XIII Domínica Post Pentecostem


XIII Domínica Post Pentecostem
Galatas   3:16-22; San Lucas  17:11-19
                              
26 de Agosto de 2012    
         
     Solo en Cristo hay vida en plenitud                                     

            Muy queridos hermanos, hay un detalle en el Evangelio muy disiente:  Los judíos en aquel tiempo no se mezclaban con los samaritanos, a pesar que ambos eran descendientes de un mismo pueblo, sin embargo se había establecido una división tan fuerte, no sólo en el orden político, sino también en el orden religioso,  que no podían relacionarse entre ellos, y sin embargo, este grupo de 10 leprosos estaban  juntos, sin importar si eran judíos o samaritanos; es lo mismo de hoy día, los católicos que quieren vivir en pecado grave no les importa mezclarse con todas las situaciones de pecado grave o gravísimo que abundan en el mundo, podemos sacar conclusiones.

         Hermanos, San Pablo es muy claro.  Nos enseña a cumplir las normas por amor,  no por obligación.  ¿De dónde viene ese amor que puede guiar toda nuestra vida?  Proviene solamente de Dios y Dios nos ha comunicado ese Amor por su Hijo Jesucristo:  Cristo es el cumplidor de la promesa, Dios nos creo por Amor, y por Amor nos redime en Cristo.  Somos Católicos porque somos amados por Dios y siendo amados por Dios en Cristo debemos corresponder por amor en Cristo a Dios.  

        Ese es el gran secreto:  solamente por Cristo podemos tener la plenitud del Amor y quien tiene la plenitud del Amor en Cristo Jesús, tiene plenitud de vida, le suceda lo que le suceda, digan lo que digan de esa persona en el mundo, viva en circunstancias fáciles o difíciles.  Una acotación:  cuando en la propia vida hay disciplina, dignidad,  y se presentan dificultades, y todo esto se vive en Cristo que nos ha salvado, entonces se es verdadero  cristiano, lo confirma el Evangelio:   aquellos diez leprosos no le habían pedido curación a los fariseos, ¡no!,  porque sabían que ellos no curaban, ni les permitían llegar al pueblo, más bien si se encontraban con alguien  en los caminos, tenían que gritar ¡leprosos, leprosos!, para que se alejarán de ellos, sin embargo ven que Jesús se les acerca y no se alejan, se dejan llenar por la fe y por la fe se acercan a Cristo pidiéndole que les ayude, que les cure, y sólo Jesús les cura, sólo Jesús puede darle salvación al ser humano, sólo Jesús puede darle plenitud al ser humano, sólo Jesús puede darle luz, sólo Jesús puede darle fortaleza, sabiduría, prudencia, pureza, comprensión para sí mismo y para el prójimo. 

        No me canso de decir a todo el mundo:  necesitamos encontrarnos con Cristo, necesitamos llegar a ser uno en Cristo, el cristiano no es el que dice que cumple leyes, el cristiano es aquel que llega a unirse inquebrantablemente a Cristo, rechazando todo aquello que trate de separarle de Cristo.  Es en Cristo donde se encuentra la fortaleza necesaria para vivir lo que el desea, y lo que El quiere es que vivamos la santidad, vivir una vida en íntima unión con Cristo, no basta luchar contra el pecado, el cristiano tiene que esforzarse por ser santo, a eso nos llama hoy el Señor en su Palabra. 

        Hay que dejarse transformar en Cristo y ello sólo se logra de  una única manera: comiendo  su Carne y bebiendo su Sangre para llegar  no sólo a estar con ÉL sino a ser uno en Él, logrando una continúa vivencia de su Sacrificio Redentor, entregándole toda nuestra vida a Dios en Cristo Jesús, no sólo para ser santo, sino para colaborar en la santificación de toda la Iglesia, porque el que pretenda ser santo olvidándose y apartándose de la Iglesia va por mal camino, mientras que, quien viviendo la Eucaristía, quien viviendo la Liturgia día tras día al recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor en la Sagrada Comunión, vive en Iglesia, y se interesa y se desgasta por la santificación de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo para la Gloria de Dios, sí camina hacia la santidad y el cumplimiento de la misión eclesial.

        Que el Señor en esta Celebración nos dé a todos la gracia, el entusiasmo, el impulso, la valentía para ser verdaderamente discípulos de Cristo que como aquel samaritano curado de la lepra seamos capaces día tras día de llegar a postrarnos ante Cristo en el Santísimo Sacramento para darle gracias por todo lo que nos da, para darle gracias por ser Él quien Es, para darle gracias por lo que nos permite vivir y para comprometernos en El y con El, en la santificación diaria de toda la Iglesia, para que algún día podamos cantar todos el Sanctus, Sanctus, Sanctus en la trascendencia del Dios Uno y Trino.  Así sea.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.

“¡Ego adoro Te et satisfactio Te,Iesus Oblatio!”“¡Nunc et Semper, hic et ómniumlocum in aeternum!”