unas horas antes de tener ese dialogo con Pilato, reunido en la intimidad con los Apóstoles en el Cenáculo, en su Oración Sacerdotal, Jesús decía también:  “Por ellos me consagro en la Verdad para que también ellos sean consagrados en la Verdad”  (Jn. 17: 19), pero ahora tendríamos nosotros que hacer la misma pregunta que luego le hizo Pilato a Jesús, “¿qué es la Verdad?”  (Jn. 18: 38), y acudiendo queridos hermanos a otros lugares de la Sagrada Escritura, acudiendo a otros momentos de la vida de Cristo, en boca del mismo Cristo, podemos encontrar la respuesta a esa pregunta crucial, pregunta que en ese momento hizo Pilato y no dio oportunidad a que la respondiera el Señor,  posiblemente el Señor no se la hubiera respondido porque Pilato mismo  no estaba preparado, esa misma pregunta debemos hacérnosla nosotros hoy:  ¿qué es la Verdad?, y debemos estar despiertos de espíritu, de corazón y de voluntad para saber escuchar la respuesta que el Señor nos da, hermanos, la Verdad es Dios Padre, Dios Padre que se nos revela en Cristo, Él es la Verdad, y Jesús  vino a ser Rey para dar testimonio de la Verdad, para dar testimonio del Padre, y ¿qué es dar testimonio del Padre?,  Jesús lo responde en otros lugares del Evangelio:  “He venido a la tierra para cumplir la Voluntad del Padre” (Cf. Mt. 6: 10; 7: 21; 12: 50; Mc. 14: 36; Jn. 17: 4)), y ¿cuál es la Voluntad del Padre?,  “¡que lo conozcamos a El y a su enviado Jesucristo!” (Cf. Jn. 17: 2-3)… Hermanos tenemos que empaparnos del Evangelio, porque sólo quien está empapado del Evangelio es capaz de vivir el Evangelio, sólo quien está empapado del Evangelio, es capaz de llegar a vivir ese conocimiento del Padre y de su enviado Jesucristo;  ahora, qué es conocer al Padre y a su enviado Jesucristo?  Recordemos lo que ya hemos dicho en otras oportunidades y lo continuaremos diciendo cuantas veces se presente la circunstancia para decirlo, ¿qué es conocer al Padre y a su enviado Jesucristo?:   Vayamos a la carta de los Colosenses, que fue proclamada en la primera lectura de esta Eucaristía y que se lee más abundantemente en el Oficio Divino, en los Maitines del día de hoy, nos da a conocer al Padre y a su Hijo Jesucristo, es, para decirlo de una sola vez, vivir en Ellos, el verdadero cristiano que asume la Palabra de Dios revelada, no sólo en la Sagrada Escritura, revelada también en el Magisterio de la Iglesia, revelada también en la Tradición viva de la Iglesia, queridos hermanos,  vive en el Padre y en el Hijo, y por supuesto en el Poder del Espíritu Santo, vive en la Trinidad Santísima, y quien vive así queridos hermanos, vive la plenitud de vida, que Dios ha querido para aquellos que El acoge como hijos suyos en su Hijo Divino, Jesucristo.

Pero entonces surgirá una pregunta:  ¿Cómo lograr esto?, es una pregunta que ya hemos respondido y la tendremos que continuar respondiendo cuantas veces sea necesario, solamente hay una manera:  Viviendo la Liturgia Eucarística, pero qué fue lo que sucedió en el seno de la Iglesia  desde hace ya varios siglos que comenzó a haber tantas desviaciones, tantas desorientaciones, incluso mentiras, y tantos errores en torno al Misterio Eucarístico de Cristo Nuestro Señor, se fue abandonando la vivencia del Misterio Eucarístico, se abandonó la visita al Santísimo, se abandonó la vivencia diaria del Sacrificio de Cristo sobre el Altar, se presentó el Sacrificio de Cristo sobre el Altar como que si no fuera Sacrificio, sino como un simple banquete social, o una comida de familia, se comenzó a profanar la Presencia de Cristo en la Eucaristía, y tantas otras cosas que ya sabemos; queridos hermanos y sobre todo, también se comenzó a manipular la Presencia de Jesús en la Eucaristía, como si Cristo en la Eucaristía no fuera más que un simple servidor de seres humanos interesados egoístamente  sólo por su propio bien, sin ni siquiera pensar en la trascendencia de la vida humana, pensando solamente en las necesidades temporales, por ese motivo queridos hermanos por todo esto que acabo de señalar, sin mérito alguno de mi parte, hace treinta años, el Señor me dio la fuerza para iniciar esta Obra, una Obra que ciertamente es de adoración, adoración eucarística, de reparación, de desagravio eucarístico, pero es una Obra que también es de vivencia y de promoción eucarísticas, es una Obra que tiene dentro de todo su carisma, el carisma, el compromiso gozoso de renovarse a sí misma, y de colaborar en la renovación de toda la Iglesia en la vivencia profunda, auténtica, plena, integral de todo el Misterio Eucarístico del Señor, y esto, queridos hermanos, implica una verdadera vivencia Litúrgica.   Por eso a lo largo de estos treinta años no hemos cambiado el carisma de esta Obra, pero sí lo hemos ido fortaleciendo y lo hemos ido aclarando en nuestros corazones, en nuestra mente y en nuestra voluntad, para no vivirlo a medias, sino vivirlo integralmente según los anhelos del Corazón Eucarístico de Cristo.  

Por eso, aunque el carisma está integro desde el principio de la Obra, en nuestro pobre entendimiento, al principio, hace treinta años decíamos simplemente que era un carisma de reparación eucarística, hoy podemos decir con pleno gozo y con mejor entendimiento y en una plena vivencia eclesial, porque la Eucaristía no es mía, ni mucho menos, la Eucaristía no es de un grupito pequeño, la Eucaristía es de toda la Iglesia, por eso, hermanos, en una plena vivencia de Iglesia, podemos decir que nuestro carisma es Litúrgico - Eucarístico, porque si no es por la Liturgia la Iglesia no tendría vida.  

Hermanos, solamente viviendo la Liturgia Eucarística puede el ser humano llegar a vivir en la Santísima Trinidad, solamente llenándose de Cristo, empapándose de Cristo, dejándose transformar por Cristo en Cristo mismo, el ser humano puede llegar a vivir en Dios, y sólo quien vive en Dios tiene vida, por eso debemos sentirnos tremendamente agraciados por Dios que nos permite participar de esta Obra, sea como consagrados, sea como asociados, porque estamos entonces en capacidad de vivir la Liturgia Eucarística según el Corazón de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, en el Corazón de Cristo Rey del mundo, Cristo vino a ser Rey para dar testimonio de la Verdad, para dar testimonio del Padre, para dar testimonio de la Plenitud de Dios que se quiere derramar en el ser humano, para dar testimonio del Amor de Dios, que quiere al ser humano participando de El y en El del Reino  Eterno.  

Nuestra espiritualidad queridos hermanos, totalmente Litúrgico  - Eucarística, no es por tanto para nadie que quiera encerrarse en un egoísmo espiritualista, nuestro carisma y espiritualidad es para cristianos de verdad, cristianos de verdad que viviendo en Cristo Jesús, que viviendo en el mundo sin ser del mundo,  sepan utilizar los bienes materiales tanto cuanto los bienes materiales sirvan para el Reino de Dios, cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan vivir con gozo, con alegría la castidad, sea el estado de vida en que se encuentren, sea  en la soltería consagrada o en la soltería en el mundo, o el matrimonio, o la viudez, o en cualquier estado de vida, viviendo esa castidad, esa pureza, imitando con gozo, con humildad a aquella que supo decir Sí, Fiat a la Voluntad de Dios, la Virgen Santísima, la Purísima Inmaculada, Nuestra Señora del Fiat.  Cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan anteponer en todo la Voluntad de Dios antes que su propia voluntad, sepan anteponer la Voluntad de Dios, aunque signifique Cruz, antes que su comodidad o su seguridad, o su tranquilidad, cristianos que viviendo en el mundo sin ser del mundo, sepan ser perpetuamente fieles al  carisma, fieles a la espiritualidad, fieles al cuerpo del Instituto, que quiere llegar a ser Opus Cordis Eucharistici, fieles a la Iglesia, fieles al Papa, como cabeza visible de la Iglesia, cristianos que en el mundo sin ser del mundo estén dispuestos a vivir todo lo que sea Voluntad de Dios, incluso, la propia victimación vicarial con tal de lograr la santidad no solo para sí mismos sino para toda la Iglesia, y la salvación para toda la humanidad, cristianos que estén dispuestos como parte de esa victimación vicarial al martirio con tal de confesar a Cristo  tanto con la Palabra como con la vida y la sangre, como lo hizo el Rey de Reyes Cristo Jesús que siendo El, y continuando siendo la Victima Sustitutiva Perfecta en la Eucaristía, también no solamente derramó sino que sigue entregando su Sangre.  

Queridos hermanos, vivamos entonces nuestro carisma, vivamos nuestra espiritualidad y no nos encerremos en nuestras casas y si fuera necesario no nos encerremos en las respectivas parroquias en las que participemos, sino que como miembros y como asociados del Instituto, estemos dispuestos a colaborar no sólo con la parroquia, sino con la Diócesis y con toda la Iglesia Universal, si en algún momento nos lo pide el Señor, con tal de ayudar a todos los seres humanos a llegar a descubrir lo precioso que Dios le ha dado a la Iglesia y especialmente en la Liturgia Eucarística, que toda la humanidad llegue a vivir la Liturgia Eucarística como debe ser, esa es nuestra Misión,  nuestra misión no es darle de comer al hambriento en lo material nada más, nuestra misión es darle de comer al hambriento en lo moral, al hambriento en lo espiritual, al hambriento de Cristo, pero resulta que el hambriento de Cristo hoy día es toda la humanidad y por tanto nuestro corazón, nuestra alma, nuestra disposición, nuestra voluntad debe estar abierta a colaborar en la eucaristización de toda la humanidad, eucaristizando primero a toda la  Iglesia, habiéndonos eucaristizado primero nosotros mismos.

Queridos hermanos, démosle gracias al Señor por la forma en que nos ha permitido vivir estos treinta años dispuestos a vivir lo que viene adelante, en el futuro inmediato, en el futuro próximo, en el futuro a mediano plazo, en el futuro a largo plazo igual que sigue viviendo la Santísima Virgen María en el riesgo de la Fe, en el riesgo de la oscura luminosidad de la Fe, y ¡qué precioso vivir esto a imitación de María en compañía de María!, precisamente en este precioso e importantísimo año de la Fe, que está viviendo la Iglesia, que importante vivir este carisma y esta espiritualidad en el año eucarístico que está viviendo la Iglesia que peregrina en Costa Rica. 

Hace varias semanas conversando con cierto Sacerdote que tiene cierto cargo de responsabilidad muy grande en la Arquidiócesis de San José, y comentando con este Sacerdote precisamente de nuestra Obra Eucarística, nos decía:  ¡Qué oportuno sería que ustedes puedan colaborar con su carisma en el año eucarístico de Costa Rica!, es un compromiso al cual no podemos quitarle el hombro, queridos hermanos, agradezcámosle al Señor la forma en que hemos vivido, con alegrías, con dificultades,  con persecuciones, con calumnias, no importa, todo eso nos ha servido para unirnos más a la Victimación de Cristo sobre el Altar, bendito sea El, y vuelvo a repetirlo agradezcámosle al Señor ya desde ahora lo que nos permita vivir en el futuro, porque todo será para Gloria de Dios y para la santificación de la Iglesia y salvación de la humanidad para que algún día podamos unirnos con todos los Santos, podamos unirnos con los Ángeles, podamos unirnos con la Santísima Virgen María y proclamar y decir:  Santo, Santo, Santo es el Señor, bendito el que viene en el Nombre del Señor, bendito el que viene continuamente en este momento sobre los Altares, bendito Aquel que nos lleva a participar del Reino de Dios y que con El nos pondrá para toda la Eternidad a los pies del Padre Celestial, a los pies de Aquel que es la Verdad, para glorificarle y con El gozar eternamente.  Así sea.


Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡Ego adoro Te et satisfactio Te, Iesus Oblatio!”
“¡Nunc et Semper, hic et omnium locum in aeternum!”