Dom. XXXIV T.O. Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo


SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO

REY DEL UNIVERSO
    DOMINGO XXXIV  T.O.
                                 
           Ez. 34: 11-12, 15-17;  Ps. 22: 1-6; I Cor. 15: 20-26,28;  Mt. 25: 31-46


En esta solemnidad debemos contemplar a la persona de Jesucristo,  hoy la Iglesia entera debe contemplar a la persona viva de Cristo:   ÉL ES EL REY. Cristo no logró su reinado ni peleando, ni matando, ni robando, ni haciéndole la guerra a otros reyes o países; Cristo logró su reinado siendo levantado en alto en la Cruz, de la manera totalmente contraria a lo que hacen normalmente los gobernantes o los políticos del mundo materialista y pagano, incluso imponiéndose a los demás. Cristo logró su reinado entregándose, El ni siquiera logró su reinado entregando cosas a sus seguidores, tierras o comida. Cristo logra su reinado entregándose El en la Cruz, Cristo en la Cruz se convierte en el Rey de la Paz, Rey de Justicia, Rey de Reconciliación, porque aquellos que aceptan el Reinado de Cristo Crucificado, de Cristo convertido en víctima en la Cruz tienen paz en su corazón y son capaces de transmitir paz a los demás. Quienes aceptan a Cristo Victimado en la Cruz sienten que Dios les aplica su Justicia Misericordiosa, son sujetos de la Misericordia Justa de Dios y se vuelven también en instrumentos de la Misericordia Justa de Dios para con el prójimo. Quienes aceptan a Jesucristo, Víctima perfecta en la Cruz,  son capaces de sentir que se encuentran reconciliados con Dios, reconciliados consigo mismos y capaces de reconciliarse con el prójimo.

Esta triple acción regia, crucificante de Cristo Jesús tiene muchas implicaciones para la vida de todo ser humano, sea cual sea el estado de vida en que se encuentre.   Cristo Rey de Paz,  Justicia y Reconciliación actúa en todo el mundo,  en toda la humanidad,  no importa el estado de vida,  el lugar o la edad.   Es a Cristo Crucificado a Quien debemos contemplar en este día de su reinado,  porque sólo desde la Cruz quiso Cristo reinar,  no se la impusieron,  El lo aceptó libremente,  por tanto libremente es Rey de Paz, de Justicia y de Reconciliación,  porque solamente quien entiende el camino de la Cruz puede tener paz en su corazón y transmitirla al mundo.    Solamente quien entiende desde la Cruz la Justicia, puede tener justicia en su corazón, vivir en justicia y transmitir justicia,  aunque hubiera injusticia a su alrededor o para con él, así como la hubo para con Cristo.   Solamente quien entiende y vive el caminos de la Cruz es capaz de sentirse reconciliado con Dios,  consigo mismo y con el prójimo.  Vivir el triple reinado de Cristo es vivir en el reinado de la Santidad de Dios, es vivir en santidad.   Quien por la cruz vive el reino de la Paz, de la Justicia y de la Reconciliación vive en santidad.   Esto se transmite,  se concretiza en la vida de cada persona por la realización de la Misericordia,   porque quien no es capaz de vivir el reinado de la Cruz de Cristo no es capaz de vivir la misericordia ni para sí mismo ni para el prójimo,   prueba de ello es que quien vive en pecado poco a poco va cayendo en la miseria,  no sólo económica, sino también moral y espiritual, y le tiene miedo a encontrarse con Cristo de verdad.

En cambio quien no tiene ese miedo tonto, cobarde de encontrarse con Cristo, sino que respetándole le ama,  vive el Santo Temor de Dios,   se acerca a Cristo,  conoce a Cristo,  se deja transformar por Cristo Rey y establece el reinado de Cristo en su corazón,  establece la presencia,  la vida de Cristo en sí mismo,  deja de vivir para el mundo, o sea deja de vivir para la soberbia, el orgullo, el egoísmo, el individualismo, la pereza, la lujuria,  la envidia y vive en santidad,  vive en el reinado de Cristo,  convierte a Cristo en su Rey,  en el Señor de su vida,  de sus pensamientos,  de su mente,  de sus anhelos,  de sus deseos, de sus palabras,  de sus actos,  de sus actitudes,  convierte a Cristo en el Rey y Señor de toda su vida,  entonces comprende cómo debe ejercerse la misericordia con el prójimo, porque es objeto de la Misericordia Divina para sí mismo.    El que no establece el Reinado de Cristo en sí mismo no es capaz de experimentar la Misericordia Divina.

El que establece el Reinado de Cristo en sí mismo en toda su Vida es capaz de experimentar la misericordia de Dios para sí mismo y se hace puente de la Misericordia Divina para el prójimo, y no se contenta con darle comida al prójimo, sino que le enseña a lograr su propio alimento, le enseña a los demás los medios para conseguir lo que necesitan.

Esta es la Misericordia Divina que hoy necesita el mundo, la Misericordia Divina no quiere parásitos, quiere personas dignas porque participan del reinado de Cristo, el que vive en el reinado de Cristo y participa de la Misericordia de Dios para sí mismo enseña al que no sabe, aconseja al que necesita consejo, corrige al que se equivoca y ora no solo por sí mismo, ora por todos los demás, vivos y muertos. Quien participa del Reino de Cristo vive la Misericordia de Dios, la comparte con los demás y se une con toda la Iglesia para celebrar la Gloria del Rey que es Cristo, y haciéndose uno en ese Rey que es Cristo es llevado también a la Gloria Eterna, desde ahora participando de la Liturgia, culmen del Reinado de Cristo, Cristo Rey por la Cruz, perpetuamente victimado por la Eucaristía.  ÉL es el Rey que nos toma y nos hace uno en El, si vivimos conforme a su exhortación de santidad,  que desde ahora nos hace presentes por la liturgia en la Gloria de Dios.

Que el Reinado de Cristo no termine hoy,  sino que nos impulse a culminar este año litúrgico viviendo más fuerte y profundamente en el Reinado de Cristo Jesús,  el Rey que siendo Dios nace en el tiempo,  que sin dejar de ser Dios se desarrolla como ser humano;   y siendo Dios y Hombre instituye la Iglesia,  para que la Iglesia perpetúe a lo largo de la historia y hasta la eternidad su reinado que culmina en la Cruz,   perpetuada en la Eucaristía para la Gloria Eterna de Dios,  que se realiza en la santificación de todo su Cuerpo Místico.

Debemos imitar a nuestro Rey,  quien se niega a la penitencia y la mortificación de los sentidos no puede seguir el camino de la Cruz,   nunca llegará a estar bajo el reinado de Cristo. Quien sí realice todo esto, quien vive la Cruz por la muerte a sí mismo y se compromete como verdadero apóstol de la Cruz de Cristo, de la Eucaristía Víctimal de Cristo participará del Reinado de Cristo y será capaz de extender este reinado a muchas personas con las cuales podremos unirnos en el Reino Eterno de Cristo Rey para La Gloria de Dios Padre en el Poder del Espíritu Santo.

Pbro. José Pablo de Jesús, o.c.e.


“¡EGO ADORO TE ET SATISFACTIO TE, IESUS OBLATIO!”
“¡NUNC ET SEMPER, HIC ET OMNIUM LOCUM IN AETERNUM!”